Sobre el déficit presupuestario de EE.UU.
Abunda la ignorancia sobre el déficit federal y para simplificar usaré números redondos, muy cercanos a las cifras reales.
En el año 2005 el producto interno bruto (PIB), que suma lo producido en toda la nación, totalizó 13 mil millones de dólares. El gobierno federal consumió $2,4 mil millones, pero obtuvo sólo 2 mil millones en ingresos por impuestos, dejándonos un déficit de $0,4 mil millones.
Por cierto, demuestra gran ignorancia de la Constitución decir que el presidente Bush gasta o rebaja los impuestos. Las secciones 7 y 8 del Primer Artículo de la Constitución da ese poder al Congreso y el presidente solo tiene el poder de veto, el cual puede ser luego anulado por el Congreso.
La cuestión es si existe o no un verdadero déficit. Sí, desde el punto de vista contable, pero no en un verdadero sentido económico. Veamos. El Congreso gasta $2,4 mil millones, pero sólo recibe $2 mil millones y muchos dirán que una futura generación pagará por el déficit. Pero eso no es verdad. Si el gobierno federal gasta $2,4 mil millones de lo que los americanos produjeron en 2005, tiene necesariamente que encontrar la manera de obligarnos a nosotros a gastar privadamente $2,4 mil millones menos. En otras palabras, el gobierno federal no puede gastar hoy lo que se producirá en el futuro.
Una de las maneras de obligarnos a gastar privadamente menos es a través de los impuestos, pero esa no es la única manera. Otra forma es acudiendo al mercado de bonos, lo cual hace que aumenten los intereses y esos intereses más altos harán que invirtamos menos en casas y en negocios, obligando al sector privado a gastar menos.
Otra manera de obligarnos a gastar menos es inflando la moneda. En teoría, el Congreso puede consumir lo que nosotros producimos sin cobrar impuestos, simplemente imprimiendo billetes. Entonces se dispararían los precios de tal manera que se reduciría drásticamente nuestro poder de compra, funcionando como un impuesto. Claro que eso también resultaría en un total desastre económico.
Algunos exigen una enmienda constitucional que frene a congresistas manirrotas y obligue a tener presupuestos balanceados. Pero eso no es una verdadera panacea. Por ejemplo, supongamos que el Congreso gaste $6 mil millones y nos cobre $6 mil millones en impuestos. El presupuesto estaría balanceado, pero hoy gozamos de mucha mayor libertad con un presupuesto deficitario. El meollo del asunto es que la verdadera medida del impacto del gobierno en nuestras vidas no son los impuestos sino el nivel de gastos del gobierno.
Los próceres fundadores de la nación estarían horrorizados hoy en día por nuestro nivel de servidumbre al gobierno. Desde 1787 hasta mediados de la década de 1920, el gasto gubernamental como porcentaje del PIB nunca excedió el 4%, exceptuando tiempos de guerra, lo cual se compara con 20% hoy.
El contribuyente promedio trabaja desde el 1 de enero hasta el 3 de mayo cada año para pagar sus impuestos federales, estatales y locales. Eso significa que otros deciden lo que se va a hacer con el producto de cuatro meses de nuestro trabajo.
Tal situación no se diferencia mucho de la esclavitud. La definición de esclavitud es cuando una persona es obligada por la fuerza a hacer lo que otra persona quiere. La diferencia real es que el esclavo no tiene ningún derecho sobre lo que produce todo el año y nosotros no tenemos ningún derecho sobre lo que producimos durante cuatro meses.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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