Sin recortes de gasto no hay reactivación

Juan Carlos Hidalgo sostiene que es necesario reducir el gasto público para poder bajar los impuestos, y que esto último, a su vez, es necesario para que se de la reactivación económica.

Por Juan Carlos Hidalgo

El presidente Alvarado tiene claro que él no puede aumentar el tamaño del Estado –por más que le gustaría–, pero también se rehúsa a recortar la grasa estatal. Prueba de ello es el espaldarazo que le dio al CNP para que gaste ¢3.300 millones en un nuevo edificio, o la insistencia en buscarle nuevas funciones a entes zombi como Japdeva (Junta de Administración Portuaria y de Desarrollo Económico de la Vertiente Atlántica de Costa Rica) o Recope (Refinadora Costarricense de Petróleo).

La apuesta de la administración Alvarado es la contención del gasto. En los primeros 5 meses del 2019, las erogaciones del gobierno –sin contar el pago de intereses– representaron 6,64% del PIB, comparado con 6,66% para el mismo período del 2018. Sin embargo, no podemos desentendernos del pago de intereses. Una vez que incorporamos este creciente rubro en la ecuación, vemos que el déficit fiscal está al alza. Esto significa que la deuda sigue aumentando como porcentaje del PIB y que la situación fiscal continúa deteriorándose –a un ritmo más lento, eso sí–.

El plan del gobierno consiste en usar los eurobonos para aminorar el monto que se destina al pago de intereses. El canje de deuda interna por externa también aliviaría la presión sobre las tasas de interés locales, lo cual contribuiría a estimular el crédito. Hasta ahí parece que llega la apuesta de Zapote en cuanto al gasto. Prueba de ello es que el gobierno insiste en que la reforma al empleo público no debe ser “fiscalista”, aún cuando se trata de una magnífica oportunidad para hacer grandes ahorros, incluso a corto plazo.

No obstante, la agenda de reactivación económica debe ser íntegra y contemplar más elementos que mejorar el acceso al crédito y simplificar trámites. Por ejemplo, sin recortes al gasto es políticamente inviable plantear una reducción en los impuestos de renta corporativo o a los combustibles, medidas que estimularían la inversión y el consumo, respectivamente.

Y luego están las cargas sociales. Para combatir el desempleo y la informalidad es imperativo reducir su peso relativo en la contratación de mano de obra. Una reforma en esa dirección sería financiar Fodesaf (Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares) a través de impuestos ordinarios. Pero eso requeriría una enorme reforma fiscal que, en aras de la competitividad y del costo de vida, es más conveniente realizarla mediante recortes presupuestarios.

No hay quite. Difícilmente tendremos una sólida reactivación económica sin reducciones importantes en el gasto público.

Este artículo fue publicado originalmente en La Nación (Costa Rica) el 16 de junio de 2019.