Siete preguntas para entender al mercado

Antonella Marty explica que "el mercado está formado por individuos que intercambian bienes y servicios, cooperan, venden y compran según los deseos, gustos y necesidades de cada uno. Por ende, el libre mercado no es más que nosotros con la libertad de intercambiar a nuestro propio gusto lo que queramos, en vez de depender de un gobierno central que establezca qué debemos consumir, qué no, dónde invertir y dónde no".

Por Antonella S. Marty

Para que todo resulte más sencillo habrá que partir de la siguiente idea (y será más beneficioso en caso de que la recordemos con constancia): el Estado no tiene derechos, tiene responsabilidades.

Al adentrarnos en el mundo de las sociedades libres, observamos que el punto más básico para corroborar la existencia de una sociedad auténticamente libre es la posibilidad de los individuos de tener la facultad de ingresar en el proceso de intercambios de bienes y servicios de manera plenamente voluntaria y abierta.

¿Qué es el mercado? ¿Qué es el libre mercado? El mercado no es un monstruo y tampoco es un grupo de multinacionales despiadadas y manipuladoras. El mercado es usted, el mercado soy yo, el mercado somos todos nosotros. Sí, el mercado está formado por individuos que intercambian bienes y servicios, cooperan, venden y compran según los deseos, gustos y necesidades de cada uno. Por ende, el libre mercado no es más que nosotros con la libertad de intercambiar a nuestro propio gusto lo que queramos, en vez de depender de un gobierno central que establezca qué debemos consumir, qué no, dónde invertir y dónde no. El libre mercado es así, una de las ideas más sanas que puede existir sobre la faz de la tierra.

¿Qué producen los mercados libres? El libre mercado y la libre competencia son quienes se encargan de fomentar el potencial en los individuos, la creatividad y la mayor producción, con mejor calidad, mejores precios, mayor variedad y más incentivos. En cambio, el resultado de la fórmula socialista resulta siempre negativo. Por algún motivo u otro, todo aquél que vive bajo un sistema con tendencias socialistas vive (o sobrevive) padeciendo la escasez, la desvalorización de la moneda, la disminución de la seguridad, y la ausencia de la propiedad privada. Sin embargo, habrá una cosa que jamás faltará allí: el dinero en los bolsillos de los gobernantes.

¿Quién debe esforzarse en un sistema de libre mercado? En el libre mercado es el productor el que debe esforzarse por ofrecer los mejores productos y los mejores precios, ya que dentro del sistema de competencias libres nadie posee privilegios. En este caso, si un productor ofreciera productos caros o de mala calidad, no le quedará otra opción más que efectuar un cambio, ofrecer mejores productos, más baratos, o simplemente desaparecerá del mercado por no haber podido ofrecer lo que usted demandaba. En cambio, en un sistema de mercados cerrados, el que debe esforzarse es usted, por conseguir alimentos, vestimenta, y todas las necesidades básicas que escasearán cada día un poco más, o simplemente deberá conformarse con un producto caro y de mala calidad.

¿El mercado fomenta los monopolios? La respuesta es no. Si fuesen los mercados quienes conducen directamente al monopolio, ciertos productores no tendrían que dirigirse al gobierno para conseguir buenas ventajas frente a sus competidores. En el mercado, en el libre mercado, la gente decide a quién comprarle y a quién no, por el simple hecho de tener opciones que se someten diariamente a la prueba de la competencia y la calidad.

¿El libre mercado es egoísta? No, el libre mercado no promueve el egoísmo y tampoco genera pobreza. Los mercados son los que nos convierten en personas sociales, son los que nos ayudan a intercambiar, nos hacen cooperar y nos recuerdan que existen otros individuos aparte de nosotros.

¿Qué es lo “nacional”? Cuantiosas son las oportunidades en las que hemos oído la frase “fomentemos la industria nacional, lo de afuera es perjudicial para la economía”. Nada más erróneo que estos conceptos que han logrado calar con inmensa fuerza en la opinión pública. La cuestión reside en que jamás nos haremos más pobres por comerciar con el extranjero, al contrario, la historia ha demostrado que existe una mayor cuota de progreso y de generación de riquezas cuando los niveles de apertura económica aumentan.

¿Quiere hacer algo para reducir la pobreza en el mundo? Entonces celebre la apertura de los mercados, foméntelos, porque así y sólo así los humildes tendrán nuevas esperanzas.