Se tendrán que tomar decisiones dolorosas mientras más dure esto
Ryan Bourne dice que las medidas económicas anunciadas por el gobierno del Reino Unido frente a la crisis económica producto del coronavirus tiene sentido por ahora, pero deberán ser reconsideradas si esta crisis pasa de ser cuestión de meses a durar más de un año.
Por Ryan Bourne
“Lo que sea necesario”. Por si no escuchó el mensaje intencionado del gobierno hacia las empresas, el Canciller Rishi Sunak repitió este mantra cinco veces durante su discurso del martes pasado al responder varias preguntas.
Conforme el coronavirus destruye la demanda a través de los sectores alimenticio, de transporte y hospitalidad, y socava la demanda en otras industrias, el Canciller ofreció hasta £330.000 millones en préstamos sin interés a las empresas, condonaciones de pagos de intereses para empresas y donaciones en efectivo a las empresas de ventas al público, de hospitalidad y de ocio, y subvenciones de £10.000 a las empresas pequeñas. Más subsidios para el empleo serán anunciados. El razonamiento del Canciller para tales medidas es más claro que la respuesta del gobierno de EE.UU., ofreciendo el Presidente Donald Trump cheques para cada estadounidense. En lugar de apuntar al consumo, Sunak quiere en cambio aliviar problemas de flujo de caja y evitar despidos en las empresas que operan ahora bajo un cierre parcial de la economía. Su deseo es preservar la capacidad.
Un colapso del gasto derivado del “distanciamiento social” y de las medidas de contención impuestas por el gobierno podría matar a muchas empresas al evitar que estas tengan ingresos, mientras que los costos tales como la renta, los pagos de deudas y de la nómina laboral persisten.
El objetivo de Sunak aquí no es “estimular la economía”, como tal. Él no quiere arriesgarse a estimular la transmisión del virus. No, el objetivo, al menos, es que el contribuyente respalde la ayuda a las empresas para que estas sobrevivan hasta que el virus pase.
Los contribuyentes, piensan muchos, están pagando para respaldar una actividad en medio de un mercado de seguros ausente. Los hogares y empresas no podrían haber previsto una pandemia global y si el estado no interviniera, miles de empresas normalmente viables podrían ser eliminadas, creando así una profunda recesión y crisis financiera.
Ahora, todos podemos debatir si las medidas prevendrán ese resultado. Muchos auto-empleados y la economía colaborativa parecen estar en un estado precario. Los mercados parecen ser escépticos acerca de la eficacia de las medidas para las empresas. Dejando a un lado la escala, una razón detrás de su escepticismo puede ser que esta estrategia requiere que el cierre de la economía sea breve.
Los funcionarios públicos idealmente quisieran que esto fuese como una semana extendida de navidad o principios “una mala temporada”, de la cual el rebote rápido se da, incluso si alguna actividad económica desaparece para siempre.
Pero la verdad es que simplemente no sabemos la duración de esta crisis todavía. La simulación de la epidemia del Imperial College ha sugerido que podríamos requerir políticas de supresión durante 55 por ciento del tiempo de los próximos 18 meses. Incluso cuando los controles gubernamentales sean relajados, los trabajadores y clientes todavía podrían ser reticentes a volver a las actividades o establecimientos donde el miedo de contraer o esparcir el virus es mayor. Hasta que las pruebas se puedan realizar ampliamente y/o hasta que una vacuna esté disponible, esta es la gran incertidumbre.
Asegurar a las empresas entonces, en principio, no requiere simplemente comprometerse a hacer “lo que sea necesario” sino hacerlo “durante el tiempo que sea necesario”. Aún así dicha promesa ni siquiera sería creíble ni deseable. Si realmente estamos hablando de 12 a 18 meses de disrupción, tratar de hibernar gran parte de la economía de febrero de 2020 para “revivirla” a mediados de 2021 se convierte en no tener estrategia alguna.
Tal estrategia requiere de un compromiso gigantesco por parte de los contribuyentes. Los préstamos libres de interés del gobierno no ayudarán a las empresas con esta duración de la suspensión de actividades. Conforme explicó el martes pasado Charles Bean de la Oficina para la Responsabilidad del Presupuesto del Reino Unido, mientras más dure esta crisis, más préstamos tendrán que convertirse en subvenciones en efectivo, antes de que las empresas cargadas con deudas se vuelvan insolventes. Muchos permanecerán reacios a aceptar préstamos de todas formas sin la certidumbre acerca de la duración de la disrupción. Así que el respaldo directo del contribuyente se disparará.
Si esto dura más de un año, el hecho de haber reemplazado hasta un quinto de la economía con transferencias del estado a cambio de ninguna actividad empezará a convertirse en algo activamente despilfarrador. Conforme la economía se ajuste a su nueva realidad, a las nuevas formas de negocios, a las nuevas actitudes hacia el teletrabajo, a los gustos alterados, y a las nuevas cadenas de suministro, será menos difícil y menos deseable o posible tratar de volver a la economía de ayer.
Y ya vemos las semillas del ajuste económico. Las cadenas de suministro para los supermercados están trabajando a sobre-tiempo. Amazon está contratando y elevando sueldos. La demanda comprensiblemente se ha desplazado hacia ciertos productos relacionados al coronavirus y, dentro de poco, ciertos trabajadores, quienes realmente necesitan el ingreso, se desplazarán hacia las entregas, los supermercados, y los trabajos de cuidados médicos.
Muchas familias también podrían re-evaluar sus preferencias acerca de tener dos ganadores de ingresos conforme el cuidado de niños se vuelva más escaso. Pagarle a las empresas para mantener la misma fuerza laboral de hoy, en vista de todo esto, se vuelve destructivo.
Los análisis de costo-beneficio siempre son incómodos durante el calor de una crisis. Pero lógicamente debe llegar un momento en que el alza de los costos y la caída de los beneficios de “hacer un puente hacia la recuperación” haga que sea óptimo un cambio de estrategia.
Ciertamente no hemos llegado a ese punto y, dadas las señales rojas de una inminente recesión de la producción, el marco del pensamiento del gobierno es lo suficientemente sensible, por ahora. Esta genuina crisis de la salud pública debe significar que todos debemos temporalmente re-plantearnos el papel del Estado.
Las provisiones dirigidas de respaldo al ingreso para los hogares y empresas profundamente afectados por la recesión tienen una justificación mucho más clara que los costosos esquemas universales tales como el “ingreso básico” temporal, aunque decidir acerca de los objetivos merecedores siempre es algo plagado de dificultad.
El punto clave es que el gobierno debería evitar hacer promesas que no podrá cumplir. Las leyes actualmente circulando en el congreso de EE.UU. para respaldar a las empresas funcionarán bien hasta junio. Para ese entonces, la trayectoria de transmisión del virus debería estar mucho más clara. Los programas pueden ser renovados, de ser necesario. Pero prometer “lo que sea necesario, durante el tiempo que sea necesario” sería arriesgado.
En lo que quede de la economía de mercado durante este tiempo, los cambios sucederán rápidamente. Los gobiernos podrían relajar las regulaciones, particularmente las licencias de ocupaciones y de “tipos” de negocios para hacer que la transición sea más rápida. Lo que no podemos hacer es congelar la economía durante años.
Esperemos que el fin de esta crisis se dé pronto. De otra manera estamos frente a una destrucción gigantesca, ya sea para nuestro sustento o nuestra salud.
Este artículo fue publicado originalmente en UK Telegraph (Reino Unido) el 19 de marzo de 2020.