Salario mínimo, especialmente cruel con los que no pueden encontrar un empleo

James A. Dorn explica que "El salario mínimo es injusto para los trabajadores con poca experiencia porque los deja fuera del mercado laboral y previene que logren la movilidad social que es característica de una economía dinámica de libre mercado".

Por James A. Dorn

El desempleo juvenil de EE.UU. ha llegado a 16 por ciento para aquellos que tienen entre 16 y 24 años, a 23 por ciento para los adolescentes, y a un impresionante 40 por ciento para los jóvenes afroamericanos. Más de 10 millones de jóvenes están o desempleados o subempleados. ¿Aumentar el salario mínimo federal de $7,25 por hora a $10,10 durante los próximos tres años, y luego ajustarlo a la inflación, mejorará los prospectos de empleo y el futuro de los trabajadores más jóvenes?

Los partidarios de la Ley de 2013 por un Salario Mínimo arguyen que aumentar el salario mínimo federal coloca más dinero en manos de los trabajadores menos calificados, estimula el consumo y crea empleos. Ellos sostienen que si el salario mínimo federal hubiese seguido la tendencia de la inflación desde 1968, el salario mínimo nominal ahora sería de casi $11 por hora. De manera que, solamente es justo que el congreso eleve el mínimo, ayudando tanto a los trabajadores como a la economía en general.

Al marcarse el cuarto aniversario del último incremento en el salario mínimo federal, el 24 de julio de 2009, varios dueños y ejecutivos de empresas asociadas con la organización Empresas a Favor de un Salario Mínimo Justo (Business for a Fair Minimum Wage) están mostrando su respaldo a otro aumento. En un mensaje de prensa publicado el 19 de julio, varios miembros expresaron la creencia de que “un salario mínimo justo tiene sentido para los negocios también”.

Jon Cooper, dueño de Spectronics Corporation, expone el siguiente argumento a favor del aumento del salario mínimo: “Como dueño de una empresa de manufacturas con 150 empleados, se que aumentar el salario mínimo es bueno para los negocios. Más del 70 por ciento de nuestra economía depende del gasto de consumo y elevar el salario mínimo permitirá que los trabajadores de bajos ingresos compren comida, ropa y otros productos esenciales, colocando el dinero de vuelta en las empresas locales”. Este mismo argumento fue repetido por otros dueños y ejecutivos de empresas.

Como Holly Skar, director de Business for a Fair Minimum Wage, dijo: “Recuerden que los trabajadores también son consumidores, y que el salario mínimo fija el piso debajo del salario de los trabajadores… No podemos construir una economía sólida con salarios que valen menos de lo que valían hace medio siglo”.

Muchos de los entrevistados dijeron que ya pagaban a sus trabajadores más que el salario mínimo; por lo tanto, ellos estaban expresando su deseo de que otras empresas deberían unirse a la causa y respaldar un salario mínimo más alto. Las buenas intenciones, sin embargo, no son un buen fundamento para una política pública.

Las empresas que ya están pagando más que el salario mínimo federal lo hacen porque sus trabajadores están produciendo más que $7,25 por hora. Además, si los trabajadores producen al menos $12 por hora, entonces un aumento en el salario mínimo a $10,10 no afectaría su estatus laboral —pero el salario mínimo más alto si podría derivar en que empresas rivales más pequeñas tengan que cerrar o prevenir que empresas nuevas ingresen al mercado. Por lo tanto, uno debería ser escéptico de las empresas que favorecen elevar el salario mínimo.

Los trabajadores con más educación y mayor preparación, y que son combinados con mejor tecnología y más capital, son más productivos que los adolescentes o trabajadores más jóvenes que son menos calificados y tienen menos habilidades. Los salarios altos son el resultado de una productividad alta, no su causa. El crecimiento económico no es el resultado de los salarios altos o del salario mínimo; es causado por factores que incrementan la productividad —y que expanden la libertad económica de tal manera que la gente es libre de elegir y de utilizar su conocimiento y su habilidades.

El salario mínimo es injusto para los trabajadores con poca experiencia porque los deja fuera del mercado laboral y previene que logren la movilidad social que es característica de una economía dinámica de libre mercado. Si la Ley del Salario Mínimo Justo es aprobada, los trabajadores que no pueden producir por lo menos $10,10 por hora no serán capaces de encontrar un empleo de nivel introductorio. Como los empleadores esperan que el salario aumente en un 40 por ciento a lo largo de los próximos tres años, tomarán medidas hoy para reemplazar a los trabajadores más caros con métodos que ahorren mano de obra. El crecimiento del empleo para los trabajadores más jóvenes y menos calificados se desacelerará, los beneficios serán reducidos, y los trabajadores a tiempo parcial ocuparán el lugar de los trabajadores a tiempo completo. Esos ajustes se acelerarán si se espera que las condiciones generales para los negocios serán débiles.

El salario mínimo viola el principio de la libertad porque a los trabajadores no se les permite trabajar por menos de lo que es el salario determinado en torno a criterios políticos, incluso si están dispuestos a hacerlo o retener un empleo —y a los empleadores se les prohíbe contratarlos. El salario mínimo no contribuye a aumentar la productividad de los trabajadores con pocas calificaciones. De hecho, previene que adquieran las habilidades y la experiencia que necesitan para subir en la escala de ingresos. Los trabajadores desalentados luego pueden salirse de la fuerza laboral y acabar dependiendo del Estado para subsistir o volcándose a las drogas.

El auto-estima que se deriva del trabajo y de la responsabilidad es un aspecto importante de madurar y de ser parte del sueño americano. Cuando el estado prohíbe que los trabajadores compitan por empleos y previene que los empleadores los contrate a un salario mutuamente acordado, la política se impone ante la libertad —la coerción le gana al consentimiento. La creación de riqueza se disminuye y el emprendimiento es sofocado.

Comparar el salario mínimo de 1968 con el mínimo actual es equivocado. Lo que importa es la relación entre el salario mínimo nominal actual y el salario de mercado para los trabajadores con pocas calificaciones. Siempre y cuando el salario mínimo nominal exceda el salario predominante en el mercado para una categoría específica de trabajo —en este caso principalmente los trabajadores adolescentes con poca calificación, especialmente los afroamericanos— habrán efectos negativos. Y esos efectos serán todavía mayores a largo plazo que a corto plazo conforme las empresas realicen ajustes para utilizar métodos de producción que ahorren mano de obra.

Confundir el salario promedio (el precio relativo del trabajo) con el ingreso laboral (el salario promedio multiplicado por las horas trabajadas) es un error común en aquellos que favorecen un salario mínimo. Si el salario promedio por hora para los trabajadores con poca calificación, determinado por la demanda y la oferta en el mercado, es de $6 y el estado impone un salario mínimo de $10, los trabajadores que pierden su empleo tendrán un ingreso de cero. Además, los empresarios que hubiesen empezado un negocio no entrarán al mercado y otras empresas podrían fracasar.

El consumo depende de la producción. Si los trabajadores obtienen empleos y producen bienes y servicios, pueden obtener salarios reales más altos a través del tiempo y consumir más. Pero si no pueden encontrar empleos por encima de un mínimo que supera al salario predominante en el mercado, el proceso de creación de riqueza se detiene. Los empleadores podrán cobrar precios más altos para cubrir el salario mínimo más alto, pero luego los consumidores sufrirán una pérdida. Mientras tanto, si los precios no pueden aumentarse, entonces las ganancias caerán por debajo de lo normal y los dueños del capital sufrirán. No hay una ganancia neta en la riqueza de una nación derivada de un aumento del salario mínimo; pero si hay una pérdida de libertad conforme el rango de decisiones en manos de los trabajadores y de los empleadores son reducidas.

Los partidarios del salario mínimo, como Business for a Fair Minimum Wage, ignoran los aspectos negativos de un salario mínimo y pretenden que la ley de demanda no se aplica al mercado laboral (Para ver un resumen de los argumentos empíricos ver: “El engaño del salario mínimo y la muerte del sentido común”). También suelen presentar injustamente los argumentos esgrimidos en contra del salario mínimo. Por ejemplo, Robert Atkinson y Michael Lind, escribiendo para Salon.com (“Econ 101 is killing America”, 8 de julio de 2013), afirman que al argumentar a favor de la eliminación del salario mínimo, yo sostengo que “los salarios bajos son buenos para la economía”. Ellos rastrean esta idea a los cursos de introducción a la economía, que según ellos enseñan que “los salarios altos son malos para una economía y los salarios bajos son una bendición”. Lo que no logran comprender es que los salarios altos son el resultado de la productividad alta y de la libertad económica. En cambio, los países con regulaciones estatales costosas, impuestos altos y poca libertad económica y personal sufren de una productividad laboral baja y de un crecimiento económico lento; esta es la razón por la que los salarios mínimos y los ingresos reales son relativamente bajos.

Los países ricos primero fueron pobres. Fue gracias a la libertad económica y a mejores instituciones que se volvieron ricos —no gracias a las leyes de salario mínimo. El número de empleos depende de los salarios relativos, siempre y cuando los demás factores se mantengan constantes. Si los cambios en tecnología, en las instituciones y en el capital acumulado por cada trabajador aumentasen la productividad, entonces a lo largo del tiempo tanto el empleo como la producción aumentarán junto con los ingresos reales. Si esos otros factores no cambian y el gobierno simplemente decreta salarios más altos, entonces se perderán empleos o estos no serán creados para trabajadores menos calificados.

Un “salario justo” es un “salario libre”—esto es, uno que resulte de los intercambios voluntarios entre los trabajadores y los empleadores. El estado debería prevenir el fraude y la violencia y permitir que los individuos acuerden intercambios mutuamente beneficiosos en virtud de un Estado de Derecho justo que proteja a las personas y a la propiedad. El salario mínimo viola la libertad de contrato y por lo tanto los derechos de propiedad privada; no es ni moral ni efectivo. Es injusto con los trabajadores que no pueden encontrar un empleo, especialmente los trabajadores jóvenes en busca de un mejor futuro.

Este artículo fue publicado originalmente en Forbes.com (EE.UU.) el 22 de julio de 2013.