Réstele $10 al precio del petróleo
Por Steve H. Hanke
Los precios del petróleo se han más que duplicado desde el 2001, llegando a $55 por barril a mediados de octubre. Esta subida en los precios ha producido gran cantidad de preocupación y predicciones pesimistas. Los apologistas del desastre argumentan que la producción no puede mantenerse arriba con la demanda—que hemos entrado a una nueva era de precios del petróleo permanentemente altos.
Pero, antes de subirnos a este tren, demos una mirada al comportamiento del precio a intermediarios del crudo de petróleo de WestTexas. Si ajustamos los precios a dólares de hoy, el precio promedio del petróleo desde 1998 hasta octubre de este año estaba apenas debajo de $28, y 95% del tiempo el precio del petróleo se mantuvo en un rango de $14 a $41.
Durante los pasados 15 años el precio del petróleo estuvo fuera de ese rango solo en tres ocasiones. Durante la crisis financiera asiática de 1998 los precios estuvieron ligeramente por debajo del límite inferior del rango y en otras dos ocasiones estuvieron ligeramente sobre el límite superior del rango. La primera ocurrió a las puertas de la primera Guerra del Golfo. Gracias a la orden del presidente George H. W. Bush de vender crudo de la Reserva Estratégica de Petróleo del Gobierno, los precios no se mantuvieron altos por mucho tiempo. Su orden de vender, la cual coincidió con el inicio de la guerra, tumbó el precio del petróleo en $11 en un solo día. El segundo pico en el precio se inició a finales del 2001 y ha dejado los precios actuales muy arriba de su rango ordinario. ¿Se quedará ahí u otra vez caerá a su promedio habitual?
Para responder esa pregunta, debemos entender qué ha empujado esos precios a esos niveles esta vez. No hay duda que un fuerte crecimiento en la demanda (el factor China-India) y problemas en la capacidad (más recientemente, aquellos ocasionados por el Huracán Iván) han jugado un rol importante. Pero esa muy contada historia está incompleta.
Lo que falta en esa historia es la parte de los inventarios. En noviembre de 2001 George W. Bush ordenó al gobierno de comprar petróleo y llenar sus reservas al máximo de capacidad de 700 millones de barriles. La reserva, a un nivel de 670 millones de barriles, representa ahora un 70 por ciento de los inventarios estadounidenses de petróleo. El crecimiento del almacenamiento ha llevado los inventarios totales de la nación a estar un 10.6 por ciento más altos que en diciembre del 2001, al mismo tiempo que ha llevado a que caigan en un 9.2 por ciento los inventarios privados.
El peso del gobierno en el mercado de almacenamiento ha sido significativo en empujar los precios a esos niveles extraordinarios. Muchas personas tienen problemas aceptando este hecho. Ellos piensan que las compras del gobierno no son más que una gota en el balde y no sería posible que tengan mayor efecto en los precios del petróleo. Para apoyar su punto, ellos presentan estadísticas de lo pequeñas que han sido las compras del gobierno: solo un 1.3 por ciento de las importaciones de petróleo en el 2004 y una fracción minúscula del consumo total de los EE.UU. o la producción mundial. Pero eso es comparar peras con manzanas. Si solo vemos cambios en los inventarios desde diciembre de 2001, los cambios en los inventarios del gobierno ridiculizan aquellos en los inventarios privados.
Yo estimo que la acumulación en los inventarios petroleros del gobierno ha añadido por lo menos $10 dólares al precio del barril. Esa es la mala noticia. La buena noticia es que la reserva del gobierno está programada a estar al máximo de capacidad en mayo del 2005. Desde ese punto, será más fácil para empresas privadas crecer sus inventarios. Ciertamente, cuando el gobierno deje de aumentar sus inventarios, suficiente petróleo estará disponible de tal forma que los inventarios privados puedan aumentar en seis meses a los niveles del 2001. Una caída de $10 en el precio es posible.
Parece ser que esta historia de los inventarios ya está en el mercado. Las cotizaciones actuales para los contratos futuros de petróleo están debajo del precio spot actual. Los inversionistas esperan que el precio del petróleo caiga y vuelva a su rango normal. Estos inversionistas, jugando por dinero real—no por cotizaciones en los periódicos—no se tragan la noción de que hemos entrado a una nueva era de precios del petróleo permanentemente altos.
Todavía falta un tema que resolver: qué hacer con el petróleo acumulado. Tienen un valor de $30 mil millones. Su eventual puesta en circulación está a discreción del presidente—en otras palabras, enredado en la política.
Las reglas para poner en circulación deberían de ser despolitizadas y basarlas en las condiciones del mercado. Para hacer eso, el gobierno debería de vender opciones de compra sobre sus inventarios. Un comprador podría pagar, talvez, 70 centavos hoy para tener el derecho de adquirir un barril al precio de ejercicio de $75 en cualquier momento entre ahora y noviembre del 2005. Al vender opciones a varios precios de ejercicios, el gobierno podría generar ingresos para sufragar algunos de los costos de almacenamiento.
Más importante, el mercado decidiría cuando el petróleo se libera hacia las refinerías; si una caída en la demanda (o un incremento en la oferta) tumba el precio a $40, en nuestro ejemplo la opción expiraría sin valor y el petróleo se quedaría almacenado. Por otro lado, si el precio se eleva por encima de $75, el tenedor de la opción la ejercería y recogería el petróleo de los inventarios del gobierno.
Una consecuencia de la venta de tales opciones sería la disminución de ventas y acaparamientos conducidos por el pánico en el sector privado, debido a que compradores industriales de opciones podrían estar tranquilos de que están inmunes a una escasez repentina. Predigo que una consecuencia posterior sería de llevar los precios del petróleo hacia abajo, cercano a su promedio histórico, el cual es justo debajo de $30.
Traducido por Nicolás López para Cato Institute.