Recordando a David Boaz

Peter Goettler recuerda cuándo conoció a David Boaz y lo que él contribuyó a convertir al Instituto Cato en la respetada institución que es hoy.

Por Peter Goettler

Nuestro inestimable colega, David Boaz, falleció el 7 de junio, tras un año de lucha contra el cáncer. Es imposible expresar lo mucho que le echarán de menos sus amigos, colegas y todos los libertarios. David fue el miembro del personal con más antigüedad en la historia del Instituto Cato, sirviendo a la organización y a su misión durante cuarenta y tres años y medio. Fue vicepresidente ejecutivo del Instituto durante décadas hasta 2022, cuando ascendió al título de miembro senior distinguido del Cato, un honor que solo ostentan otras cuatro personas, tres de ellas premios Nobel de Economía.

David contribuyó de forma incalculable a convertir a Cato en la respetada institución y voz que es hoy, así como a la "generalización" del libertarismo como filosofía política legítima merecedora de un asiento en la mesa de todos los debates políticos del país. Pocos hicieron más que él para ganarse ese puesto.

David fue la primera persona de Cato que conocí. Yo era un nuevo colaborador en 2001 cuando él visitó mi oficina en Nueva York para darme las gracias, mantener una conversación y, por supuesto, buscar más y, con suerte, mayores contribuciones en el futuro. Al fin y al cabo, era el líder de una organización sin ánimo de lucro y eso formaba parte de su trabajo.

Mi experiencia con David durante los 23 años que siguieron nunca se desvió de la impresión indeleble que me causó aquel primer día. Era inteligente. Era serio. Dedicó toda su vida a proteger y promover la libertad. Amaba a Cato. Y, no menos importante, era un maestro.

Aprendí de David durante aquella reunión de 2001 y nunca dejaría de aprender de él durante los 23 años siguientes. La visita tuvo lugar unas dos semanas después del atentado terrorista del 11 de septiembre. El edificio estaba enfrente de la Zona Cero y los empleados empezaban a volver. Así que David visitó una oficina casi vacía y una tranquila sala de operaciones. Subimos a la cafetería de la última planta para contemplar la devastación de lo que era el World Trade Center. David comentó: "Después de esto, me preocupa mucho el terrorismo. Pero me preocupa igualmente lo que esto significará para nuestras libertades civiles".

Esto fue una lección. Porque en aquel momento, yo sólo compartía la primera preocupación de David: el terrorismo. Apenas un mes después, se promulgó la Ley Patriota, y pronto veríamos cómo el estado de vigilancia de la seguridad nacional crecía de una forma que pocos habrían imaginado. Más tarde llegaron las revelaciones sobre programas de espionaje extralegales e inconstitucionales. Todo ello confirmó que, tras la tragedia del World Trade Center, el respeto de las autoridades por las libertades civiles estaba bajo mínimos y que, de hecho, estos derechos se habían degradado. Los temores de David en septiembre de 2001 eran fundados y premonitorios.

Recuerdo esta historia porque resume lo más importante que aprendí de David: todas nuestras libertades son importantes. En la defensa de los derechos individuales no podemos elegir o priorizar de algún modo los que son más importantes para nosotros. En primer lugar, porque están interconectados. Si permitimos que algunos se vean amenazados o diluidos, pronto lo estarán otros. En segundo lugar, las que consideramos "menos importantes" pueden ser cruciales para nosotros en formas que no podemos prever. E incluso si no lo son, sin duda lo son para otros conciudadanos.

David hizo mucho por imbuir a Cato de una visión holística similar de la libertad individual. Nunca dejó de insistir en la necesidad de que el Instituto fuera verdaderamente independiente, no partidista y fiel a los principios libertarios. Ahora es deber del personal de Cato de hoy, y del futuro, honrar a David defendiendo todos estos valores tan fielmente y con tanta capacidad como él lo hizo.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 7 de junio de 2024.