¿Qué es el precio de la deuda?
Manuel Hinds indica que el precio de los bonos de deuda emitidos por un país caen, entre otras razones, cuando disminuye la confianza en las políticas económicas del país.
Por Manuel Hinds
El precio de la deuda de El Salvador ha estado en las noticias desde hace unos meses, mencionado de una manera preocupante. Su precio es cada vez más bajo, tanto que es el peor entre los países que no están en guerra. Esto es muy grave. Sin embargo, la gente, aun la gente con lo que se supone es buena educación, oye estas noticias como oír llover. Puede ser que la indiferencia nazca de no saber de qué se habla. En este artículo voy a tratar de resolver este problema, explicando sencillamente estos temas.
Hay dos maneras en las que los países toman deudas. Una es firmando un contrato con un banco. La otra es emitiendo un bono, que es una promesa de pago que se le vende a alguien. Normalmente es un papel que dice que el gobierno del país se compromete a pagar a, digamos, un año plazo, $100 contra la presentación de este documento. Adscrito a ese documento va otro papel, el cupón, que dice que el gobierno se compromete a pagar, digamos, $6, al cumplimiento del plazo. Es decir, por $100 que usted le dará al gobierno en préstamo, el gobierno se compromete a pagarle en un año $106. Eso quiere decir que en ese momento el rendimiento del bono es 6%, el resultado de dividir los $6 entre los $100 (todo esto, el papel y el cupón son electrónicos pero es más fácil explicarlo así).
Normalmente, los bonos son negociables —es decir, usted los puede vender a otras personas antes del vencimiento. La pregunta es, ¿a qué precio se vende? Supóngase que en este caso ha pasado lo mismo que está pasando en El Salvador: que la gente en los mercados internacionales ha perdido la confianza en el gobierno y piensa que el riesgo de que éste va a pagar ese bono es más alto que cuando usted lo compró. El nuevo comprador le dirá a usted: “esta es mercadería dañada, yo no voy a correr este riesgo tan alto para ganar solo el 6%. Lo haría si ganase el doble, 12%”.
¿Y cómo hace para ganar 12% con ese bono de $100 que paga 6% de intereses? Fácil. Le ofrece $50 por lo que usted pagó $100. Si él lo paga a $50, los $6 de intereses que va a pagar el gobierno (si es que los paga) ya no representan el 6% sino el 12% de lo que él habrá invertido. Usted pierde la mitad de lo que usted invirtió, pero es la única manera de venderlo.
Así, una caída en el precio de la deuda de un país es una medida del riesgo que los millones de personas que operan en los mercados internacionales le asignan al país: el precio del bono cae cuando la confianza en las políticas del país cae.
El precio de los bonos no cae sólo por esta razón. También cae si la tasa de interés general del mercado, no sólo para este bono sino para todos, sube. Pero hasta ahora las tasas de interés no han subido, de tal modo que la caída en los precios de los bonos de El Salvador refleja una desaprobación generalizada en el mercado de las políticas económicas de el país.
¿Y qué tan grave es la caída? El rendimiento esperado de los bonos que se vencen en 2023, dentro de un año, es de 34%, cuando hace un año era menos de 9%. Esto, calculando como lo acabamos de hacer, significa que si alguien invirtió $1 millón hace un año, perdió $750 mil si los vende ahora. Eso le quita las ganas a cualquiera de invertir no sólo en la deuda de un país sino en cualquier activo en ese país, porque la medida del riesgo que usan los inversionistas aplica no sólo al gobierno sino también al sector privado, que está sujeto a las políticas del primero, que es lo que los mercados están rechazando. Si es que invierten, lo harán sólo en actividades de las que puedan sacar enormes utilidades sin mayor inversión a través de pagar bajos salarios o de recibir regalos del gobierno, que los paga con impuestos al pueblo.
A pesar de lo funesto que es esto, hay mucha gente optimista, que cree que todo irá bien y que con el Bitcoin y el apoyo de China El Salvador se convertirá en un centro financiero tan potente como Suiza. Bueno, el que se sienta libre para escuchar, que escuche.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 13 de enero de 2022.