Propuesta para el FMI en Argentina: Reducción de la deuda, no rescate

por Ian Vásquez

A pesar de que la crisis económica en Argentina continúa empeorando, el Fondo Monetario Internacional ha resistido hasta el momento los llamados para otorgar un rescate con un valor de por lo menos 15 mil millones de dólares. Aparentemente, el Fondo se ha dado cuenta de que tal "ayuda" solo agregaría otro problema más a la insostenible deuda de este país. Sin embargo, como demuestra la experiencia en otros países con crisis, los oficiales del Tesoro de Estados Unidos y del FMI pueden sucumbir a las presiones institucionales y políticas para otorgar un préstamo.

Por Ian Vásquez

A pesar de que la crisis económica en Argentina continúa empeorando, el Fondo Monetario Internacional ha resistido hasta el momento los llamados para otorgar un rescate con un valor de por lo menos 15 mil millones de dólares. Aparentemente, el Fondo se ha dado cuenta de que tal "ayuda" solo agregaría otro problema más a la insostenible deuda de este país. Sin embargo, como demuestra la experiencia en otros países con crisis, los oficiales del Tesoro de Estados Unidos y del FMI pueden sucumbir a las presiones institucionales y políticas para otorgar un préstamo.

Esto sería un error. Argentina no es, como algunos han sugerido, un caso de un país que adoptó medidas de libre mercado impuestas por Washington y que ahora merece ser rescatado. Un rescate para Argentina significaría reducir la responsabilidad y las probabilidades de un mejor desempeño económico.

Las reformas de principios de los 90s en Argentina, nacidas del fracaso de políticas pasadas, fueron dramáticas, pero incompletas. De manera que es correcto hacer notar que los problemas de Argentina fueron mayormente creados en Argentina. El gasto gubernamental se duplicó en esta década, a un paso más grande que el crecimiento económico; al mismo tiempo, el país perdió interés en la reforma hacia mediados de los 90. Una de las únicas condiciones impuestas por el FMI a la que accedió Argentina fue incrementar los impuestos, los cuales se encuentran muy por encima de las tasas estadounidenses.

Sin embargo, el FMI continuó otorgando préstamos desde mediados de 1990 hasta pasado el tiempo cuando una crisis de la deuda era inevitable. La doctrina de rescates del FMI alentó préstamos irresponsables otorgados a Buenos Aires por acreedores que estaban seguros de que el Fondo daría ayuda a medida que el país seguía contrayendo deudas. En el transcurso de un año el FMI aprobó rescates del gobierno argentino y de sus acreedores por la suma de 48 mil millones de dólares. No es de extrañarse que los argentinos vieran correctamente al Fondo como un benefactor de la élite privilegiada.

Si el FMI otorgara otro rescate, reduciría la responsabilidad que Buenos Aires debe enfrentar. Como líderes del Congreso y de las provincias argentinas, miembros del recién instalado partido del Presidente Eduardo Duhalde jugaron un rol importante en el dramático crecimiento del gobierno durante la década pasada. El mismo Duhalde incrementó el déficit de la provincia de Buenos Aires por un factor de más de diez veces al momento de dejar la oficina del gobernador en 1999.

La ayuda del FMI tampoco ayudaría a la economía. La retórica de Duhalde culpando la crisis actual a la apertura económica ha sido igualada por políticas populistas. Su decisión de ganar control sobre el peso al devaluarlo ha creado una crisis financiera y "ha abierto las puertas del infierno", en las palabras de Daniel Maggiolo de la Fundación Libertad en Rosario.

En un país en dónde las deudas se deben abrumadoramente en dólares, la devaluación implica una bancarrota generalizada. Sin embargo, Duhalde ha buscado evitar tal desastre creando otro. Con una nueva ley que permite a los argentinos no pagar completamente sus préstamos y sus cuentas de utilidades, el presidente ha intentado concentrar los costos de la devaluación en los bancos y en muchas compañías extranjeras.

De esta forma el gobierno ha re-escrito los contratos de deuda entre entidades privadas en una flagrante violación de la ley de contacto y de derechos de la propiedad privada. Las devaluaciones con frecuencia dañan la actividad económica general, pero raramente los errores del gobierno alcanzan al sector privado a tal grado. El costo en términos de las perspectivas del desarrollo de Argentina se sentirá por muchos años.

Las acciones del gobierno han forzado a los bancos, todavía completamente responsables por sus pasivos, a una bancarrota segura. Para responder a dicha eventualidad, ha continuado congelando cuentas bancarias, deteniendo la economía y enfureciendo a los argentinos. Duhalde se está dando cuenta que es difícil ser populista sin los recursos necesarios para financiar proyectos populistas.

El FMI no debería de ocupar ese vacío. Al hacerlo sólo arriesgaría una repetición de rescates fallidos, como los de Indonesia y Rusia, donde los gobiernos que recibieron dichos rescates también demostraron muy poco interés en reformas serias. Aún el argumento clásico en favor de los rescates-que son necesarios para evitar un contagio y una crisis financiera internacional sistémica-se encuentra ausente. Debido a que Argentina ha sido una crónica de una crisis anunciada, no ha sorprendido a los mercados financieros alrededor del mundo.

Si no provee un rescate, ¿qué debe hacer el FMI? El Fondo debe ser responsabilizado por sus préstamos. Debiera aceptar las pérdidas ocasionadas por su exposición en Argentina, como ha urgido hacer a los acreedores privados en las próximas renegociaciones de deuda. Tal reducción puede ser sustancial porque Argentina debe al FMI 14 mil millones de dólares, los cuales deberán ser pagados en su mayor parte este año y el próximo.

Sin embargo, una reducción de la deuda por sí sola no ayudará a Argentina. El país puede todavía escoger una dolarización como su mejor opción. De hecho, Buenos Aires todavía necesita establecer un sistema monetario confiable y un programa económico sólido. Sólo así los bancos podrán pedir créditos e impulsar la economía. Hasta entonces, la posibilidad de que los bancos puedan retirarse al sufrir pérdidas completas debe mantenerse abierta. Es la única forma para que a Buenos Aires, el FMI y los mismos bancos se mantengan honestos.