Promisorio futuro económico

Manuel Suárez-Mier indica que "cuando empieza a escasear un recurso no renovable, suben sus precios lo que atrae más inversión en la búsqueda de nuevos yacimientos, lo que a su vez permite involucrar tecnologías más avanzadas y costosas, que eventualmente generan una nueva bonanza en la oferta del recurso y la caída en sus precios...Esto es justamente lo que estamos viendo con las nuevas tecnologías para extraer petróleo y gas".

Por Manuel Suárez-Mier

La semana pasada presenté a mis estimables lectores la negra visión del futuro para la economía de EE.UU., y de paso para la nuestra, del economista Robert J. Gordon, quien sustenta que el aumento en la productividad se ha estancado y que las innovaciones de hoy distan mucho de ser tan potentes como las del pasado.

Como siempre he sido escéptico de los catastrofistas en la tradición Maltusiana —de Thomas Malthus, quien proyectaba que la población crecía mucho más rápido que la producción de alimentos, lo que conduciría a hambrunas y desastres—, las predicciones de Gordon me parecen tan aventuradas como alarmistas.

En 1968 el biólogo Paul Ehrlich publicó un texto titulado “La bomba poblacional” en el que desempolvaba la predicción de Malthus afirmando que se estaban agotando los recursos no renovables. El economista Julian Simon le propuso una apuesta en 1980: Ehrlich escogería cinco materias primas y verían que pasaba con sus precios.

Para 1990, la década que se especificó en la apuesta, los precios de los cinco metales escogidos por Ehrlich —cobre, cromo, estaño, níquel y tungsteno— habían caído sustancialmente, en claro testimonio que la interacción entre el avance tecnológico y el mecanismo de precios del mercado aseguraron su abundancia y no su escasez.

Ello se debe a que cuando empieza a escasear un recurso no renovable, suben sus precios lo que atrae más inversión en la búsqueda de nuevos yacimientos, lo que a su vez permite involucrar tecnologías más avanzadas y costosas, que eventualmente generan una nueva bonanza en la oferta del recurso y la caída en sus precios.

Esto es justamente lo que estamos viendo con las nuevas tecnologías para extraer petróleo y gas, que finalmente han puesto un tope en los precios del primero de ellos y contribuido a una notable caída en los del gas en EE.UU., donde se han aplicado estas tecnologías de manera más extendida.

A mi juicio, los pronósticos de Gordon seguirán un destino similar a los de Ehrlich. Como él mismo señala, algunas innovaciones toman tiempo para “prender” en el desarrollo de aplicaciones que eleven la productividad, como está ocurriendo cuando observamos la evolución de las tecnologías de la información y las comunicaciones, y la aparición cada vez más rápida de nuevos productos.

La computadora personal aparece cerca de 1980 y la impresora tridimensional poco después; el internet una década más tarde y poderosos buscadores de información antes del 2000; las redes sociales en línea en 2004, los teléfonos “inteligentes” en 2007, vehículos auto-conducidos en 2010 y la supercomputadora Watson de IBM en 2011, son solo algunos ejemplos.

Esta tendencia continuará causando profundos cambios no limitados al sector de alta tecnología sino en toda la economía. Así, las nuevas técnicas para extraer petróleo y gas son posibles sólo gracias a avanzados detectores y trazadores de imágenes digitales.

De acuerdo con Andrew McAfee del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) los cambios descritos palidecen frente a los del porvenir. El cree que poderosas computadoras como Watson serán pronto los mejores diagnosticadores en medicina y asesores en finanzas, y conforme se automaticen los sistemas de producción y distribución, los precios de productos y servicios como coches y restaurantes caerán.

En educación superior, uno de los sectores más impermeables al avance tecnológico, estamos viendo cambios notables con la educación a distancia en línea, lo que será decisivo para revertir la elevada inflación de costos que se viene dando en este sector.

En la medida que estos cambios revolucionarios abaten costos en áreas como atención médica, educación y entretenimiento, se reflejarán en un menor Producto Interno Bruto, lo que presionará la productividad hacia abajo, como la medimos hoy en día, mientras que el bienestar de los consumidores mejora sistemáticamente.

Un caso adicional citado por McAfee me parece fascinante: una nueva tecnología llamada Light Detection and Ranging, LIDAR —algo así como detección y mapeo por irradiación— que permite crear mapas tridimensionales de estructuras arqueológicas enterradas y cubiertas por densa vegetación, se usó sobre una amplia área de inhóspita selva centroamericana para encontrar ignotas ruinas mayas.

El hallazgo es de enorme importancia para la arqueología y se consiguió con un modesto presupuesto de medio millón de dólares y un avión viejo sobrevolando la zona mencionada para detectar ruinas de importancia comparable con Yaxchilán en Chiapas y Tikal en Guatemala.

Estoy persuadido que la poderosa dupla del avance tecnológico y el mecanismo de precios en la economía de mercado, seguirán permitiendo alcanzar crecientes niveles de bienestar para la humanidad en el futuro.

Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 3 de octubre de 2014.