¿Problemas de salud? Pruebe el libre comercio

Por Andrés Mejía-Vergnaud

por Andrés Mejía Vergnaud ¿Es el libre comercio bueno para la salud? Los activistas y opositores al comercio y la globalización dan una respuesta negativa radical. Esta actitud ha cobrado mucha fuerza, en meses recientes, por causa de la negociación de Tratados de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos y diversos países latinoamericanos. La mayor parte de quienes se oponen al libre comercio afirman que éste afectará los intereses de salud de los pobres del mundo. ¿Qué tanto de cierto hay en esto?

Andrés Mejía Vergnaud es Director ejecutivo del Instituto Libertad y Progreso (ILP) en Bogotá y autor de “El destino trágico de Venezuela” (Tierra Firme, 2009).

¿Es el libre comercio bueno para la salud? Los activistas y opositores al comercio y la globalización dan una respuesta negativa radical. Esta actitud ha cobrado mucha fuerza, en meses recientes, por causa de la negociación de Tratados de Libre Comercio (TLC) entre Estados Unidos y diversos países latinoamericanos. La mayor parte de quienes se oponen al libre comercio afirman que éste afectará los intereses de salud de los pobres del mundo. ¿Qué tanto de cierto hay en esto?

La más interesante contribución a este debate es un estudio reciente titulado “Libre Comercio por una Mejor Salud”, de Philip Stevens, investigador de International Policy Network (Londres). En este estudio, Stevens defiende con varios argumentos la idea contraria: el libre comercio es bueno para la salud, en particular de los más pobres.

En primer lugar, Stevens expone un argumento que puede sonar trivial, pero que tiene una enorme validez: el libre comercio estimula en gran medida el crecimiento económico, el cual es a su vez indispensable para crear riqueza. Y a mayor riqueza, mejores condiciones de salud. De hecho, los más grandes avances en salud que ha hecho la humanidad han venido de la mano con el progreso económico: mejores sistemas de agua potable y alcantarillado, mejor alimentación, más recursos para luchar contra las plagas, y mayores posibilidades de construir una infraestructura de salud moderna, operada por profesionales calificados. Igualmente, los avances científicos que vienen con el desarrollo han dado origen a tecnologías más limpias y amigables con el medio ambiente. El impacto de esto en materia de salud es apreciable.

Por otro lado, el comercio abierto favorece la transferencia de tecnología, incluida la tecnología relevante para el mejoramiento de la salud. En muchos casos, las barreras comerciales impiden la transferencia de la más elemental de todas las tecnologías de salud: los medicamentos. Increíblemente, algunos países imponen pesadas cargas a la importación de medicamentos. Los activistas enemigos del comercio, que tanto se preocupan por el acceso a medicamentos, deberían empezar por examinar estas barreras, que de manera directa impiden la entrada de medicamentos a los mercados en desarrollo, reducen la oferta e incrementan los precios.

Pero tal vez las sorpresas más interesantes del estudio las podemos encontrar más adelante, cuando se examina el efecto de los acuerdos de libre comercio sobre la salud pública. Tanto los acuerdos multilaterales como los bilaterales pueden contribuir de manera significativa a la mejoría en las condiciones de salud.

Los acuerdos de la OMC, como el TRIPS (ADPIC) y el GATS crean incentivos y canales para un mayor desarrollo de los servicios de salud, y para la internacionalización de su oferta. El TRIPS, que trata sobre propiedad intelectual, consagra los incentivos para continuar la innovación en tecnología médica. El GATS, que trata sobre comercio de servicios, abre las puertas a una mayor oferta internacional de servicios relacionados con la medicina y las terapias médicas, con lo cual sólo se beneficia el consumidor, que en este caso es el paciente.

Los tratados bilaterales, afirma el estudio, conservan cláusulas de flexibilidad que permiten a los países, en eventos de crisis, aplicar medidas extraordinarias que incluso desconozcan temporalmente los derechos de propiedad intelectual. Y no podrían, en forma alguna, hacer desaparecer los genéricos, pues estos tienen vida y muy importante dentro del sistema de patentes. Además, como demuestra el autor, apoyado en estudios de expertos, sólo un 5% de las medicinas consideradas esenciales por la OMS están protegidas por patentes.

La conclusión de este estudio es, entonces, muy simple: no le temamos al libre comercio, pues este es bueno para la salud.