Por un gobierno menos impresionable
por William A. Niskanen
William A. Niskanen es presidente Emeritus de la junta directiva y Economista Distinguido del Cato Institute.
Hoy en día, con demasiada frecuencia, los políticos reordenan sus prioridades en base al último noticiero de la televisión. Todos los políticos son vulnerables a acusaciones de insensibilidad si no hacen algo de inmediato con respecto a la crisis del día, preocupante prueba de la erosión del consenso respecto a los límites del poder gubernamental. En consecuencia, nuestro gobierno se vuelto exageradamente dispuesto a responder en casos triviales y efímeros, lo cual conlleva un costo a los asuntos más importantes y para nuestra misma libertad, al poner en práctica un sistema de prioridades que depende de hacia dónde apuntan las cámaras de la televisión.
Hoy en día, con demasiada frecuencia, los políticos reordenan sus prioridades en base al último noticiero de la televisión. Todos los políticos son vulnerables a acusaciones de insensibilidad si no hacen algo de inmediato con respecto a la crisis del día, preocupante prueba de la erosión del consenso respecto a los límites del poder gubernamental. En consecuencia, nuestro gobierno se vuelto exageradamente dispuesto a responder en casos triviales y efímeros, lo cual conlleva un costo a los asuntos más importantes y para nuestra misma libertad, al poner en práctica un sistema de prioridades que depende de hacia dónde apuntan las cámaras de la televisión.
La nación espera que el gobierno evite el incendio de iglesias, controle el precio del pan o de la gasolina, dé seguridad a cada puesto de trabajo y consiga un culpable ante cada accidente dramático que sucede.
Este ha sido un año poco noticioso. Se acabó la Guerra Fría. La economía está en su sexto año de recuperación y muestra el "índice de miseria" (inflación y desempleo) más bajo en casi 30 años. Así es que nuestro sistema político se ha vuelto vulnerable a crisis mayormente creadas por la prensa. Algunos ejemplos:
El reportaje de incendios en varias iglesias negras condujo al presidente y al Congreso a declararlos delitos federales. El incendio premeditado es un horrible y cobarde crimen, pero todo el escándalo se armó sin que nadie comprobara que el número de incendios en las iglesias negras era inusual o que estaban instigados por alguna organización, que las leyes estatales no ofrecen suficiente protección o que la Constitución autoriza esta nueva función del gobierno federal.
El precio promedio de la gasolina ha aumentado 20% en el último año. Esto condujo al gobierno a anunciar dos iniciativas menores que tuvieron efectos contrarios a los buscados, mientras en el Congreso se consideraba la reducción temporal del impuesto a la gasolina.
AT&T, una empresa que creció mucho cuando era un monopolio, anunció el despido de 40.000 empleados el invierno pasado. Tal anuncio, amplificado por reportajes irresponsables en el New York Times, parece haber sido toda la base de la "inseguridad económica" reportada por los medios. Mientras tanto, el empleo total aumentaba por cientos de miles nuevos puestos cada mes y la tasa de desempleo caía a su nivel más bajo en siete años. La absurda repetición del tema de la "inseguridad económica" incrementó las audiencias a las habladeras de tonterías tanto del Secretario del Trabajo Reich como de Pat Buchanan.
Varios accidentes aéreos y el tubo-bomba en la olimpíadas de Atlanta provocaron reclamos por nuevas medidas antiterroristas, aunque no hay evidencia que esos hechos fueron instigados por terroristas. Cada semana, unos dos mil estadounidenses mueren en accidentes o son asesinados, pero sólo los incidentes dramáticos provocan respuestas políticas. La búsqueda de malhechores ha conducido a Clinton a exigir medidas que expanden la definición del terrorismo y al Congreso a imponer duras condiciones a inmigrantes legales.
Como nación hemos perdido nuestro sentido trágico, al reconocer que cosas malas le suceden a gente buena. Una nación que espera que el gobierno impida el incendio de iglesias, que controle el precio del pan y de la gasolina, que asegure cada puesto de trabajo y que encuentre un culpable para cada accidente se expone a una pérdida mucho mayor de vidas y de libertad. Debemos dejar de gemir ante las cámaras y compartir nuestro sentimiento de tristeza sólo en la intimidad de la familia y los amigos, sin esperar que los políticos "sientan" nuestro dolor.
Nuestros políticos deben detenerse a pensar respecto a cada nueva exigencia que se le hace al gobierno. Ante la duda, pospongan toda decisión. No legislen ni regulen ni litiguen sin estudiar a fondo las consecuencias de esas legislaciones, regulaciones y litigios. Muchas de las exigencias que hoy se le hacen al gobierno son triviales o efímeras.
Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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