¿Por qué apoya el FMLN al gobierno asesino de Ortega?
Manuel Hinds dice que el apoyo del FMLN al régimen sandinista de Daniel Ortega en Nicaragua se debe a que su liderazgo e ideas son tan arcaicas que les resulta imposible cambiarlas.
Por Manuel Hinds
Esta pregunta es más interesante de lo que parece. La respuesta podría ser que lo hace porque comparte la misma ideología y la misma indiferencia por las vidas de sus ciudadanos, que hace a ambos el valorar más la permanencia en el poder que todos los muertos que el gobierno de Daniel Ortega ha cargado a su cuenta. La respuesta es más concisa. Lo hacen porque ven que su poder se está erosionando igual que el de los sandinistas, que han recurrido a la destructividad para retenerlo.
Esta similitud existe porque los partidos basados en la verticalidad, la rigidez y el fanatismo tienen un ciclo de vida muy limitado antes de caer en la destructividad como el único vehículo con el que pueden mantener el poder. Inicialmente, tanto el FMLN como el sandinismo usaron la guerra para asaltar el poder. Pero, a la par de la violencia, tenían ideas demagógicas que, aunque después de un tiempo demostraron ser totalmente falsas, en su momento ilusionaron a mucha gente que participó voluntariamente en sus proyectos.
El problema clásico de estos regímenes demagógicos es que, una vez que adquieren el poder, sus ideas rápidamente prueban ser falsas, de tal forma que el triunfo en adquirir el poder marca también el comienzo del periodo en el que esta falsedad se va probando. Cuando este periodo se cumple, y la población cae en la cuenta de que ha sido estafada, la única manera de mantener el poder (que es también el único propósito que los líderes tienen en la vida) es ejercer la violencia. Nicaragua ya llegó a este momento, igual que Venezuela y Cuba hace varias décadas.
Aquí, al igual que los sandinistas, el FMLN ya no tiene más que ofrecer para mantenerse en el poder. En El Salvador, sin embargo, la opción de violencia no existe. Pero lo que sí existe es la certeza de que el partido va hacia su destrucción. La fuerza del FMLN en los últimos diez años provino de la ayuda económica que les dieron los socialistas del Siglo XXI y de la enorme red de clientelismo que el partido creó dando empleo en el gobierno a grandes números de sus partidarios. Pero, al igual que los sandinistas, su fracaso como gobernantes y la falsedad de sus ideas se tradujeron en diez años de gobiernos desastrosos en los que quedó claro que sus décadas de revoluciones no habían tenido otro propósito que obtener el poder. El FMLN ve venir una derrota tremenda en 2019, y con ella el colapso de su cúpula, y la destrucción interna que vendrá al culparse los unos a los otros por la derrota.
Esto lo podría evitar el FMLN, no la derrota, pero sí el colapso de su partido. Pero para eso tendría que cambiar, y eso es prácticamente imposible para el FMLN.
El FMLN fue fundado a finales de los años setenta y sus componentes principales —el Partido Comunista, las FPL y similares— mucho antes. Y desde entonces no ha cambiado en su ideología, en sus estructuras, en sus personas, en su cúpula ni en su lenguaje. Los líderes que pesan en el partido, los que forman su cúpula y su liderazgo formal e informal, siguen siendo los que ya estaban en la época de la guerra. Es como si los líderes de los otros partidos todavía fueran el expresidente Napoleón Duarte, el mayor Roberto d’Aubuisson, el doctor Francisco Guerrero, o sus coetáneos.
Para poder sobrevivir sin tornar sus armas contra la población, algo que no puede hacer en el país, el FMLN tiene que sustituir sus ideas arcaicas y sus líderes igualmente arcaicos. Pero como son ellos, los mismos arcaicos, los que se tienen que sacar porque no han dejado a nadie crecer en el partido, éste no tiene los mecanismos para echarlos y evitar su propia destrucción.
Se han quedado tan atrás que no comprenden que al apoyar al régimen sandinista lo que logran es reducir todavía más el apoyo que la población está dispuesta a darles. En su fanatismo, y en el celo con el que persiguieron siempre el objetivo de que ellos, los comandantes de la guerra, tenían que personalmente mantener su poder, sembraron la semilla de la destrucción del FMLN.
Este artículo fue publicado originalmente en El Diario de Hoy (El Salvador) el 20 de julio de 2018.