Piñera empieza con el pie derecho su segundo mandato en Chile

Hana Fischer señala que el crecimiento más lento de la economía chilena durante los últimos años tiene que ver con políticas de Michelle Bachelet, políticas que podría estar dispuesto a cambiar el gobierno de Piñera si nos guiamos por quienes conforman su gabinete.

Por Hana Fischer

Se preguntarán por qué expresamos que el presidente de Chile Sebastián Piñera empieza su segundo mandato con buenas perspectivas, cuando aún no ha tenido tiempo de realizar nada.

Es una interrogante legítima. La respuesta es que un mandatario comienza a actuar como tal, mucho antes de asumir el poder. Entre que sale electo y toma posesión del cargo, envía señales orientadoras. Entre ellas, una de las más poderosas es cuando comunica quiénes lo acompañarán como ministros en la conducción gubernamental.

Es desde esa perspectiva que el panorama se presenta auspicioso porque en política, los cargos relevantes más que por sujetos, son ocupados por ideas. O sea, esas personas representan una determinada visión del mundo que plasmarán en políticas públicas.

De ahí que no sea lo mismo un nombre que otro. Aquellos que no entienden el sentido cabal de los nombramientos, los interpretan como un mero “reparto” de cargos bien remunerados sin comprender, que —para bien o para mal— esos individuos afectarán sus vidas.

La gente no suele darse cuenta de que las doctrinas “mueven” al mundo. Tal como titula Richard Weaver a su libro, “las ideas tienen consecuencias”. Este autor señala con acierto, que muchas de las desgracias sociales no se deben a causas externas e incontrolables, sino las consecuencias de decisiones poco sabias de los gobernantes.

Tomemos el caso del último gobierno de la exmandataria Michelle Bachelet (2014-2018). Fue un desastre. Esta no es una opinión subjetiva sino que está fundamentada en cifras. Los datos brindados por el Banco Mundial (BM) muestran que en ese período el crecimiento económico se desplomó. En 2013 –último año de la primera administración de Piñera– el PBI había aumentado 4,045 %; en 2014, se desplomó al 1,91%. En el 2016 (último dato disponible del BM), había crecido tan solo 1,589%. Según la previsión del FMI para el 2017, fue de 1,4%.

Los expertos del BM consideran que la causa de esta debacle económica, “fue la caída de los precios del cobre” y que se “espera que el crecimiento se recupere gradualmente a medida que las expectativas privadas mejoren de la mano del aumento del precio del cobre”.

Esta interpretación demuestra que tampoco ellos comprenden las raíces del desarrollo económico. Siguen promocionando la errónea idea de que el motor del progreso son los recursos naturales. Y como los precios internacionales no los pueden fijar arbitrariamente los gobernantes, estos serían “víctimas” de decisiones ajenas. Ergo, las causas de la paralización económica habría que buscarlas “fuera” y no “dentro” de Chile.

Es fácil comprobar que esa explicación es falsa. Incluso, demostrar que durante la primera presidencia de Bachelet (2006-2010) hubo un desaceleramiento económico, a pesar de que el precio internacional del cobre alcanzó cifras récord para aquel entonces.

Con ese fin, presentamos una comparación entre la variación anual del PBI en porcentaje y el correspondiente precio del cobre:

Año Crecimiento del PBI

(% anual)

Precio del cobre refinado 

BML (dólares/ libra)

2006 6,32 3,05
2007 4,90 3,23
2008 3,53 3,16
2009 -1,56 2,34
2010 5,84 3,42
2011 6,11 4,00
2012 5,32 3,61
2013 4,04 3,32
2014 1,91 3,11
2015 2,25 2,50
2016 1,59 2,21
2017 1,40 2,80

Fuentes: Banco Mundial, FMI y Banco Central de Chile
Referencias: — Gobierno de Michelle Bachelet
— Gobierno de Sebastián Piñera

Otra prueba de que los recursos naturales no son el fundamento de la riqueza o pobreza relativa de un país sino las ideas que subyacen bajo las políticas públicas, lo constituye Hong Kong. Ese territorio está formado por unas cuantas rocas vacías y estériles. No tiene recursos naturales. Sin embargo, ostenta uno de los PBI (PPP) per cápita más altos del mundo (US$ 58.322) y es un gran centro industrial, comercial y financiero.

Peter Bauer señala:

“la ausencia de los recursos naturales ha promovido una economía abierta con un gran volumen de exportaciones para pagar las importaciones necesarias. Tal economía requiere de un amplio rango de exportaciones competitivas y también de mercados domésticos competitivos. La asistencia gubernamental a particulares actividades económicas desvía los recursos hacia usos menos productivos y socava la posición competitiva internacional de la economía. Además, en una economía tan abierta como Hong Kong, los resultados despilfarradores de tales subsidios se vuelven evidentes más pronto que en otros lugares. Por lo tanto la misma ausencia de los recursos naturales ha asistido al progreso material al desalentar políticas públicas despilfarradoras”.

Bachelet y su equipo —principalmente el de su segundo mandato— comparten la idea de que la economía de mercado es el gran “villano de la humanidad” porque “concentra la riqueza en unos pocos”. Por consiguiente, han fomentado el estatismo con el fin de favorecer la “igualdad”, lo que trajo aparejado la parálisis de los tomadores de decisión económica.

En cambio, el diagnóstico de Piñera y su equipo es más acertado. Si hubiera que decirlo en forma sencilla, el eslogan sería: Son los incentivos, estúpido.

José Ramón Valente es el nuevo ministro de Economía, lo cual es muy auspicioso. Tiene claro que los creadores de riqueza son los individuos y no los burócratas estatales, tal como se desprende de su interesante libro La rebelión del sentido común: Por qué la gente sabe más que los economistas y los políticos. Si el autor pone en práctica las ideas que expone en esa obra, Chile retomará rápidamente el crecimiento vigoroso, con independencia del precio del cobre.

Vale la pena destacar estos pensamientos suyos:

“La gracia de la economía de mercado es que permite el progreso y el bienestar social aun en un mundo imperfecto en que no todos los seres humanos son saltos de altar”.

La riqueza no existe per se ni surge por generación espontánea sino que es fruto de la creatividad humana. En consecuencia, tampoco es algo fijo. Por tanto, es errado “hacer referencia a la riqueza como una torta por ser repartida […] por lo que mientras más obtengan unos, menos queda para el resto. Se obvia totalmente el hecho de que la torta no existía y que fueron el esfuerzo y la genialidad de los emprendedores los que dieron origen a dicha torta”.

¿Qué pasa cuando se hace una reforma tributaria como la de Bachelet, donde las empresas pasaron a pagar hasta el 27%, con la excusa de que ese dinero extra financiará políticas sociales?

Valente responde que la experiencia enseña, que “cuando un grupo de superdotados creen tener la fórmula perfecta de cómo repartir la torta, el resultado final es que las personas dejan de hacer tortas y se llevan su receta, su esfuerzo y su talento a otra parte”.

Lo peor, según la investigación realizada por Peter H. Schuck, es que la mayor parte de los programas públicos no cumplen con los objetivos para los que fueron diseñados. ¡Menos del 1% del gasto estatal es usado adecuadamente!

Con respecto a las relaciones entre empleados y patronos, Valente considera que con “la perspectiva que nos da vivir en el siglo XXI, sabemos que la mejor protección laboral que puede tener un trabajador es contar con múltiples ofertas de trabajo, de manera que sea él y no quien lo contrata” ni el gobierno, quien decida la condiciones laborales.

O sea, que la causa real de la paralización de la economía chilena durante el segundo mandato de Bachelet, se debió a los incentivos que emergieron de las reformas realizadas. Por un lado, los creadores de riqueza se abstuvieron de hacerlo porque el Estado les arrebataría una parte sustancial. Y por el otro, emergieron mayores incentivos para que los buscadores de rentas presionaran a los gobernantes para obtener arbitrarios beneficios personales.

Es por esta razón que al escoger Piñera a colaboradores cercanos como Valente, está empezando con el pie derecho su segundo mandato y las perspectivas para Chile son alentadoras.

Este artículo fue publicado originalmente en el Panam Post (EE.UU.) el 27 de marzo de 2018.