PIB como medición y el avance tecnológico

Iván Cachanosky y Nicole Leclercq aseveran que "las innovaciones tecnológicas de las últimas décadas han significado un aumento de la satisfacción con una reducción del precio necesario para obtenerla. Las mejoras en la calidad de vida que conlleva el aumento de la productividad no se ve reflejado necesariamente en un indicador como el PIB".

Por Iván Cachanosky y Nicole Leclercq

Nicole Leclercq es investigadora de la Fundación Libertad y Progreso (Argentina).

Un dato para retener es que el llamado 'mundo desarrollado' clásico: Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Australia, Nueva Zelanda y Japón está siendo alcanzado en términos económicos cuando no superado— por las potencias 'emergentes'. Ya en 2001 los países desarrollados creaban apenas el 50% del producto bruto mundial, cuando era el 60% en 1973, según The Economist (septiembre 2006)”.
Federico Mirré1

¿Qué tan eficiente es el PIB para medir el desarrollo de las economías? ¿Es suficiente o es un método muy incompleto? Para empezar vale la pena aclarar que es bueno tener algún tipo de medición antes que no tener nada. Sin embargo, es preciso tener cuidado a la hora de leer los datos porque pueden llevar a conclusiones erróneas o apresuradas.

Lo primero a cuestionar aquí es: ¿qué mide exactamente el PIB? El PIB es la suma del valor agregado de todas las actividades productivas de un país (incluido el gobierno) en un período dado, expresado en términos monetarios.

Se utiliza el término valor agregado para diferenciarlo de lo que es facturación. Es un error común decir que el PIB es la “facturación del país”. Si eso fuera así, se estaría realizando una doble contabilización en cada etapa productiva, por eso es preciso tener en cuenta el valor agregado de la producción.

Se aclara que es en un período dado, porque el PIB es una variable de flujo y no de stock. Y las variables de flujo se miden en períodos de tiempo mientras que las de stock son un instante (deuda o préstamo). Por último, el PIB se encuentra medido en términos monetarios (pesos, dólares, euros, etc.).

Lo importante sin embargo, para ver si un país se desarrolló, es medir el crecimiento del PIB real y no nominal. Para esto se toma un año base para fijar el precio, eliminando el efecto de la inflación. Con esta metodología, si el PIB crece nos garantiza que crece porque hubo más producción y no debido a la inflación. En otras palabras, si el PIB real crece, hubo más producción y se ha creado valor.

En segundo lugar debemos acordar qué significa “el desarrollo”, aceptando que se trata de un concepto reciente en la historia de la humanidad. En este sentido debemos tener una idea comprehensiva del progreso como movimiento precedido por la aceptación o no, de la noción del flujo de determinados bienes y servicios de los que dispone la sociedad como criterio  de evaluación.  ¿Es éste criterio un medidor completo del desarrollo?

El desarrollo no es simplemente mayor disponibilidad de determinados bienes y servicios sino que abarca conceptos relacionados con la optimización de niveles de satisfacción social más generales, tales como quedaron expuestos en desarrollos teóricos de autores como Lionel Robbins, Gary Becker o Douglass North. En otras palabras, “el desarrollo” no abarca sólo la cantidad sino también la calidad de esos bienes y servicios entendiendo que no necesariamente la calidad está relacionada con mayores magnitudes monetarias. Por ejemplo, el gasto público forma parte del PIB en donde generalmente no se corresponden los aumentos de ese gasto con los niveles de satisfacción social en esos sectores. Un caso típico es el aumento del gasto público en educación seguido de una disminución de la calidad educativa, como ha sucedido en Argentina en los últimos años.

Por otro lado, las innovaciones tecnológicas de las últimas décadas han significado un aumento de la satisfacción con una reducción del precio necesario para obtenerla. Las mejoras en la calidad de vida que conlleva el aumento de la productividad no se ve reflejado necesariamente en un indicador como el PIB.

Es por esta razón, que la medición del PIB comenzó a encontrar dificultades con el avance de la tecnología y la innovación. Con el correr del tiempo, los bienes se volvieron cada vez más complementarios y sustitutos entre sí. Por ejemplo, hoy, un celular cumple la misma función que un teléfono, una cámara de fotos, una calculadora, una agenda y un reloj. Si una persona decide cubrir todas las necesidades mencionadas con su celular entonces el PIB de ese país estaría registrando que se compra un celular cuando antes se compraban un teléfono, una calculadora, una cámara de fotos, una agenda y un reloj. En otras palabras antes el consumidor compraba 5 unidades y hoy compra 1 unidad que satisface 5 necesidades. Sin embargo, el PIB real mide producción y 5 es más que 1. Pero, paradójicamente, en este caso, en términos de satisfacción 1 es igual a 5 porque se cubren las mismas necesidades. De esta manera, podemos observar como la tecnología hace insuficiente al PIB como método de medición del desarrollo.

Este problema también nos lleva a preguntarnos cuáles son los países que más producen este tipo de bienes tecnológicos y casualmente son los denominados “países desarrollados”. Muchos son los economistas que marcan y resaltan la falta de protagonismo actual de los “países desarrollados” como porcentaje del PIB. Esgrimen que se están rezagando en el progreso, pero ¿es eso realmente cierto? ¿O tal vez los países desarrollados producen valor que el mismo PIB no es capaz de contabilizar?

Por otro lado, se ha vuelto moneda corriente entre los economistas  comparar los crecimientos del PIB real de los distintos países para ver quienes son los que más se están desarrollando en función de la tasa a la que crecen. Este tipo de análisis nos introduce en otro posible error que consiste en concentrarse únicamente en las variaciones de la tasas y desatender las variaciones de los montos absolutos. Un claro ejemplo de esto es el gran debate de si China podrá alcanzar a EE.UU. en 20 años o no. Debido a que las tasas de crecimiento de China son mayores y las de EE.UU. menores, muchos economistas dan por hecho que China terminará alcanzando a EE.UU. Para ilustrar con un ejemplo, supongamos que un país “A” posee un PIB real de 100 y que al año siguiente incrementa su PIB real a 110. Esto implicaría una tasa de crecimiento del 10%. Por otro lado, el país “B” tiene un PIB real de 10.000 y al año siguiente dicho monto aumenta a 10.100, lo que implicaría una tasa de crecimiento de sólo 1%. Nótese, que la tasa de crecimiento del país “A” es mayor a la del país “B” y sin embargo, el segundo país produjo más unidades que el primer país. En otras palabras, el país “A” solo produjo 10 unidades adicionales de un año a otro mientras que el país “B” produjo 100 unidades adicionales en el año entrante a pesar de tener una tasa de crecimiento del PIB real más baja. Casualmente, países desarrollados que ya poseen un PIB real alto suelen tener tasas más bajas de crecimiento porque manejan montos grandes. Poseer tasas chinas de crecimiento si un país posee un PIB real bajo es fácil, lo difícil es mantenerlas. De todos modos, esto no sería más que un error de lectura y no un error del PIB per se.

Lo que aquí se muestra es la dificultad de realizar comparaciones de los niveles de desarrollo entre países, utilizando al PIB como indicador. Por un lado, se ha mostrado cómo, debido a la tecnología, un incremento del PIB de un determinado país en relación a otro, no necesariamente refleja un mayor desarrollo. Por otro lado, comparar el nivel de desarrollo entre países que poseen diferentes montos de producción, en base a las tasas de crecimiento del PIB puede derivar en conclusiones erróneas.

En síntesis, se ha tratado de poner en evidencia las limitaciones que enfrenta el PIB como indicador para medir el desarrollo, en tanto se considere que el desarrollo de una sociedad implica  la optimización de niveles de satisfacción social, reflejado en  el aumento de la calidad de vida de la sociedad, la cual no se encuentra relacionada necesariamente con mayores magnitudes monetarias. Los avances tecnológicos de las últimas décadas, han significado una mayor optimización de los niveles de satisfacción social, lo que no necesariamente se ha reflejado en un incremento del PIB. Las principales distorsiones entre lo que expresa el PIB y el nivel de desarrollo, se verifican como consecuencia de los desniveles de tecnología entre países; por la distinta manera de comportamiento entre mercados competitivos y sectores monopólicos que no producen bienes comercializables internacionalmente, como es el gasto público del gobierno prestador de servicios que también recoge el PIB.

Como colofón, no hay que subestimar los avances tecnológicos ni las innovaciones ya que cada vez nos cuesta más medirlas. Un reciente video de la Fundación Libertad y Progreso muestra el increíble avance de la tecnología en el mundo, el impacto que ha tenido en el incremento de la calidad de vida del hombre y el progresivo aumento de innovaciones espectaculares que tendrán lugar en los años que nos esperan. Innovaciones y avances tecnológicos que son casualmente inventados y producidos, en varias ocasiones, por los mismos países que “pierden porcentaje de producción del PIB mundial” según algunos economistas.

Referencia:

1. Mirré, Federico. 2010. “2010: El nuevo mundo. La acción diplomática argentina”. Pensando un país. Editorial El Ateneno