A pesar del coronavirus, Suecia se niega a cerrar empresas y limitar reuniones
Johan Norberg dice que a pesar de la percepción popular, nuestra mejor esperanza contra la pandemia es el comercio y la cooperación continua a través de las fronteras.

Por Johan Norberg
Las luces se están apagando en toda Europa, EE.UU. y cada vez más en el resto del mundo. Las fronteras y las ciudades están cerrando, y los gobiernos están imponiendo prohibiciones a las exportaciones. Parece que una de las primeras víctimas del nuevo coronavirus es la globalización.
El Banco Mundial ha estimado que del 80 al 90 por ciento del daño económico causado por las epidemias generalmente proviene del comportamientos de aversión, no de las enfermedades, las muertes, ni de la pérdida de producción asociada. Esta vez, debido a la escala masiva de los cierres, ese costo será mucho mayor.
Quizás no en Suecia, sin embargo. Es difícil predecir incluso las próximas horas o días, pero es interesante que Suecia, el único país europeo que no quiso cerrar sus fronteras, no cerró escuelas y no ha prohibido reuniones de menos de 500 personas, hasta ahora parece contener la propagación mejor que otros países.
Con una hermosa exageración, Bloomberg News informó que “los suecos prueban el modelo de laissez-faire en una controversial respuesta al virus”. Suecia no hizo esto por celo libertario, sino por la tradición de escuchar a los expertos y a las autoridades sanitarias, quienes consideraron que era mejor rastrear casos individuales dentro del país que cerrarlo todo. Cuando todos están esperando los últimos datos epidemiológicos para tomar decisiones, hay menos espacio para la grandilocuencia política y la retórica de hombre fuerte.
También se puede argumentar que la cultura de la responsabilidad personal y la confianza interpersonal facilitan que el gobierno sueco deje las decisiones finales a la gente. Cuando la agencia de salud pública recomienda trabajar desde casa y evitar reuniones innecesarias, la mayoría de los suecos lo cumplen, incluso sin poner a la policía en las calles e imponer sanciones severas. Eso deja el espacio necesario para el conocimiento local y las necesidades personales. Los individuos, las organizaciones y las empresas pueden seguir adelante de todos modos, si su situación particular hace que sea específicamente importante que permanezcan abiertos o que se muevan libremente.
Y, por cierto, podría ayudar que Suecia sea un país de introvertidos, famoso por las relaciones distantes entre generaciones. Los suecos practicaban el distanciamiento social antes de que se pusiera de moda.
Hay razones para temer que este virtual consenso de acordonar naciones enteras fortalecerá el ya en curso impulso reaccionario global en contra del movimiento de personas y mercancías entre fronteras. Si no podemos encontrar el camino de regreso a un mundo abierto después de esto, nuestra reacción al COVID-19 nos hará más daño que el virus. Después de décadas de progreso sin precedentes en la lucha contra la pobreza, el hambre y las enfermedades, estas tendencias se revertirían y estaríamos aún menos preparados para la próxima sorpresa desagradable que la naturaleza nos arroje.
A pesar de la percepción popular, nuestra mejor esperanza contra la pandemia es el comercio y la cooperación continua a través de las fronteras. Las prohibiciones de viajes son en su mayoría un “placebo político”, como lo expresa la investigadora de salud del Reino Unido, Clare Wenham, y lo desaconseja la Organización Mundial de la Salud, por la simple razón de que la COVID-19 ya está en todas partes, pero los suministros vitales y el equipo médico no.
De hecho, parece ser que una de las razones por las que Italia ha sufrido terriblemente es que el cierre de fronteras les dio una falsa sensación de seguridad y les hizo subestimar la propagación que ya estaba ocurriendo dentro del país.
Es fácil ver la lógica política detrás de la prohibicion de las exportaciones de equipos esenciales, implementadas por países como Alemania y Francia en una etapa temprana. Tienes que servir a tu propia población primero, ¿verdad? Pero, es la misma lógica que el acaparamiento de papel higiénico, y tiene el mismo resultado. Obliga a otros a hacer lo mismo, lo que significa que no estará en el mercado cuando realmente tengas que ir.
Durante la crisis mundial de los precios de alimentos de 2010-2011, muchos gobiernos prohibieron las exportaciones de alimentos para asegurar suministros locales. Sin embargo, después descubrimos que estas prohibiciones eran parte del problema. De hecho, representaron el 40 por ciento del aumento en el precio mundial del trigo y casi una cuarta parte del aumento en el precio del maíz.
Entonces, aunque a menudo el mundo se mueva en una dirección nacionalista durante la crisis, es exactamente el momento en que tenemos la necesidad más urgente de acuerdos internacionales para renunciar a las políticas de “empobrecer al vecino”.
La riqueza, la tecnología de las comunicaciones y la ciencia abierta han hecho que nuestras respuestas a las enfermedades sean más rápidas que nunca. En un mundo más pobre y cerrado, sin transporte masivo, los microorganismos viajaban más despacio, pero viajaban libremente, ocurriendo durante cientos de años, hasta tomarnos a todos uno por uno. Hoy nuestra respuesta también es global y, por lo tanto, por primera vez, la humanidad tiene una oportunidad de luchar.
Hospitales, investigadores, autoridades sanitarias y empresas farmacéuticas de todo el mundo pueden ahora suministrarse información. Pueden coordinar esfuerzos para analizar y combatir el problema. Al organizar pruebas clínicas en muchos países simultáneamente, pueden alcanzar una masa crítica de pacientes que nunca hubieran encontrado en casa.
El ritmo de la respuesta ha sido extraordinario. Después de haber tratado de ocultar el brote durante semanas, China anunció que había encontrado un nuevo coronavirus el 2 de enero. Utilizando tecnologías desarrolladas al otro lado del globo, los científicos chinos podían leer el genoma completo del virus y publicarlo en un nuevo centro mundial de investigación médica en tan solo una semana. Esta información permitió a los investigadores en Berlín desarrollar una prueba para detectar infecciones en solo seis días. Esta prueba es la que ahora usamos para rastrear a las personas infectadas en todo el mundo, excepto en EE.UU., donde los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) insistieron en mantenerla fuera y desarrollar una prueba doméstica defectuosa, la cual retrasó los esfuerzos estadounidenses durante varias semanas.
Cuando alguien revele el mecanismo del virus, los investigadores y algoritmos de todo el mundo pueden ponerse a trabajar en formas para atacar sus puntos débiles. El 25 de marzo, ni si quiera tres meses después de que China admitiera que un nuevo virus estaba suelto, la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU. enumeró 143 potenciales medicamentos y vacunas contra del virus, para las cuales ya se están reclutando (o preparándose para reclutar) pacientes para participar en pruebas clínicas.
Esas empresas, al igual que nuestros sistemas de atención médica, dependen desproporcionalmente de trabajadores inmigrantes. De acuerdo con la asociación sin fines de lucro de defensa de migrantes Partnership for a New American Economy, ocho de cada diez patentes médicas de las principales universidades de EE.UU. son inventadas por alguien nacido fuera del país. En otras palabras, las prohibiciones de inmigración matan a los estadounidenses.
Eso no es todo. La globalización podría incluso evitar que ocurran muchas pandemias. Un estudio de 2019 realizado por investigadores de las universidades de Oxford y Tel Aviv mostró que los viajes frecuentes entre poblaciones nos hacen atrapar muchos microbios, pero también aumentan nuestra inmunidad contra nuevas cepas. Entonces, los brotes apocalípticos se vuelven menos probables. Esta es la razón por la cual las poblaciones previamente aisladas están en mayor riesgo, desde los nativos americanos después de 1492, hasta la gripe porcina de 2009, cuando 24 de los 30 países más afectados eran naciones insulares.
La movilidad humana es como una “vacuna natural”, dice Robin Thompson de Oxford. Los investigadores especulan que esto podría ayudar a explicar la ausencia de una pandemia global tan grave como la gripe española en los últimos 100 años.
Eso no ayuda en lo absoluto cuando un virus que antes solo afectaba animales muta y salta a los humanos, como el nuevo coronavirus. En ese caso no tenemos resistencia y puede extenderse rápidamente.
Pero si los investigadores tienen razón, el motor de los aviones ha salvado millones de vidas de las pandemias, tan solo en las últimas décadas. Y como incluso los gobernantes socialdemócratas de Suecia enfatizan en este momento, la mayor amenaza para nuestra economía, nuestros trabajos y nuestra salud es que los aviones dejen de volar y que los camiones se atasquen en las fronteras.
Eso también vale la pena tenerlo en cuenta antes de apagar las últimas luces.
Este artículo fue publicado originalmente en Reason (EE.UU.) el 25 de marzo de 2020.