Parejos en la tragedia
Macario Schettino destaca los resultados de México en las últimas evaluaciones educativas PISA y concluye que, sin importar el nivel socio-económico, los estudiantes mexicanos muestran un desempeño deplorable.
Ayer comentábamos que México prácticamente no ha mejorado nada en las evaluaciones de PISA. Así es, pero también es conveniente comentar que los cambios en estas pruebas no son rápidos. Utilizando información comparable (que PISA ofrece para el período 2006-2015 en las tres materias que se evalúan), es raro el país que avanza o retrocede más de cinco puntos cada tres años. Finlandia pierde, en promedio, 10 puntos cada tres años en cada una de las tres. Nueva Zelanda y Corea pierden seis puntos, y con cinco están Hungría, Eslovaquia y Australia. México, en promedio, gana un punto en cada aplicación en cada materia, lo mismo que Letonia, Irlanda y Reino Unido. Los que más avanzan son Italia, España y Japón, con promedio de cinco puntos, Noruega con siete, Israel y EE.UU. con ocho y Portugal con nueve.
No está de más recordar que en otras ocasiones se ha festejado (justamente) a países como Corea o Finlandia, que tienen un gran nivel educativo, pero como puede ver, lo están perdiendo a grandes pasos. No es fácil avanzar, y sí se puede caer, incluso entre los países más exitosos. Así que si usted tenía la idea de que es posible “mover a México” muy rápidamente en el tema educativo, más vale que la olvide. No es así.
Otra idea errónea con respecto a la educación tiene que ver con el tema socioeconómico. Hay quien se la ha pasado insistiendo en que el bajo nivel educativo es producto de la pobreza, y que no hay manera de resolver la calidad sin que primero se cambie el modelo económico, y cosas parecidas. Bueno, pues resulta que, al menos en México, esto no tiene ningún sentido. PISA también ofrece información del puntaje obtenido de acuerdo con el nivel socioeconómico de los alumnos (según ellos mismos lo califican). Se divide en cuatro niveles por la situación socioeconómica, y al comparar lo que obtiene cada grupo, resulta que México es uno de los países más igualitarios.
En matemáticas, la diferencia entre el mejor y peor nivel va de 26 puntos en Argelia a 117 puntos en China (Beijing, Shanghai, Jiangsu y Guangdong). De los 69 países que presentaron la prueba, estamos en el lugar ocho, y no hay ningún país de la OCDE más igualitario que nosotros. En lectura, el rango va de 19 a 129 puntos, nuevamente con Argelia y China en los dos extremos. Ahí estamos en el lugar 20 de 69, y los únicos países de la OCDE mejor que nosotros son Islandia, Turquía, Noruega, Estonia y Letonia, cinco de 35. En ciencias, el rango va de 22 a 125 puntos, con Argelia en el extremo inferior y Luxemburgo en el superior (China quedó en segundo). Nosotros estamos en lugar 16, y sólo Islandia y Turquía, de la OCDE, están mejor que nosotros.
Esto significa que, en México, no importa si un niño es rico o pobre, vive en lugares urbanizados o no, asiste a escuela pública o privada: de cualquier manera su educación es deplorable. Apenas un puñado de jóvenes sobrevive al sistema educativo en nivel de excelencia. Según mis cuentas, hay 2,3 millones de jóvenes de 15 años, y alrededor de dos millones cien mil cumplen su educación básica. En nivel de excelencia tenemos dos mil 500 en ciencias, seis mil 750 en lectura y siete mil en matemáticas.
Por debajo del mínimo indispensable hay un millón 300 mil en ciencias, un millón 200 mil en lectura y un millón 755 mil en matemáticas. Las deficiencias en educación en México (y en América Latina, otro día lo vemos) no están asociadas al nivel socioeconómico, como tanto se ha dicho, pero todo indica que sí tienen relación con otra de las grandes quejas: que nada más vendemos mano de obra barata. Bueno, pues es lo que hay.
Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 8 de diciembre de 2016.