El buen y el mal camino del empleo

Víctor Pavón explica que hay una buena forma de crear empleos y una mala forma, la primera es sostenible y efectiva.

Por Víctor Pavón

Familias enteras en mi país han emigrado hacia otras latitudes, siendo la principal causa no porque querían alejarse de su propia tierra sino porque deseaban tener la oportunidad que aquí no encontraban. El empleo es esa oportunidad. Prueba de ello son las importantes remesas de dinero provenientes del extranjero por parte compatriotas que así financian los gastos e inversiones de sus familiares.

Infelizmente, en el tema del empleo y salarios continúan prevaleciendo ciertas ideas que luego se vuelven realidad mediante leyes y políticas que terminan inexorablemente con la intervención estatal. ¿Por qué por ejemplo durante décadas miles de campesinos no salieron de la pobreza a pesar de que los sucesivos gobiernos les regalaron tierras, créditos subsidiados y semillas?

Lo mismo ocurre en las ciudades en las que prevalece la legislación laboral rígida que en vez de promover la igualdad ante la ley, más bien se ha convertido en una protección a una de las partes. Lo que se ha visto en los últimos años es que a las empresas grandes la incidencia legislativa laboral les resulta de alguna manera más fácil de sobrellevar. Sin embargo, muy diferente ocurre con las llamadas pequeñas y medianas empresas a las que el perjuicio está en directa relación con su crecimiento y precisamente en la contratación de nuevos empleados. De ese modo, muchos emprendedores prefieren mantener sus negocios en el nivel familiar e incluso son incentivados a la informalidad.

En este país por supuesto que se pueden crear muchos empleos. Paraguay posee no solo abundante energía renovable, continuamos con una baja presión tributaria con un sistema impositivo todavía sencillo (comparado con nuestros vecinos la Argentina y el Brasil) a lo que se suma una importante población de jóvenes ansiosos por librar sus propios desafíos. Pero, ¡el desempleo sigue alto! Para lograr más puestos laborales hay que identificar a los que realmente lo hacen. Y no es el Estado el buen camino tal como en su momento propuso el economista John Maynard Keynes allá por la década del treinta del siglo pasado en su programa gubernamental, un programa que por cierto todavía se sigue enseñando en las universidades y seduce a los políticos.

Este tipo de empleo sin una carrera administrativa para el funcionario público que limite el gasto corriente es política y económicamente dañino para todos debido a que necesariamente implica crecimiento del gasto público con fuerte ligazón a la política prebendaria y corrupta, todo lo cual se se termina financiando con más impuestos y hasta con emisión monetaria. Este es el mal camino.

El buen camino es otro y distinto. Los empleos para el progreso se encuentra en la área de acción de los individuos y las empresas privadas. Y para ello especialmente los gobernantes deben reconocer que Paraguay no es una isla. Estamos conectados, queramos o no, a un mundo que impulsa una fuerte competencia por mejores bienes y servicios, siendo necesario atraer a más empresas que inviertan.

La inversión de capital vendrá y se quedará cuando se muestren señales concretas mediante menos trámites, menos burocracia, se simplifique la legislación laboral garantizando los pactos libres entre el trabajador y el empleador; en suma, cuando exista más libertad económica, seguridad y justicia. Este es el buen camino, aquí y en cualquier parte del mundo.