Pánico y paranoia

Roberto Salinas León asevera que "La descoordinación, junto a la falta de claridad en las declaraciones y comunicaciones de las autoridades en Washington, alimentaron el miedo y provocaron la crisis".

Por Roberto Salinas-León

Una de las características más sobresalientes de la crisis financiera global es la profunda desconfianza manifestada por los inversionistas. El resultado ha sido venta de pánico generalizado, el temor de bancarrota personal ante la caída de los valores de activos tanto financieros como inmobiliarios.

Las crisis y episodios de pánico no son nada nuevo. Pero el actual episodio de brutal ajuste financiero es histórico. La caída de los índices bursátiles (Standard & Poor's y el índice mundial de acciones globales) bajaron a niveles no vistos desde hace once años.

Esta caída recuerda el periodo 2000-2002, los tres años negros, donde se acumularon los efectos de la crisis de las empresas “punto.com”, los atentados terroristas del 11 de septiembre y la crisis de confianza por el desplome de empresas como Enron y Worldcom.

En esos años hubo una sustitución de valores, de renta variable a renta fija. Pero la caída este año incluye los índices más sólidos de renta fija, desde fondos de bonos corporativos triple AAA hasta fondos de oro y otros bienes de supuesto valor intrínseco.

En este año 2008, año negro de pánico y paranoia, el único bien que registra saldo positivo es el índice de bonos del tesoro. La paradoja es que ante el miedo de los inversionistas ha ocurrido una fuga hacia el dólar.

El pánico surgió, en parte, por la burbuja inmobiliaria que, de alguna forma tenía que reventar. El endeudamiento del sector privado fue incentivado por un conjunto de políticas fiscales y monetarias laxas. Sin embargo, ese factor no explica la particularidad de una crisis que ha registrado números rojos en todos los indicadores globales, tanto de renta variable como de renta fija, con la sola excepción de los bonos del tesoro estadounidense.

Una explicación de tan exagerado ajuste financiero es la secuencia de errores de estrategia económica bajo la administración Bush. Por ejemplo, las señales mixtas y mal concebidas que se enviaron al decir una cosa y hacer otra en el rescate de Fannie Mae y Freddie Mac, o dejar que Lehman Brothers cayera, mientras se daba luz verde a la compra de Merrill Lynch o, la peor de todas, enviar el paquete de rescate a votación del Congreso sin contar anticipadamente con los votos requeridos para su aprobación.

La descoordinación, junto a la falta de claridad en las declaraciones y comunicaciones de las autoridades en Washington, alimentaron el miedo y provocaron la crisis. Así vemos que el mundo financiero está viviendo una crisis de confianza, no de liquidez.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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