País bananero por venir

Manuel Suárez-Mier dice que el Presidente electo ya le ha costado al país por decisiones irracionales como la de someter la continuación del proyecto del nuevo aeropuerto para la ciudad de México a una consulta popular.

Por Manuel Suárez-Mier

El término derogatorio “república bananera” se acuñó para calificar a países, pequeños e inestables, con frecuencia mono-productores de algún producto primario, que en el caso de Centroamérica y, sobre todo de Honduras, fue la cosecha de plátano.

La economía del país bananero suele ser el “capitalismo de compadrazgo” con intensa injerencia del gobierno, e imperan las ocurrencias y los caprichos del caudillo, en un régimen que sistemáticamente destruye riqueza y genera incentivos para que se clausuren o no se emprendan proyectos rentables.

Gasto público creciente y desperdicioso que privilegia regalos a clientelas políticas, que se pagan confiscando de quienes crean riqueza, tarde o temprano conlleva déficit fiscales crecientes que ya no son financiables en los mercados al haberse perdido la confianza, y conducen a parálisis, devaluación y ruina. 

Por increíble que parezca, éste es el curso de acción que ya definió el próximo gobierno cuando aún no accede al poder por decisiones irracionales como la del aeropuerto, que según estima GEA costará a la nación 440 mil millones de pesos, y al conformar un equipo sin experiencia, obsecuente y mediocre.

La destrucción de riqueza empezó al nombrar a cuates del líder en puestos clave, como un agrónomo tropical tabasqueño para dirigir Pemex, que requiere de expertos en hidrocarburos y de financieros para manejar con habilidad su elevada deuda. Tal decisión causó la caída en el valor de sus bonos, y el consecuente costo por intereses aumentó en 500 millones de dólares.

El anuncio de quién será la próxima secretaria de Energía que esa entidad absorberá los entes autónomos que hoy regulan los mercados de hidrocarburos y energía, implica matar la reforma energética, lo que sumado a la promesa que se dejará de exportar crudo y la terquedad en construir la refinería en Tabasco implicaron que se elevaran los niveles de riesgo y los costos para ese sector.

Estos son botones que muestran un sistemático desprecio a las leyes e instituciones vigentes, y el anuncio claro que el próximo gobierno actuará como se le dé la gana, a partir de las iluminadas ocurrencias del líder y recurriendo a “consultas” populares ilegales, sesgadas e inválidas.

Hay otros caprichos, como bajar los impuestos en la faja fronteriza, con efectos letales en la recaudación, no sólo de los negocios que allí operan sino por los muchos que ya planean cambiar su domicilio fiscal. O despedir al segmento ejecutivo pensante del gobierno, quedándose con la burocracia “de base”, que será incapaz de operar un gobierno competente y eficaz.

La desarticulación del gobierno federal quedará completa con la necedad de mandar a provincia a la mayoría de las entidades, mientras se cercena el pacto federal con los delegados estatales y distritales, se neutraliza al Congreso con la sólida mayoría de morena, y se amaga la autonomía del poder judicial, todo ello tendiente a centralizar el mando en el líder para que se haga su voluntad.

Su decisión aeropuertuaria, el circo en que la sustentó y la retahíla de embustes en sus anuncios públicos son avisos que hay que tomar sus palabras literal y seriamente, pero sólo aquellas que corresponden a sus dogmas más arraigados y no a la farsa que idearon sus asesores como Alfonso Romo, al disfrazarlo de político moderno y pragmático.

La ficción que su gobierno sería un dechado de honestidad, yace en medio del fétido pantano creado por sus imposturas y fraudes, como regalarle la luz a sus paisanos por 20 años con enormes pérdidas para Comisión Federal de Electricidad (CFE), que pagamos todos. Ahora se trata de extender la república bananera de Tabasco al resto del país, emulando a su auténtico héroe, el dictadorzuelo Tomás Garrido Canabal.

Este artículo fue publicado originalmente en Asuntos Capitales (México) el 2 de noviembre de 2018.