Oportunidades y amenazas a la libertad económica en Chile
Erika Donjuan Callejo y destacan que aunque Chile tiene mucho trabajo pendiente para llegar a los niveles de desarrollo del primer mundo, no se puede negar el gran progreso que ha logrado gracias a la liberalización económica que experimentó durante las últimas décadas.
Por Erika Donjuan Callejo y Miguel A. Cervantes
En los últimos meses las recientes protestas en Chile han creado confusión y puesto en duda los avances económicos y sociales que este país ha tenido. La situación se ha ido agravando por culpa de la violencia de las protestas que iniciaron por el incremento a la tarifa del metro y ahora se han sumado otros temas. Si bien Chile todavía puede mejorar, el país ha progresado significativamente en múltiples indicadores durante las últimas décadas. De tal manera que, digámoslo claro: Chile no es un país tercermundista.
Dicho esto, el país debe incrementar su nivel de libertad económica, no reducirla. Lamentablemente, el riesgo que amenaza a este país es que estas protestas han sido acogidas y motivadas por la izquierda radical e indudablemente pueden llevar a Chile al camino a la servidumbre (en alusión al libro de Friedrich August von Hayek).
El viernes 15 de noviembre se celebró el llamado Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución el cual, firmado por la mayoría de los partidos políticos, insta a organizar un referéndum en el mes de abril de 2020 en el que se preguntará a la población si está a favor o en contra de que se reforme la carta magna que se adoptó en 1980 bajo el mandato de Augusto Pinochet. Si la respuesta ciudadana en dicho referéndum es afirmativa (cómo anticipan ya varios sondeos) la población podrá elegir dos opciones:
- Que la redacción se deje a cargo de una Convención Constitucional integrada exclusivamente por la ciudadanía y la sociedad civil, o
- Que la redacción esté a cargo de una Convención Mixta Constitucional que agrupe en partes iguales a representantes sociales y legisladores.
Cualquiera que sea la opción elegida por los ciudadanos para diseñar la próxima carta magna, su redacción se estima pueda llevar hasta un año y posteriormente tendría que ser sometida a un referéndum popular. Por otra parte, no se debe perder de vista que la "hoja en blanco" será tanto para la opción de Convención Constitucional, como para la Convención Mixta Constitucional. La hoja en blanco quiere decir que la redacción de la nueva constitución parte sin ningún artículo previamente escrito, esto es, que se redactará desde cero y que no será utilizada la Constitución de 1980 como referencia para la creación de la nueva.
Esta situación presenta un riesgo que no debe ser minimizado, debido a que la izquierda radical ha tomado partido y ha alzado la bandera en representación de las voces ciudadanas. Esto genera un peligro inminente que amenaza en el corto, mediano y largo plazo la libertad económica de los chilenos. De hecho, en el corto plazo debido a las protestas tan violentas ya se observan daños importantes a la economía principalmente para las pequeñas y medianas empresas, desde una caída dramática en sus ventas, así como cierres y pérdidas de empleo. También se ha afectado al peso chileno, que cotizó en un mínimo histórico a 802,63 unidades por dólar. El ministro de Hacienda, Ignacio Briones, estimó que el prolongado estallido podría provocar unos 300.000 nuevos desempleados.
Pero la preocupación más importante es el largo plazo, ya que, si los ciudadanos se dejan convencer por la izquierda radical, el riesgo de redactar una nueva constitución con bases socialistas constituiría un retroceso grave para Chile. Esto no es una exageración.
Por ello es importante poner en contexto la mayor información estadística y cuantitativa posible que permita discernir la realidad económica de Chile. De acuerdo con el Informe Anual de Libertad Económica en el Mundo del Fraser Institute, Chile es la economía más libre en Latinoamérica y la número 13 en el mundo ocupando el mismo lugar que Estonia y Dinamarca. Tiene un índice de 7,9 sobre 10. Pero el éxito de Chile no ha sido valorado porque existen muchos mitos alrededor de este.
Por un lado, un sector de una izquierda enfermiza que desprecia todos los avances de Chile, le da a Chile un trato de país subdesarrollado, no considera ningún indicador económico y social y simplemente tira por la ventana todos los avances que le han costado al pueblo chileno, exagerando la desigualdad a pesar de que esta y la pobreza absoluta han disminuido. Este sesgo se acentúa en estos días con las discusiones sobre Evo Morales. La izquierda radical celebra las pequeñas acciones de Evo Morales, aunque exista más pobreza extrema en Bolivia y casi el mismo nivel de desigualdad que en Chile.
Esta visión de la izquierda enfermiza esta lejos de la realidad. Chile en 1970, antes de Salvador Allende, no era una economía de mercado, sino que era una economía donde existía el capitalismo de compadres, que seguía el modelo de la sustitución de importaciones que era practicado en todo Latinoamérica, creando pobreza, exclusión, bajo crecimiento, y destrucción del tejido social. Cuando hay presencia del capitalismo de compadres se polariza la sociedad, se nutre a los liderazgos de izquierda y eso fue lo que facilitó la llegada de Allende.
Dos años después de la llegada de Allende, empezaron las expropiaciones, y el intervencionismo del estado aumentó en general. Los controles democráticos se rompieron, hubo injerencia en el sistema legal. Allende no respetó las instituciones. La inflación comenzó a aumentar, así como las protestas, la incertidumbre, y la escasez de bienes y servicios. Las acciones de Allende polarizaron a la sociedad.
Con la llegada de Pinochet no hubo una terapia de choque, sino que simplemente se volvió a la normalidad. La inflación empezó a bajar, se terminaron las expropiaciones y empezó una pequeña apertura hacia el exterior. Con Allende la libertad económica había caído a un nivel tan bajo, que regresar a la normalidad parecía ultraliberal. Pinochet invitó a los Chicago Boys, que eran economistas de la Universidad Católica de Chile que estaban en la facultad desde 1960 y habían sido entrenados por la Escuela de Chicago. Con Pinochet obtuvieron la oportunidad de poner en práctica sus teorías. Sin embargo, es deshonesto decir que había un amasiato entre los Chicago Boys y Pinochet. Los Chicago Boys vieron la oportunidad de hacer un mejor porvenir para Chile dentro del contexto en el que se encontraban.
A partir de 1974 en que Pinochet asume la presidencia por Decreto de la Ley 527, iniciaron las reformas en Chile. En los primeros años de Pinochet estas incluyeron la reforma de las pensiones, el cambio a la ley minera y otras más. De 1975 a 1979 la libertad económica en Chile todavía se encontraba por debajo del promedio latinoamericano (considerando los datos de libertad económica del Fraser Institute). Fue en 1980 cuando la libertad económica de Chile iguala al promedio latinoamericano y en 1985 empezó a superar el promedio latinoamericano gracias al efecto de estas reformas. Además, en 1985, con el ministro de economía Hernán Büchi, también se hicieron las reformas de libre mercado que harían una radical transformación, y certidumbre a largo plazo para atraer inversiones extranjeras. Desde 1985 la economía chilena despegó como un cohete y ha superado en crecimiento a todo Latinoamérica, con un ensanchamiento de la clase media y una considerable reducción de la pobreza en términos absolutos.
La economía de mercado permitió que Chile lograra volver a la democracia sin odio ni violencia y, además, le brindó estabilidad. Después de que Pinochet dejó el poder en 1990, una coalición centro-izquierda ha gobernado el país y ha mantenido las políticas que dejó el ministro de economía Büchi y los Chicago Boys. Una lección que se comprendió, es que independientemente de la ideología, las variables macroeconómicas deben respetarse.
Por la certidumbre que generaron las reformas emprendidas desde 1975, Chile se convirtió en un país líder para la inversión minera. La riqueza minera ha ayudado a sostener el desarrollo económico. Ahora Chile se ha diversificado en sus exportaciones, que antes eran dominadas por el cobre. Hoy en día Chile exporta uvas, frutas, bayas, pescado y vinos –el salmón y los vinos chilenos se destacan a nivel internacional. Chile está cerca de entrar al club exclusivo de países desarrollados.
Desafortunadamente, en los últimos años Chile cayó en la tibieza. Las elites intelectuales y empresariales vivían en la falsa seguridad que ya Chile había llegado al libre mercado en su máxima expresión. Y por ende, no había urgencia de profundizar las reformas de libre mercado, cuando todavía había mucho trabajo que hacer, para que Chile llegara al nivel de Singapur, Irlanda, y Suiza. Algo que quedo pendiente fue privatizar las empresas de estado, las regulaciones laborales, reforma regulatoria, reducción de impuestos, mayor apertura a la inversión extranjera, y nuevos acuerdos comerciales. Si Chile hubiera continuado con esas reformas, el crecimiento y la prosperidad hubieran continuado a un ritmo acelerado, pero se cayo en una tibieza que hoy se esta pagando.
Vale la pena ver la evolución de los componentes del ranking de libertad económica del Fraser Institute. Hoy en día el puntaje de libertad economica es de 7,9 como mencionamos arriba. En 1985 el puntaje era 5,63, en 1975 era de 3,5, que es comparable a lo que Venezuela tiene actualmente.
- En el primer componente, tamaño del gobierno, Chile recibe un puntaje de 8,2. En 1975 el puntaje era de 4,7 y en 1970 el puntaje era de 4,9. La razón de la mejora en estos componentes es la disminución de las empresas estatales y del impuesto sobre la renta. En 1975 la inversión pública como porcentaje de la inversión total era del 77 por ciento, la cual disminuyó al 32 por ciento en 1980 y 16 por ciento en 1985, actualmente es del 10 por ciento. Como vemos fueron cambios graduales, no fue una privatización a ultranza. En cuanto al impuesto sobre la renta personal (ISR), en 1975 la tasa mayor fue del 60 por ciento y disminuyó al 56 por ciento en 1985, 50 por ciento en 1990, y 40 por ciento en el 2002. En 2017 la tasa máxima del ISR personal bajo al 35 por ciento. Como vemos, Chile tuvo una mejora con respecto a 1975 cuando los impuestos eran claramente confiscatorios, pero cabe aclarar que tampoco ha sido un paraíso fiscal.
- En el segundo componente, sistema legal, Chile tiene actualmente el puntaje de 6,5 el más alto en Latinoamérica. En 1975 era de 3,5 y en 1970 era de 1,02. Aunque hace falta trabajo para que Chile este en este componente en los mejores 10 países, no se puede negar el gran esfuerzo que se ha hecho para tener un gran sistema legal. En el sistema legal chileno destaca: la independencia judicial; una gran mejora en la protección de los derechos propiedad, componente que en 1970 era de cero; poca injerencia del ejército en el sistema legal; y una gran facilidad y transparencia para hacer transacciones de bienes raíces. Destaca también la profesionalización de la policía. Todo esto hace de Chile un país de instituciones jurídicas sólidas donde se respeta la integridad de las personas y sus bienes.
- En el tercer componente, moneda sana, Chile ha tenido una gran mejora. La nota actualmente es de 9,5 al mismo nivel que los países desarrollados. En 1975 Chile toco fondo con una nota de cero, hoy en día la inflación es baja, estable y se permite que la gente tenga cuentas en divisas. Sin embargo, esto no siempre fue el caso, ya que Chile sufrió la hiperinflación en 1973 y aunque se empezó a controlar, siempre estuvo en 2 dígitos y no fue hasta 1995 cuando se redujo a un solo dígito.
- En el cuarto componente, llamado libre comercio, Chile ha tenido un avance significativo. Chile es un país abierto al libre comercio de forma unilateral. Actualmente tiene una nota de 8,34, pero en 1970 la nota era de 2,27 ya que era una economía cerrada al comercio. El arancel promedio en 1970 era de 105 por ciento, este se redujo en 1975 a 55 por ciento, luego en 1985 a 30 por ciento. Finalmente, el arancel promedio disminuyó al 6 por ciento en el 2003, y de ahí se mantuvo estable hasta el 2016. En el 2017 el arancel promedio se redujo 1,04, uno de los más bajos del mundo. Algo también significativo es que no hay tipo de cambio paralelo desde 1985. También destaca su apertura a la inversión extranjera. Esta apertura al comercio internacional ha requerido de un gran esfuerzo, y contrario a la leyenda, no fue una apertura radical de un día para otro. Tardó muchos años de bajar los aranceles, hasta llegar al nivel actual.
- En el quinto componente, regulaciones crediticias, laborales y empresariales, Chile ha tenido un gran desempeño. El puntaje en este componente es de 7,0 pero en 1975 era de 4,6. En crédito destaca una mayor competencia bancaria ya que en 1975 más del 60 por ciento de los depósitos estaban en bancos del estado y el crédito era absorbido por el gobierno. En cuestiones laborales, los contratos fijos solo se pueden renovar cada 12 meses. En Chile no existen restricciones al trabajo de horas extras, trabajo nocturno, los fines de semana y los días festivos. Se permite el despido justificado, sin embargo, cabe aclarar que es muy costoso despedir. Los contratos colectivos se hacen en su mayoría a nivel país. Por otro lado, todavía existe el servicio militar obligatorio. Creemos que en el tema laboral Chile necesita todavía trabajar para hacer que el mercado laboral sea más flexible. Las regulaciones empresariales de Chile tienen son transparentes y previsibles. Es fácil abrir una empresa y no es costoso. Por otro lado, Chile necesita mejorar en los requerimientos administrativos, esto es, los requisitos para obtener las licencias para operar y los trámites para realizar el pago de impuestos. Sin embargo, no se pueden negar las importantes mejoras que se han dado en este componente desde 1975.
Si bien Chile tiene espacio para mejorar en los componentes de libertad económica, también es imperativo demostrar cómo hasta antes de las protestas, Chile ha sido una de las economías latinoamericanas con los mejores indicadores de desempeño económico y de calidad de vida. Esto contradice lo que dicen las voces de izquierda y es necesario mostrarlo para evitar retroceder. Tan sólo basta comparar a Chile con otros países latinoamericanos, veamos los siguientes ejemplos:
- Chile es el país donde la pobreza extrema ha casi desaparecido con solo 0,7 por ciento de su población viviendo en pobreza extrema. En Bolivia, en cambio, 5,8 por ciento de la población se encuentra en esta situación.
- Según un informe de la OCDE, Chile tiene un alto nivel de movilidad social, incluso más que algunos países europeos.
- El PIB per cápita anual (dólares del 2010) en 2018 de Chile es de $15.130, el más alto de los países latinoamericanos, mientras que el de México es de $10.385, Bolivia de $2.560, Cuba de $6.664, El Salvador $3.511, Argentina $10.040.
- Chile se encuentra en la posición 44 del Índice de Desarrollo Humano (IDH, 2017). Nuevamente, para ponerlo en contexto, México se encuentra en el lugar 74, Guatemala en el 127, Venezuela en el 78, Colombia en el 90. En fin, ningún país latinoamericano aparece en los primeros 45 lugares de un total de 189 países evaluados por las Naciones Unidas. Recordemos que el IDH considera tres temas: salud, educación y nivel de vida.
- Chile ocupa además la posición número 36 en el ranking de 192 países en los que se mide la esperanza de vida (datos de 2017) con 79,73 años, esto lo ubica en la categoría media-alta. Si se observa la evolución de este indicador en los últimos años, ha subido constantemente.
- La escolaridad promedio de Chile es de 10,3 años (datos de 2017), por encima de varios países latinoamericanos. Por ejemplo, en México es de 8,6, en Colombia de 8,3, Brasil de 7,8, Guatemala de 6,5 años.
- Incluso si consideramos la corrupción, otro de los temas de las protestas actuales, si bien como todos los países latinoamericanos la corrupción es un cáncer que detiene su desarrollo, no debe pasar desapercibido que en el Índice de Percepción de la Corrupción (2018); Chile ocupa el lugar 27, cuando ningún otro país latinoamericano está entre los primeros 30 lugares. En este mismo año, México ocupa el lugar 138, Cuba 61, Venezuela 168, Argentina 85, y Bolivia 132.
Si bien es necesario reconocer que aún falta mucho por hacer para que Chile llegue al mismo nivel de desarrollo de Hong Kong, Suiza e Irlanda, no se debe retroceder. No se debe caer en recetas fáciles como aumentar el gasto público para lanzarle dinero a los problemas y acallar las voces, ni impulsar medidas constitucionales que hagan retroceder los avances que Chile había logrado hasta este momento.
Sin lugar a duda, cuando un país avanza, se crean nuevas expectativas y nuevos retos. Estas nuevas expectativas se deben resolver, pero no por la vía del socialismo.
Chile debe mejorar en los componentes de libertad económica donde se encuentra bajo. Debe flexibilizar su mercado laboral y reducir los costos burocráticos. También es importante que reduzcan los impuestos para estar al nivel de economías más libres como Hong Kong. Es importante privatizar las empresas estatales que quedan como CODELCO, ENAP, etc. Es importante que Chile utilice su apertura comercial para hacer nuevos acuerdos de libre comercio e integrarse mas en las cadenas de valor mundiales. Chile debe abrir la puerta a la inmigración calificada para complementar su capital humano. Estos y otros cambios se deben seguir impulsando para sentar las bases para que Chile siga avanzando hacia mejores niveles de vida. La esperanza es que la solución a los conflictos que hoy se viven en Chile sean siempre por el camino de la libertad y no por la vía del socialismo que tanto daño ha hecho a otros países latinoamericanos como Venezuela y Cuba.