Nuevas modas, viejas realidades

Roberto Salinas León dice que "a pesar de las nuevas modas", persiste la realidad de que "por cada peso gastado en el sector público, habrá, por necesidad, un peso menos para consumo, ahorro o producción en el sector privado".

Por Roberto Salinas-León

El “estado de bienestar” destruye el vínculo entre esfuerzo y recompensa. El resultado final es la insolvencia de estados y el parasitismo, alimentado por políticos que ganan elecciones ofreciendo dinero ajeno

—José Piñera, Chile.

La influenza humana, la crisis, los mercados, la crisis, el tipo de cambio, los incumplimientos de deuda corporativa, la crisis, la caída de la actividad, la falta de empleos, la imagen del país, la crisis, la mitología del “Estado fallido”, la lucha contra el crimen organizado, la crisis—todos estos elementos, y más, se han reunido en forma simultánea, y muy desafortunada, para generar una tormenta perfecta en el país.

A la vez, sin embargo, también han servido de excusa en los círculos políticos, de toda orientación (derecha, centro, izquierda, arriba, abajo, donde sea), para subirse a la flamante moda del nuevo intervencionismo—y su premia favorita, que todo tiene solución a punta de estímulos fiscales.

Recordemos, sin embargo, que a pesar de las nuevas modas, de lo que parece bien y bonito en la discusión pública, hay ciertas realidades de sentido común, como, por ejemplo, el principio de que por cada peso gastado en el sector público, habrá, por necesidad, un peso menos para consumo, ahorro o producción en el sector privado (o sea, la parte de la sociedad no gubernamental).

La nueva moda intervencionista fue elevada a la categoría de imperativo moral por Barack Obama, sobre todo con su ya famosa frase que “no hay desacuerdo que se requiere acción del gobierno, un plan de recuperación para estimular la economía”.

Frase, por demás, falsa. El Cato Institute en Washington logró reunir cientos de firmas de todo tipo de economistas, incluyendo algunos Premios Nobel, más otros de alta vara en el plano internacional, avalando una declaración formal publicada en varios diarios alrededor del país vecino, donde se opone al obamismo fiscal, con una frase respetuosa, pero contundente: “con todo respeto, señor presidente, no estamos de acuerdo…”.

Sobre la nueva moda, los firmantes nos obligan a re-conocer viejas realidades: “nosotros… no creemos que más gasto público es la manera de mejorar el desempeño de la economía. Para mejorar la economía, los políticos deberían enfocarse en reformas que eliminen obstáculos al trabajo y a la producción”.

Al final, como ha insistido un comentarista mexicano, la recuperación que hoy se postula en puerta en la economía estadounidense se deberá más a su flexibilidad, y rapidez de adaptación a situaciones adversas, que a la gran ola de gasto público.

Y faltará ver la reacción pública una vez que el estímulo de moda en el presente repercuta en el aumento de impuestos inflacionarios en el futuro. Vaya, después de todo, por cada peso ajeno que gasta el gobierno, hay menos pesos propios para gastar, o invertir, en el resto de la sociedad.

Artículo de AsuntosCapitales © Todos los derechos reservados.