La importancia de los "think tanks" para América Latina

Antonella Marty explica que "Para englobar y concebir mejor qué es lo que buscan estas empresas de persuasión intelectual, debemos centrarnos en la idea principal de la promoción de cambios a largo plazo. De un modo sencillo, los think tanks son fábricas de ideas, pero además de eso, trabajan para hacerlas trascender".

Por Antonella S. Marty

Pareciera ser que una gran parte de la sociedad civil tiene ciertas dificultades para dimensionar el impacto de los think tanks sobre sus vidas diarias. Por este motivo, resulta crucial reconocer y comprender el papel que juegan estas instituciones en la creación y elaboración de las políticas públicas que recaen en nuestro día a día, y el modo en que influyen en la sociedad.

Los think tanks —también denominados “centros de pensamiento”, “fundaciones”, “tanques de pensamiento” u “organizaciones”— son institutos que fomentan el análisis político, buscando formar investigadores e intelectuales, difundiendo determinadas ideas mediante la realización de eventos, publicaciones de libros, artículos, y presencia en los medios de comunicación.

A estos think tanks los integran individuos que ponen su principal interés en el debate de ideas y en el desarrollo de investigaciones sobre múltiples cuestiones, haciendo un vigoroso énfasis en el desarrollo de propuestas de políticas públicas, para influir y cambiar las situaciones que aquejen a cada sociedad en particular.

Al hacer referencia a la terminología, puede decirse que el concepto de “think tank" es usado a partir de la Segunda Guerra Mundial, principalmente para otorgarle un término especial a las organizaciones de carácter militar que realizaban análisis militares, además de ser los ambientes seguros en donde los estrategas de la planificación militar se reunían a trabajar.

Estos centros de pensamiento encuentran sus orígenes en el mundo anglosajón, empero han logrado una colosal expansión en todos los continentes del mundo durante los dos últimos siglos. Asimismo, se observa que la fuerte implosión de estos tanques de pensamiento se dio tras el fin de la Guerra Fría, momento en que comenzaron a fortalecerse y desarrollarse en los EE.UU., expandiéndose luego al resto del mundo.

En palabras simples, los tanques de pensamiento generan investigaciones sobre problemas puntuales, fomentando el descubrimiento de soluciones a dichos problemas, o creando nuevas políticas públicas. En este sentido, cabe recordar que todo cambio político o ruptura de ciclo comienza a partir de una idea que surge en el mundo de los think tanks o en la academia.

Por otra parte, según un estudio de James McGann, hoy existen más de 6826 think tanks en el mundo. De modo más específico, la región latinoamericana cuenta con aproximadamente 662 think tanks, mientras que Argentina, posee el mayor número de think tanks por país, con un total de 137.

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Para englobar y concebir mejor qué es lo que buscan estas empresas de persuasión intelectual, debemos centrarnos en la idea principal de la promoción de cambios a largo plazo. De un modo sencillo, los think tanks son fábricas de ideas, pero además de eso, trabajan para hacerlas trascender.

Ya en el año 1949 el profesor Friedrich von Hayek explicaba la importancia de los intelectuales dentro de la implementación de la política en sí, argumentando que “aún cuando la dirección de la política esté en manos de hombres de diferentes puntos de vista, la ejecución de la política en general, estará en manos de los intelectuales, y es frecuentemente la decisión sobre los detalles lo que determina el efecto neto”.

Asimismo, empero en un camino ideológico opuesto, John Maynard Keynes expresó en su Teoría General de 1936, que “las ideas de los economistas y los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree (...) Los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto (…) Pero, tarde o temprano, son las ideas y no los intereses creados las que presentan peligros, tanto para bien como para mal”.

A modo de conclusión, para cambiar el oxidado rumbo cultural e intelectual de tinte estatista que abunda en América Latina y en el mundo, debemos continuar con el desarrollo y el fomento de think tanks que defiendan los valores de la libertad, como vehículos para combatir el monopolio del mensaje académico, cultural e intelectual.