Ecuador: Democracia en déficit
Gabriela Calderón de Burgos dice que "En ausencia de ingresos por venta de petróleo y si, además, el endeudamiento público estuviese limitado a un mínimo y a situaciones excepcionales, los políticos se enfrentarían a la difícil tarea de consultarle a sus mandantes —presentándoles la información completa de los costos reales de sus iniciativas— si procede o no gastar más".
Por Gabriela Calderón de Burgos
¿Qué pasa cuando un Estado democrático recibe considerables ingresos sin tener que recurrir al electorado y fastidiarlo con nuevos impuestos o un mayor nivel de endeudamiento? El Premio Nobel de Economía James M. Buchanan y Richard E. Wagner escribieron un librito1 que lleva el mismo título de esta columna donde explican las consecuencias negativas sobre las instituciones democráticas cuando los gobiernos logran financiar su gasto por vías alternativas a los impuestos. Ellos hablaban de EE.UU. u otras democracias del mundo industrializado y pensaban en tres fuentes de ingresos para los gobiernos: (1) impuestos, (2) endeudamiento público, y (3) emisión monetaria. Lo que les preocupaba a Buchanan y a Wagner de la segunda y tercera fuente era que se rompa el nexo entre el gasto público y los impuestos. Por ahora, al Estado ecuatoriano no le es posible financiarse vía emisión monetaria gracias a la dolarización pero si tiene una cuarta fuente.
Si pensamos en otros estados con instituciones débiles y cuyos gobiernos dependen considerablemente de ingresos por venta de recursos no renovables, tendríamos que agregar una cuarta fuente que en nuestro caso sería el petróleo. El análisis de Buchanan y Wagner igual se aplica dado que los ingresos vía recursos naturales también rompen la relación entre el gasto del Estado y lo que este le cuesta a cada constituyente.
¿Qué tiene que ver esto con la democracia? En ausencia de instituciones sólidas, se gasta una porción considerable de la riqueza nacional sin una adecuada rendición de cuentas. Los políticos gastan dinero que no es de ellos pero que además no se lo tuvieron que pedir a usted consultándole acerca de un nuevo impuesto que financie los nuevos gastos.
Lo mismo ocurre con el endeudamiento público. Buchanan y Wagner explicaban que el financiamiento con deuda pública “reduce el precio percibido de los bienes y servicios provistos por el Estado. En respuesta, los ciudadanos-contribuyentes aumentan su demanda de dichos bienes y servicios. Los niveles preferidos de presupuesto serán más altos, y estas preferencias serán detectadas por los políticos y derivarán en resultados políticos”.
Xavier Sala-i-Martin y Arvind Subramanian demostraron en un estudio (2003) que los recursos naturales ejercen una influencia negativa sobre la calidad institucional. Tomando a Nigeria como un caso de estudio, los autores propusieron que se distribuya el ingreso petrolero en efectivo directamente a los nigerianos. Los autores aceptan que esto implica que el gobierno perdería todo ingreso por venta de petróleo y “aunque parecería trágico para algunos, esto es de hecho lo que pasa en la mayoría de los Estados alrededor del mundo. Y, como muchos de estos gobiernos, si las autoridades nigerianas quieren recaudar más fondos, tendrían que pedírselo a los nigerianos y a las empresas del país. Nuestra interpretación de la evidencia es que sería mucho más difícil manejar mal los recursos obtenidos vía impuestos que aquellos que caen del cielo como maná”.2
En ausencia de ingresos por venta de petróleo y si, además, el endeudamiento público estuviese limitado a un mínimo y a situaciones excepcionales, los políticos se enfrentarían a la difícil tarea de consultarle a sus mandantes —presentándoles la información completa de los costos reales de sus iniciativas— si procede o no gastar más. Probablemente lo que resultaría de esto fuera una democracia más sólida debido a un gasto público menor y más transparente.
Referencias:
1. James M. Buchanan y Richard E. Wagner. Democracy in Deficit: The Political Legacy of Lord Keynes. Liberty Fund, 2000.
2. Xavier Sala-i-Martin y Arvind Subramanian. “Adressing the Natural Resource Curse: An Illustration from Nigeria”. Journal of African Economies, Centre for Study of African Economies (CSAE), vol. 22 (4), pp. 570-615, June 2003.