Los bancos estatales socavan el crecimiento económico
Mark Calabria afirma que "Cuando el Estado es dueño de bancos, las decisiones de concesión de préstamos se vuelven cada vez más determinadas por la política, en lugar de ser determinadas en base a criterios económicos. Los recursos fluyen a aquellos con influencia. Los bancos estatales también suelen subestimar el precio del riesgo para comprar votos".
Por Mark A. Calabria
Después de la crisis financiera, es natural buscar alternativas a nuestro sistema actual. Seríamos irresponsables si no lo hiciéramos. Y aunque podría sonar como una alternativa atractiva, la propiedad estatal directa de hecho sería peor que nuestro actual sistema defectuoso.
Antes de que nos adentremos en las consideraciones teóricas, podemos observar aquellas que son concretas: lo que realmente sucede cuando el Estado posee bancos. El estudio (en inglés) más comprensivo concluye que “una mayor propiedad estatal de los bancos está asociada con un subsiguiente desarrollo más lento del sistema financiero, con un crecimiento económico más bajo, y, en particular, con un crecimiento más lento de la productividad”. Tenga en cuenta que la productividad es últimamente lo que determina el crecimiento de los salarios (en inglés). Esta investigación ha sido extendida (en inglés) en un estudio reciente (en inglés) que atribuye gran parte de los peores resultados a la interferencia política en las decisiones de otorgamiento de préstamos bancarios.
Cuando el Estado es dueño de bancos, las decisiones de concesión de préstamos se vuelven cada vez más determinadas por la política, en lugar de ser determinadas en base a criterios económicos. Los recursos fluyen a aquellos con influencia. Los bancos estatales también suelen subestimar el precio del riesgo para comprar votos. Si hay una lección que deberíamos aprender de la crisis reciente, es que cuando intencionalmente se subestima el riesgo, pasan cosas malas.
Algunos podrían señalar al Banco de Dakota del Norte, actualmente el único banco en EE.UU. que es propiedad del Estado y administrado por el Estado. Por supuesto que esto ignora que en los 1800s habían varios bancos estatales. Todos fracasaron miserablemente y lo hicieron acarreando un costo considerable al contribuyente. También fueron focos de corrupción. Pero eso es el pasado. Actualmente el Banco de Dakota del Norte es generalmente una institución bien administrada. Pero ofrece subsidios masivos a la industria de combustibles fósiles. Basta con ver sus reportes anuales para darse cuenta que gran parte de sus préstamos concedidos a tasas por debajo del mercado se han destinado a la industria de combustibles fósiles. Este es un ejemplo que ilustra que los bancos estatales tienen la tendencia a subsidiar a los poderosos.
Contrario a lo que la sabiduría convencional nos haría creer, el problema con la banca estadounidense es que hay demasiada influencia del Estado, no que hay muy poca. Nuestros bancos están tremendamente regulados y lo han estado durante casi toda la historia de la nación. En lugar de lograr más de lo mismo, tal vez deberíamos probar algo nuevo, como la competencia y la disciplina del mercado —lo que requiere permitir que los bancos fracasen.
Este artículo fue publicado originalmente en The New York Times Online (EE.UU.) el 1 de octubre de 2013.