EE.UU.: Una política monetaria equivocada

James A. Dorn señala que "Las políticas monetarias no convencionales de la Fed han expandido considerablemente la hoja de balance de la Fed y su apalancamiento. Los activos de la Fed se han disparado a más de $3.500 billones, comparado con menos de $1 billón en diciembre de 2007".

Por James A. Dorn

La crisis financiera de 2008-09 expandió considerablemente el poder la Reserva Federal, gobernada por Ben Bernanke. Ahora que está llegando al fin de su período, la atención está fijada en quién será su sucesor. Esa decisión, sin embargo, desvía la atención de un asunto más serio: específicamente, de los defectos institucionales presentes en el régimen monetario de EE.UU. y su sesgo en contra de la libertad del capital.

Hoy, tenemos un sistema monetario en el cual el dólar es una moneda fiduciaria y la Fed es puramente una autoridad monetaria discrecional operando afuera de los límites de una constitución monetaria. La política de la Fed de fijar la tasa de interés cercana a cero y el alivio cuantitativo han distorsionado los precios de los activos, aumentado la toma de riesgos y fijado las bases de otro pánico una vez que las tasas de interés empiecen a subir.

Es insincero que el gobernador Bernanke diga, como lo dijo en mayo en una conferencia sobre banca en Chicago, que la Fed está “observando con mucho detenimiento para detectar los incidentes de ‘búsqueda agresiva de retornos’ y otras formas de toma de riesgos excesivos, que podrían afectar los precios de los activos y su relación con los fundamentos de la economía”.

La estrategia de la Fed desde hace algún tiempo ha sido la de mantener las tasas de interés cerca de cero y mantener altos los precios para fomentar el consumo mientras que castiga a aquellos que ahorran para el futuro. La represión financiera de la Fed (es decir, suprimir las tasas de interés nominales y causar que las tasas de interés reales después de impuestos sean negativas) ha conducido a malas inversiones, mientras que sus compras a gran escala de bonos de la tesorería y títulos respaldados con hipotecas que maduran a un plazo más largo, en virtud del alivio cuantitativo la han colocado directamente del lado del Estado interventor y en medio de la asignación de crédito.

La Fed no debería estar dirigiendo capital hacia el sector de vivienda: debería dejar que un mercado de capitales libre asigne el crédito en torno a los fundamentos. La Fed de Bernanke ha mostrado una fundamental desconfianza en los mercados, haciéndose eco de la clase política social demócrata. De hecho, el objetivo de la nueva política macro-prudencial de la Fed es utilizar sus poderes monetarios y de regulación para supervisar todo el sistema financiero.

Dicha intervención alterará el orden espontáneo del mercado al socavar el Estado de Derecho, introduciendo una incertidumbre institucional y politizando las decisiones de inversión. La Fed obtendrá más autoridad discrecional y se apartará todavía más de un régimen monetario basado en reglas. El proceso de ajuste del libre mercado (con su costo de procesamiento de información y sistema de incentivos, y su “destrucción creativa”) será socavado a favor de los banqueros centrales y su personal profesional, ninguno de los cuales previeron la crisis financiera.

Las políticas monetarias no convencionales de la Fed han expandido considerablemente la hoja de balance de la Fed y su apalancamiento. Los activos de la Fed se han disparado a más de $3.500 billones, comparado con menos de $1 billón en diciembre de 2007. La base monetaria también se ha disparado, pero gran parte del aumento no ha aparecido en los agregados monetarios o en la inflación debido a que los bancos comerciales están reteniendo masivas reservas en exceso en la Fed, sobre las cuales pueden ganar un retorno libre de riesgo de 0,25 por ciento, y tienen pocos incentivos para conceder préstamos a tasas sumamente bajas. Estas políticas, según el economista John B. Taylor de la Universidad de Stanford “disminuyen perversamente la demanda y aumentan el desempleo mientras que reprimen los efectos sobre las señales y los incentivos, característicos del sistema de precios”.

Los mercados funcionan mejor cuando los derechos de propiedad están bien definidos y el Estado se limita a sus funciones legítimas de proteger a las personas y a su propiedad. También funcionan mejor cuando una regla monetaria limita la discreción y asegura una moneda sólida —esto es, mantiene el poder de compra de una moneda a largo plazo. La Constitución de EE.UU. fue diseñada para prevenir el dinero errático y para garantizar una moneda estable. Como el Premio Nobel de Economía Milton Friedman escribió una vez, “Nos hemos olvidado que el Congreso original prohibió a los estados emitir cartas de crédito y dio al Congreso únicamente el poder de ‘acuñar monedas y determinar su valor, así como el de la moneda extranjera’. Como yo interpreté la Constitución original, esta pretendía limitar el Congreso a un estándar basado en una materia prima”.

En el mismo ensayo, escrito en 1984 para el Comité de Investigación de los Republicanos en el Congreso, Friedman discutió regímenes monetarios alternativos y dijo que “el mejor de todos sería abolir la Fed completamente”.

Es hora de juzgar la historia del primer siglo de la Fed y considerar la constitucionalidad de un régimen de dinero fiduciario enteramente discrecional. El representante Kevin Brady (Republicano de Texas), preparó una propuesta legislativa para crear una Comisión Monetaria Centenaria de la Fed. Ese es un paso en la dirección correcta. Deberíamos reunir a los mejores expertos en política monetaria y sostener un verdadero debate acerca de los defectos fundamentales en el sistema de la Reserva Federal, no simplemente un debate acerca de quién será el próximo gobernador de la Fed.

Este artículo fue publicado originalmente en Orange County Register (EE.UU.) el 17 de septiembre de 2013.