La obesidad no es una enfermedad
Michael Tanner considera que la decisión de la Asociación Médica de EE.UU. de considerar a la obesidad como una enfermedad "desplaza la responsabilidad de perder peso del individuo hacia la sociedad en general, conforme la cobertura expandida de Medicare y de las aseguradoras socializan el costo de tratar la obesidad, abriendo así la puerta a todo tipo de travesuras por parte del Estado".
Recientemente la Asociación Médica de EE.UU. (AMA, por sus siglas en inglés) declaró que considerará a la obesidad como una enfermedad. A primera vista esto es una noticia sin mayor importancia que apenas merecería ser mencionada, pero en realidad la medida de la AMA es un síntoma de una enfermedad que realmente está afectando a nuestra sociedad: la abdicación de responsabilidad personal y una invitación a la intromisión del Estado.
Nadie niega que este país se enfrenta a un masivo problema con la obesidad. EE.UU. tiene una de las tasas de obesidad más altas del mundo, se cree que más de un tercio de los estadounidenses son obesos y otro tercio tiene sobrepeso. La obesidad conduce a una serie de problemas a largo y corto plazo y acarrea costos para los estadounidenses de más de $190.000 millones al año en mayores gastos médicos, y posiblemente hasta $450.000 millones en costos indirectos, como la productividad perdida.
Pero mientras que la obesidad es un verdadero problema, la medida de la AMA es en realidad una estrategia para que sus miembros reciban más dólares federales, al lograr que los tratamientos para la obesidad sean cubiertos por los programas estatales de salud. Un grupo con congresistas de ambos partidos ya ha aprovechado la declaración de la AMA para hacer un llamado a que Medicare cubra las pastillas para bajar de peso. Los analistas también esperan un esfuerzo para expandir el reembolso de Medicare por cirugía bariátrica, en otras palabras, por el engrapado de estómago. Y casi seguro habrá presión para obligar a que estén cubiertas estas cosas por las aseguradoras privadas, en virtud de las leyes a nivel de los estados y de la Ley de Cuidado de Salud Asequible.
Medicare y algunas aseguradoras privadas ya están cubriendo la cirugía bariátrica para las personas que tienen un índice de masa corporal de 35 o más, siendo tremendamente obesas, y quienes también tienen una enfermedad relacionada a la obesidad. Ahora habrá presión para cubrir el procedimiento de quienes tienen una masa corporal mucho más baja y de aquellos que no tienen complicaciones médicas relacionadas.
Luego de la decisión de la AMA, John Morton, tesorero de la Sociedad Americana para la Cirugía Metabólica y Bariátrica, sonó casi hilarante, denominando esta decisión como un “punto de quiebre” y agregando que “ahora la política de cobertura debe ponerse al día con este consenso”. Considerando que una cirugía bariátrica tradicional cuesta hasta $40.000, eso podría ser interpretado como una advertencia para que todos nosotros saquemos nuestros billeteras. Al final del día, estaremos pagando más, vía impuestos o primas más altas.
Al mismo tiempo, la decisión de la AMA desplaza la responsabilidad de perder peso del individuo hacia la sociedad en general, conforme la cobertura expandida de Medicare y de las aseguradoras socializan el costo de tratar la obesidad, abriendo así la puerta a todo tipo de travesuras por parte del Estado. Después de todo, si ser gordo no es nuestra culpa, la culpa debe recaer sobre las empresas de alimentos, la publicidad u otras cosas que necesitan ser reguladas. Y si usted y yo tenemos que pagar por las decisiones de alimentación y ejercicio de otros, también deberíamos participar en esa toma de decisiones.
Desde ya, Harold Goldstein, director ejecutivo del Centro para la Defensa de la Salud Pública de California, ha citado la declaración de la AMA para promover los esfuerzos de su grupo para prohibir la comida chatarra y cobrar impuestos sobre las bebidas gaseosas. Seguramente podemos esperar que el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg cite la resolución de la AMA como un respaldo a sus esfuerzos por prohibir las bebidas de 16 onzas y regular de otras formas nuestro comportamiento. Los partidarios del Estado niñera ahora podrán decir que tienen respaldo médico.
Nadie quiere minimizar el dolor de aquellos que luchan con problemas relacionados a su peso. Pero al final del día, una mayor intromisión estatal no es la respuesta a esos problemas. De hecho, podría dificultar más la pérdida de peso porque, como el Consejo de Ciencia y Salud Pública de la AMA advirtió antes de ser desautorizado por el cuerpo completo de la AMA, “considerar la obesidad como una enfermedad podría intensificar la dependencia del paciente y del proveedor en tratamientos farmacológicos y quirúrgicos (presumiblemente costosos) para lograr un peso corporal específico” y podría “apartar la atención de soluciones sociales creativas” para fomentar un comportamiento saludable. Como indica Elliot Berry, un experto en nutrición de la Hebrew University, “No hay una solución mágica —ni medicina— para la obesidad. La manera de superar la obesidad es comer menos y mejor y mover tu cuerpo”.
El cambio en actitud respecto de la obesidad no es una cuestión aislada. Gran parte de las políticas públicas de estos días parecen estar diseñadas para eliminar la responsabilidad personal.
Por ejemplo, considere los esfuerzos para reducir la pobreza. ¿Qué porción de la pobreza se debe a la selección de un estilo de vida inconveniente? No queremos culpar a los pobres, ni tampoco deberíamos olvidar que hay unos, especialmente niños, atrapados en la pobreza por circunstancias que están fuera de su control. Pero también sabemos que las claves para superar la pobreza o mantenerse libre de ella son: (1) acabar la escuela; (2) no quedar embarazada fuera del matrimonio; y (3) conseguir un trabajo, cualquier trabajo, y mantenerlo. Desafortunadamente, gran parte del Estado de Bienestar que hemos construido está perversamente diseñado de manera que terminamos alentando comportamientos destructivos.
Al mismo tiempo, el Estado de Bienestar nos quita de encima nuestra responsabilidad personal con la caridad. No queremos tener que ayudar a los pobres nosotros mismos, porque el Estado lo hará por nosotros. Como Robert Thompson de la Universidad de Pennsylvania señaló hace un siglo, utilizar el dinero del Estado para propósitos de caridad es un “invento frívolo para alivianar el peso en la consciencia social de una carga que no debería ser ni eliminada ni alivianada de forma alguna”.
Otro ejemplo: Una de las premisas clave de Obamacare es que demasiados individuos, especialmente los jóvenes y aquellos que tienen salud, eligen no comprar un seguro de salud, por eso hay que crear la obligación individual. Para proteger a los irresponsables de las consecuencias de sus decisiones —cuentas médicas potencialmente catastróficas— ahora nos obligan a todos a comprar un plan de seguro diseñado por el Estado.
Un Estado de gran envergadura nos reduce a todos a la condición de niños. No tenemos responsabilidad de nada en nuestras vidas; por lo tanto, el Estado debe cuidarnos. Todo lo que tenemos que hacer, como niños, es renunciar a la libertad de tomar nuestras propias decisiones —para bien o para mal.
Este artículo fue publicado originalmente en The National Review Online (EE.UU.) el 3 de julio de 2013.