La falta de mujeres en China

Por Wendy McElroy

China anunció el programa “Cuidado para las Jóvenes”, con incentivos financieros para aquellos que tengan hijas.

Según la agencia de noticias del gobierno chino, 110 varones nacen por cada 100 niñas. Se estima que para el año 2020 habrá entre 20 y 30 millones de hombres en China sin pareja. Lamentablemente, la “cura” propuesta es una continuación del proceso que causó la actual crisis de escasez de mujeres, la ingeniería social.

Ingeniería social es cuando el poder central trata de manipular o anular las preferencias de la gente, haciendo que se comporten según un plan social. Se trata de lo opuesto a dejar que la cultura evolucione naturalmente, según las preferencias individuales. Las reglas son impuestas ofreciendo premios o latigazos.

A comienzos de los años 80 se impuso selectivamente la política de un solo hijo, en contra de los deseos de la gente de tener dos o más hijos. Después del primer hijo, se obligaba a las madres a abortar. En general, los chinos han preferido hijos varones, en parte porque la cultura desestima a las mujeres. Pero, además, había una razón práctica. En el campo, donde la supervivencia depende del trabajo duro, se preferían los varones por su mayor fuerza. Además, las hijas se casan y se van, por lo que su trabajo ayuda a la familia del esposo. Si nacían hembras, las mataban o las ofrecían en adopción a extranjeros.

El censo más reciente muestra que las provincias chinas de Hainan y Guangdong tienen una proporción de 135 y 130 hombres, respectivamente, por cada 100 mujeres. Ese desequilibrio es lo que Friedrich von Hayek llamaba “consecuencias no intencionales”. Cada acción tiene consecuencias no previstas ni intencionales, cuyo impacto puede ser mayor que el objetivo buscado por el gobierno.

Hayek veía no menos de dos problemas en la ingeniería social y ambos tenían que ver con consecuencias no previstas. Si se deja al trabajo e ingeniosidad de los individuos, las respuestas a los problemas tienden a surgir espontáneamente. Hayek daba como ejemplo el lenguaje. Nadie se sentó a planificar el lenguaje. Los seres humanos desarrollaron una forma sofisticada y estandarizada de comunicación porque querían comerciar y llevar adelante complejas relaciones sociales. El lenguaje fue la consecuencia no prevista, una herramienta que evolucionó y se desarrolló. Hayek mantenía que el lenguaje es “el resultado de la acción humana, no del diseño humano”.

Para Hayek, cuando los gobiernos sobrepasan su función de proteger la libertad y comienzan a imponer preferencias se daña la dinámica de la sociedad saludable. Se impide que el individuo se adapte a situaciones cambiantes.

El segundo problema con la ingeniería social tiene que ver con el conocimiento. Al aceptar el premio Nobel de economía en 1974, Hayek apuntó que “reconocer los insuperables límites al conocimiento debiera [prevenir] al estudiante de la sociedad… en contra de convertirse en cómplice del fatal empeño por controlar la sociedad, un empecinamiento que no sólo lo convierte en tirano, sino que también lo puede convertir en destructor de una civilización que no ha sido diseñada por mente alguna, sino que ha evolucionado por el libre esfuerzo de millones de individuos”.

En cuanto a China, Hayek mantendría que no es posible que una burocracia central pueda diseñar exitosamente las opciones y determinaciones de cientos de millones de personas, a quienes ni siquiera han consultado. Lo único que puede hacer una burocracia es intentar limitar las opciones de la gente y así surgen las consecuencias no previstas.

Lo que ahora sucede en China es la consecuencia de dos décadas de ingeniería social sobre las familias y el remedio propuesto es introducir otro programa de ingeniería social con el supuesto buen fin de incrementar el respeto por las niñas. Debemos recordar que el programa chino de un solo hijo fue aplaudido como progresista por muchos occidentales.

Con una mayor apreciación por la importancia de la mujer en la sociedad, parece que el papel de la mujer va a ser redefinido en China. Lo mejor que el gobierno puede hacer es no inmiscuirse.

Artículo de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE)
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