Perú: Cuotas de paz
Yesenia Álvarez dice que luego de 20 años de la captura de Abimael Guzmán y de la cúpula de Sendero Luminoso ha llegado el momento de que los peruanos contribuyan con "cuotas de paz" dando a conocer "lo que significó el terrorismo y difundiendo el mensaje que no queremos repetir la historia de esos años de terror".
Por Yesenia E. Álvarez Temoche
Han pasado veinte años desde la captura de Abimael Guzmán y de la cúpula de Sendero Luminoso, el grupo terrorista causante de sanguinarios crímenes que hizo zozobrar al Perú durante los ochenta y comienzos de los noventa. El cumplimiento de estos veinte años deberían representar una fecha especial para que todos los peruanos expresemos nuestra unión en un rotundo gesto de repudio al terrorismo, sin embargo estamos enfrascados en infructuosas posiciones fundamentalistas sobre el Informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) y sobre el mérito político de la captura. Mucha mezquindad y poco de verdad.
Algo claro queda de esta polarización y es que no se puede considerar al informe como una verdad incuestionable, tiene méritos como señalar que "es Guzmán el responsable mayor de diseñar una estrategia militar consciente y constante con métodos terroristas para capturar el poder'', pero está a la vez lleno de ambigüedades y juicios sesgados que lo hacen criticable, y en la medida que se asuma que se puede discrepar de varias de sus conclusiones se contribuirá más a saber lo que realmente pasó en los tiempos del terrorismo. Ya algunos ex-comisionados vienen realizando un mea culpa al considerar que fue un error no haber incluido por ejemplo los testimonios de las Fuerzas Armadas en las audiencias públicas y que el informe no es una investigación científica. Por este camino, un informe que no está consagrado como única verdad traerá realmente la reconciliación y dará paso a los testimonios que se decidió no escuchar, habrá lugar para las preguntas incómodas y para reconocer los méritos aunque nos duelan. En ese sentido, hay que tener la honestidad también para no dejar que un solo informe sea el único documento válido educativo sobre el tema. Y bajo ningún punto debemos dejar que esta discusión nos divida pues debemos mostrarnos unidos frente al terrorismo.
Ahora, ¿por qué debemos mostrarnos unidos frente al terrorismo? ¿Acaso no lo hemos vencido? En este momento, septiembre del 2012, no podemos responder con un fehaciente sí, pues los veinte años de la captura se cumplen en medio de hechos que alertan y preocupan. Así, recientemente en Villa de Ancón pobladores capturaron a individuos cuando pensaban detonar una torre de alta tensión y llevaban consigo armamento y propaganda del Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef). Si vamos un poco más atrás, hemos sido testigos de la estrategia de Sendero Luminoso por entrar a la vida política del país mediante el accionar de un brazo legal como el Movadef, el cual está conformado por ex-senderistas. A la par, aparecen en redes y medios unos jóvenes afiliados a este movimiento que niegan que haya habido terrorismo y piden amnistía para el terrorista Abimael Guzmán. En ese contexto también hay marchas de una facción ligada al magisterio llamado Comité Nacional de Reorganización y Reorientación del Sutep (Conare - Sutep) cuyo dirigente no oculta su vinculación con Movadef, ni con Sendero Luminoso y considera a Guzmán un preso político. Y en medio de todo esto, Elena Iparraguirre, esposa de Guzmán, terrorista también y número dos del grupo criminal, brinda desde el penal en el que está condenada a cadena perpetua una entrevista a la revista The Economist en la que afirma que no ha cambiado sus ideas. Y así hay más hechos del accionar de Sendero, de cómo buscan reorganizarse, y frente a ello y algo que suma a su reorganización está la inacción de los ciudadanos y del gobierno.
Es esto lo que debe preocuparnos a los peruanos. El terrorismo parece resucitar y los ciudadanos aún no reaccionamos. Los padres señalan que no es posible que los jóvenes no sepan quién fue Abimael Guzmán e indignados preguntan: ¿qué ha hecho el gobierno todos estos años? Pero la pregunta debe ser: ¿qué han hecho los padres para contarle a sus hijos la historia de terror que sembró Sendero Luminoso? Antes que en el gobierno la labor pedagógica y ciudadana por la memoria y la paz de nuestro país recae en los padres, más cuando los jóvenes heredan un país sin terrorismo y no llegaron a vivir los estragos que causaban.
Tengamos presente que Abimael y su cúpula criminal fueron derrotados militarmente pero nunca emprendimos la lucha más importante, la ideológica y pedagógica contra los sembradores de la muerte y del terror. Ni gobernantes, ni ciudadanos hemos dado un paso articulado y sistemático en ello. Es allí donde nos llevan ventaja y donde los terroristas están encontrando la puerta abierta para reorganizarse. Hemos olvidado o no tenemos claro que Sendero Luminoso se construyó además de armado como proyecto ideológico y pedagógico, que lo primero que hizo fue filtrar las instituciones del sistema educativo con su discurso cargado de violencia. Hemos olvidado que cuando Guzmán fue capturado señalando su cabeza dijo "que pueden matar al hombre, pero las ideas quedan". En lugar de emprender una estrategia sistemática educativa para contrarrestarlos hemos dejado que la retórica manchada con sangre siga llegando a las escuelas y universidades peruanas.
Si ni los ciudadanos, ni el gobierno estamos dispuestos a enfrentarlos ideológicamente y pedagógicamente, el terrorismo seguirá siendo una amenaza. Parece muy simple, pero el mal triunfa cuando los buenos no hacen nada. Hagamos memoria, no se puede olvidar que los militantes de Sendero Luminoso debían pagar ''cuotas de sangre'' y que no tuvieron el mayor respeto por la vida, que atacaban a traición y que miles de peruanos fueron sistemáticamente aniquilados. Empecemos ahora, contribuyamos con "cuotas de paz" ayudando a conocer lo que significó el terrorismo y difundiendo el mensaje que no queremos repetir la historia de esos años de terror. No sigamos condenando con nuestra inacción y silencio, las mentes de nuestros niños y jóvenes a las ideas manchadas con sangre.