Puede que Bush haya ganado pero ¿Por qué no le fue mejor?
Por John Samples
Antes del 2 de noviembre los datos de las encuestas indicaban que la contienda Bush-Kerry estaría cerrada, especialmente en el voto popular. Al final, Bush ganó con una ventaja de 3 por ciento—un margen moderadamente cómodo. Muchos se preguntan porqué al presidente le fue tan bien. Esa es la pregunta equivocada; deberíamos preguntarnos porqué le fue tan mal.
La historia demuestra que las condiciones económicas influyen fuertemente en el resultado de las elecciones presidenciales. Cuando el presidente en funciones busca la reelección, teniendo una economía fuerte (por ejemplo Reagan en 1984, Clinton en 1996) le va bien; aquellos que lo hacen teniendo un crecimiento pobre y alta inflación (por ejemplo Carter en 1980, Bush en 1992) pierden.
Los economistas han usado los datos de las condiciones económicas para estimar la porción de los votos que van hacia un presidente en funciones. Sus estimaciones han sido impresionantemente precisas en el pasado, pero no este año.
Si bien la economía estadounidense ha estado aletargada en los primeros tres años de la administración Bush, en el 2004 ha estado bastante fuerte, con un crecimiento sólido y baja inflación. Usando esa data, Ray Fair, economista de Yale, esperaba que Bush obtenga 56 por ciento de los votos para la presidencia. Pero, de hecho, el solo obtuvo el 51.5 por ciento. ¿Por qué le fue tan mal a pesar del robustecimiento de la economía? ¿Qué sucedió con esos 5 millones de votos perdidos?
Debemos concluir que Iraq es la razón del pobre desempeño de Bush en las elecciones. Las votaciones han mostrado que una mayoría de los votantes han decidido que los costos de la guerra en sangre y dinero no han valido la pena con relación a sus supuestos beneficios. Las noticias diarias desde Iraq se sumaron a las preocupaciones acerca de la política exterior del presidente. Votantes que hubieran escogido a Bush en el plano económico, terminaron votando por su oponente.
Algunos en Washington dirán que la fuerte posición del presidente en el tema del terrorismo le ayudó en las elecciones. En cierto grado, eso es cierto; aquellos preocupados por el terrorismo tienden a apoyar a Bush. Pero la política con respecto a Iraq es diferente de la política de seguridad nacional, y fue su política en el tema de Iraq lo que le causó problemas al presidente Bush durante las elecciones.
¿Qué significa todo esto para el segundo periodo presidencial de Bush?
El presidente se considera a sí mismo como el Gerente General de la rama ejecutiva. Los votos son al presidente lo que las ganancias son para un Gerente General—ellos forman su capital político que los lleva a las “ganancias” de su legado a la nación.
Imagínese a un Gerente General cuyos asesores recomiendan una estrategia de negocios que ocasiona pérdidas de $5 millones de dólares. Una vez que se ha reconocido el fracaso de la estrategia, el Gerente General cambiaría inmediatamente el rumbo para restituir la rentabilidad de la compañía. El presidente Bush necesita revisar su política en Iraq para atraer apoyo de esos 5 millones de estadounidenses que hubieran votado por él.
Pero Iraq ha resultado ser un “problema personal” tanto como es un problema de política publica para el presidente. Entre sus partidarios, la facción neoconservadora argumentó que debía invadir Iraq porque, entre otras razones, el construir la democracia en el Medio Oriente sería favorable políticamente. Pero los neoconservadores estaban equivocados, y su consejo le costó al presidente Bush millones de votos (al igual que otros tantos costos para la nación).
Los asesores que dan una mala asesoría son dañinos para un presidente que necesita de todo el apoyo que pueda obtener para llevar a cabo la agenda de su segundo periodo. Como consecuencia de su reelección y los espacios ganados por los republicanos en el Congreso, en este momento Bush está en una posición ventajosa. Sin embargo, va a llegar el momento en que él va a necesitar del apoyo de esos 5 millones de votos perdidos.
Ese apoyo será, naturalmente, de mucha ayuda si él decide hacer bien en su compromiso de reformar el Seguro Social. Sería un legado perdurable de su administración y un regalo para los futuros estadounidenses el darle a la gente propiedad sobre sus deducciones al Seguro Social y la oportunidad de invertir ese dinero. También sería buena política en este momento; a diferencia del caso de Iraq y su insistencia de imponer moralidad, las reformas al Seguro Social unirían a las bases del presidente. Si Bush pudiera añadir los 5 millones de votantes perdidos, tendría una poderosa coalición para el cambio.
Dada su reputación, el Presidente Bush no se acobarda de las decisiones difíciles. En este momento de triunfo personal, él necesita ignorar el camino fácil y hacer una pregunta difícil y lejos de ser obvia: ¿ Por qué no le fue mejor en las elecciones? Las respuestas correctas a esa pregunta son esenciales para el éxito de su segundo mandato y para labrar un legado perdurable de George W. Bush.
Traducido por Nicolás López para Cato Institute.