¿Austeridad o estímulo? Lo que se necesita es crecimiento
John H. Cochrane asevera que "La austeridad no está funcionando en Europa... A medida de que los ingresos disminuyen, las rentas tributarias caen, y se dificulta aún más el recorte de gastos. Se genera una espiral descendente".
Por John H. Cochrane
La austeridad no está funcionando en Europa. Grecia está al borde del colapso, la producción de Italia y España decrece, e incluso Alemania y Reino Unido están desacelerándose. Sumado a sus costos económicos directos, estas medidas de "austeridad" ni siquiera están cerrando rápidamente los vacíos en el presupuesto. A medida de que los ingresos disminuyen, las rentas tributarias caen, y se dificulta aún más el recorte de gastos. Se genera una espiral descendente.
Estos acontecimientos generan lecciones importantes para EE.UU. El gobierno no puede seguir endeudándose y gastando el 10% del PIB año tras año, más aún con una inminente crisis de pensiones en el futuro. Tarde o temprano también tendremos que ajustar nuestras finanzas. La experiencia europea es una señal de que la austeridad — un programa de agudos recortes presupuestarios y aumentos (aún) más altos de impuestos, pero postergando en gran medida las "reformas estructurales" — es un camino peligroso.
¿Por qué la austeridad está causando tanta dificultad económica? ¿Qué más se debería hacer?
La falta de "estímulo" es el problema, dicen los keynesianos, personificados por el New York Times y su columnista Paul Krugman, quién ha pontificado sobre el tema. Afirman que la caída en la producción europea es una consecuencia directa del recorte en el gasto público. Para ellos, que el Estado gaste un 50% del PIB no es suficiente para mantener a flote la economía. Los europeos — y EE.UU. — simplemente necesitan gastar más. Mucho más.
Los límites de Alemania
¿De dónde vendrá el dinero? Grecia, España e Italia simplemente no pueden seguir endeudándose. Por lo que, dicen los keynesianos, Alemania debería pagar. Pero incluso Alemania tiene límites. EE.UU. aún puede endeudarse a tasas significativamente bajas. Pero recordemos que Grecia podía endeudarse a tasas bajas hasta el punto en el que no pudo hacerlo del todo. No hay nadie que pueda rescatar a EE.UU., de llegar el momento. ¿Qué hacer entonces?
La respuesta tradicional keynesiana es recurrir al estímulo monetario. Inflar y devaluar deliberadamente. Dividir el euro para que los países del Sur de Europa puedan inflar y devaluar aún más.
Recientemente los keynesianos han estado impulsando una idea aún más atrevida: Los déficit se pagan solos. En una columna del 17 de marzo, Krugman escribió: "Es posible que el aumento del gasto en este momento mejore el panorama fiscal a largo plazo".
Los ingresos tributarios federales de EE.UU. son menores al 20% del PIB. Para que el gasto deficitario se pague a sí mismo, entonces $1 de gasto debe generar $5 de producción. Los economistas han discutido sobre si este efecto "multiplicador" podría generar más o menos un dólar; cinco dólares va más allá de cualquier estimación realizada. Los keynesianos se burlaban de los "supply-siders" en la década de los ochenta cuando estos hacían afirmaciones similares con respecto a los recortes de impuestos. Al menos esos recortes tenían incentivos de su lado, mientras que el estímulo no.
¿Habrá otro camino más plausible para avanzar? La explicación del estímulo es curiosa por lo que omite. Pensemos en Grecia.
¿Es irrelevante que Grecia sea el país número 100 en el ranking del Banco Mundial en "facilidad de hacer negocios", detrás de Yemen; el número 135 en "iniciar un negocio" y el número 155 en cuanto a "proteger a sus inversionistas"? ¿Es irrelevante que profesiones como los camioneros o los farmacéuticos aún estén fuertemente protegidas, que los negocios no puedan despedir empleados, y que (de acuerdo a un colega griego) no se pueda ni siquiera obtener la licencia de conducir sin pagar un soborno? ¿Acaso no importa del todo que el Fondo Monetario Internacional afirmara delicadamente en su último reporte sobre Grecia, que el "programa de reforma estructural" dirigido a "las rigideces estructurales arraigadas profundamente en los mercados laborales, de servicios y de productos" no tuvo ningún resultado?
Impuestos griegos
¿No importa que Grecia tenga una alta combinación de impuestos individuales, corporativos, sociales y sobre la riqueza? Es cierto que los griegos no son famosos por pagar sus impuestos, pero los negocios que deben operar ilegalmente para evadirlos son mucho menos eficientes.
El capital está huyendo de Grecia, Italia y España. ¿Acaso hablar sobre la salida del euro, seguida rápidamente por la devaluación, la inflación (el FMI prevé un 35% en Grecia, en caso de que salga del euro) y los controles de capital, no tienen nada que ver con la falta de inversión?
Los keynesianos insisten en la devaluación para ganar competitividad. Los salarios griegos han disminuido cerca del 10% al 12% de acuerdo al FMI. Sin embargo, la inversión y la producción no están respondiendo. La "demanda" griega no debería importar — todo el concepto de la Eurozona consiste en que Grecia pueda venderle a Alemania hasta el tanto Grecia se mantenga en la zona del euro. Pero eso no está sucediendo. ¿Es un misterio? ¿Acaso bajar los salarios lo induciría a invertir en Grecia, a pesar de la jungla de regulaciones, y a las amenazas de impuestos sobre la riqueza, propiedad y negocios, de expropiación de divisas y controles de capital, o incluso de nacionalización?
En resumen, ¿no será posible que gran parte del estancamiento de austeridad en Europa esté vinculado a la "oferta", no a la "demanda"; a la "microeconomía", no a la "macroeconomía"; a las malas hierbas en el jardín de la economía, y no a la necesidad de fertilizante? ¿No será posible que factores más allá de simples reducciones en el gasto público sean de importancia en una crisis de deuda?
Esta premisa sugiere una estrategia diferente: Llamémosle "Crecimiento ahora". Olvidémonos de "estimular". Gastemos solo en lo que sea necesario. Fácilmente podríamos eliminar todos los subsidios a la agricultura, a los vehículos eléctricos o la construcción de caminos y puentes sin destino, sin temer a una recesión.
En lugar de aumentar aún más los impuestos sobre los "ricos", llevándolos a la clandestinidad, o al extranjero, o lejos de la creación de empresas, reformemos el código tributario, como lo han recomendado múltiples comisiones. Bajemos las tasas impositivas marginales, pero eliminando también la maraña de deducciones. En Europa, eliminemos el temor a la confiscación de la riqueza, a la ruptura del euro y a la devaluación de la moneda que están ahuyentando a los ahorros y a la inversión del sur del continente. Por encima de todo, eliminemos la abundancia de regulaciones y la dirección (cada vez mayor) del Estado en la economía.
La desregulación italiana
Europa está comenzando a entender. El primer ministro italiano, Mario Monti, está enfrentando la crisis de su país proponiendo una desregulación a largo plazo. Si bien sus propuestas no son completas, ni lo suficientemente radicales, y están combinadas con algunos lamentables aumentos de impuestos sobre las empresas, es notable que alguien en Europa esté comenzando a hablar de esto.
Una "reforma estructural" es vital para restaurar el crecimiento ahora, no una vaga idea a largo plazo para cuando el estímulo haya funcionado. También es mucho más políticamente complicada de lo que la frase sugiere. La "reforma" no es solo "política pública" dictada por tecnócratas, como las normas relativas a indicaciones geográficas, sino que involucra eliminar subsidios e intervenciones que grupos de presión han llegado a amar, y para cuya protección apoyan a los políticos. Lucharán contra ella a más no poder.
Esa es una razón más para enfrentar el tema ahora, mientras haya una crisis. La voluntad para hacerlo podría desaparecer si mejoran las condiciones, y la habilidad de hacerlo podría desaparecer si colapsan las economías.
Este artículo fue publicado originalmente en Bloomberg.com (EE.UU.) el 21 de marzo de 2012.