¿Es inevitable ascenso de China?
Gabriela Calderón de Burgos indica que la reciente prosperidad de China se debe a la liberalización parcial de la economía que se inició a fines de los setenta, más no a su retorno a la planificación central.
Por Gabriela Calderón de Burgos
En los ochenta se hablaba de cómo Japón pronto superaría a Estados Unidos en ingreso y en superioridad tecnológica. No muchos antes de eso muchos pensaron que sería la Unión Soviética, con su economía centralmente planificada, la que destronaría al coloso americano. Hoy, mucho se habla acerca de los grandes avances de China debido al acelerado crecimiento que ha experimentado en las últimas décadas. Pero ni Estados Unidos parece estar en declive, ni China parece estar de subida.
Clark Packard del Instituto Cato señala en su ensayo “Los vientos en contra de la economía china”, que, a partir de fines de los setenta, la liberalización parcial de la economía china ayudó a impulsar la economía del país, sacando a 800 millones de chinos de la pobreza, pero a pesar de ese gran avance, China sigue siendo relativamente pobre. La revista The Economist indica que su PIB per cápita apenas llega a menos de un tercio del de Estados Unidos y su PIB total se ha encogido de un 75% del de EU en 2021 a 65% hoy.
Abundan comentarios en la prensa occidental de la aparentemente inminente supremacía de la economía China, mientras que escasean señalamientos de los importantes desafíos a los que se enfrenta. Packard considera que en el corto plazo estos son: un autoritarismo de Xi Jinping que socavará la innovación y el desarrollo del sector tecnológico y que ha inflado peligrosamente el sector inmobiliario. Adicional a esto, la creciente beligerancia y las políticas draconianas de cero COVID han contribuido a espantar todavía más inversiones. La inversión extranjera directa (IED) en China cayó un 50% en 2022 en comparación con 2021 y el crecimiento ya se ha desacelerado. Se podría decir que esto es un efecto particular de la pandemia, pero realmente es la continuación de una tendencia de largo plazo: la IED pasó de 4% del PIB en 2010 a tan solo 0,2% del PIB en 2023 (Banco Mundial, World Development Indicators, FDI net inflows).
A largo plazo, Packard señala que China se enfrenta al marcado envejecimiento de su población, lo cual reducirá considerablemente su población económicamente activa. El año pasado la población de India superó a la China. Una población envejecida y en declive perjudicará la innovación, la productividad y, por ende, el crecimiento económico. Otro problema de largo plazo es que los más talentosos huyen de China. Si bien el gigante asiático ha logrado mejorar significativamente el nivel de su educación básica y superior, los mejores buscan emigrar. Packard indica: “Casi un tercio de los mejores investigadores de IA del mundo se licenciaron en una universidad china, pero la inmensa mayoría no se queda en el país. De hecho, el 56% viene a Estados Unidos y aproximadamente un tercio se queda en China”. Y los extranjeros más talentosos no desean ir a China, estando solo un 10% de los ingenieros internacionales dispuestos a trasladarse a China, en comparación el 60% que estarían dispuestos a mudarse a Estados Unidos.
Los fans del autoritarismo colectivista y estatista ven la reciente prosperidad de China como una prueba de los beneficios de su modelo. El resto deberíamos percatarnos que simplemente están bailando sobre los frutos que quedan de las reformas liberalizadoras iniciadas a fines de los setenta y que en los últimos años el país ya ha empezado a sufrir los perjuicios del retorno de la planificación central.
Este artículo fue publicado originalmente en El Universo (Ecuador) el 18 de octubre de 2024.