Coherencia liberal
Jeffrey A. Miron explica que el liberalismo, aunque acepta que los acuerdos privados son imperfectos, se pregunta sistemáticamente si la intervención del gobierno es más perjudicial que beneficiosa.
Por Jeffrey A. Miron
La opinión popular considera que la social-democracia y el conservadurismo son perspectivas radicalmente distintas sobre el tamaño y el alcance adecuados del gobierno.
Los social-demócratas ("liberals" en inglés) y los conservadores defienden políticas radicalmente distintas en relación con el aborto, las drogas, las armas, la regulación económica, el cambio climático, la justicia penal y otras cuestiones.
Sin embargo, las perspectivas social-demócrata y conservadoras coinciden en un aspecto clave: ambas abogan por utilizar el gobierno para imponer determinados valores. Los conservadores quieren prohibir las drogas, los social-demócratas las armas. Los conservadores abogan por prohibir los abortos, los social-demócratas por subvencionarlos. Los conservadores apoyan las subvenciones a la educación en casa y a las escuelas religiosas, los social-demócratas hacen lo mismo con las viviendas sociales y la energía "limpia". Los social-demócratas abogan por reparar a los descendientes de esclavos, mientras que los conservadores quieren prohibir la discriminación positiva. Los conservadores proponen enseñar valores religiosos tradicionales en la escuela, mientras que los social-demócratas apoyan la teoría crítica de la raza y los temas LGBTQ+ en los programas escolares. Así pues, los objetivos de las políticas preferidas difieren, pero no la creencia de que el gobierno deba promover puntos de vista específicos.
De hecho, las políticas preferidas por social-demócratas y conservadores –todas las cuales implican la interferencia del gobierno en las decisiones privadas– son a menudo casi indistinguibles; en cuanto a las restricciones a la inmigración y el comercio, las políticas industriales, la protección de la Seguridad Social y Medicare, la reducción de los precios de los medicamentos, la regulación del contenido de las redes sociales, etc., las posiciones conservadoras y liberales difieren en los detalles, pero no en la orientación general.
En unos pocos casos, social-demócratas y conservadores están de acuerdo en un gobierno más pequeño: regulación del uso del suelo, prisiones federales, vigilancia gubernamental, confiscación de bienes civiles, dominio eminente y rescates corporativos. Pero son excepciones.
El liberalismo difiere fundamentalmente de las perspectivas social-demócrata y conservadora. Aunque acepta que los acuerdos privados son imperfectos, el liberalismo se pregunta sistemáticamente si la intervención del gobierno es más perjudicial que beneficiosa. Y aplica este escepticismo independientemente de los "valores" asociados.
Así, el libertarismo se opone tanto a la prohibición de las drogas como al control de las armas; a la protección gubernamental de los sindicatos, pero no a los sindicatos per se; a la discriminación positiva impuesta por el gobierno, pero no a la discriminación positiva adoptada de forma privada; a la moderación de los contenidos de las redes sociales impuesta por el gobierno, pero no a las políticas de moderación privadas; a todas las restricciones comerciales y de inmigración; a las restricciones gubernamentales a la elección de escuela; a las licencias obligatorias por el gobierno; y a que el gobierno defina el matrimonio.
Tal vez los liberales estén equivocados sobre las ventajas de algunas intervenciones gubernamentales. Pero aplicar un prisma coherente a todas las políticas ayuda a comprender las incoherencias de las perspectivas social-demócratas y conservadoras.
Este artículo apareció en Substack el 1 de septiembre de 2024. Constantin Wells, antiguo estudiante de intercambio en Harvard, coescribió este artículo.