Pymes y cuento
Carlos Rodríguez Braun dice que Los beneficios del progreso se debieron a los esfuerzos de trabajadores y empresarios en aumentar la productividad.
Una y otra vez, los políticos nos dicen que las pymes son importantes. Sin embargo, casi nunca hacen nada para ayudarlas, sino al contrario.
El diputado populista, Íñigo Errejón, publicó hace tiempo este delicioso tuit: "Hoy es un día importante: por fin España pondrá en marcha el proyecto para la reducción de jornada. Hacemos real lo que antes era utópico: ganar tiempo y calidad de vida sin perder derechos. Esto es solo el principio".
Como siempre, era un puro cuento, y derivaba de un acuerdo que el Gobierno alcanzó con Más País en 2021, ilustrando el antiliberalismo de ambos. Se trataba de un plan del Ministerio de Industria que destinaría 9,6 millones de euros a subvencionar a empresas de hasta 250 trabajadores que redujeran al menos un 10 % la jornada laboral y mantuvieran el salario durante dos años.
Hay dos trampas en esta fábula, típicamente antiliberales. Una es la increíble frase del señor Errejón: "sin perder derechos". Rápidamente aclaró las cosas Manuel Llamas: "Os explico: el Gobierno subvencionará a las pymes industriales que reduzcan a 4 días la jornada laboral de una parte de sus trabajadores sin recortar sueldo. Es decir, tus impuestos se destinarán a cubrir el sueldo de unos pocos escogidos. Es sencillo: PAGAS TÚ".
En efecto, muy rara vez encontrará usted, señora, a un antiliberal de izquierdas o de derechas que se moleste en hacer los números bien y que respete a las trabajadoras que finalmente terminan pagando todas las soluciones imaginativas de los políticos. Las trabajadoras como usted, señora.
La segunda trampa es otra clásica del antiliberalismo: la idea de que lo bueno no puede provenir nunca de la libertad sino siempre de la coacción. Como si los salarios hubiesen aumentado en el mundo, y las jornadas laborales hubiesen disminuido, gracias a los recortes de derechos y libertades perpetrados por las autoridades. No fue así, claro. Los beneficios del progreso se debieron a los esfuerzos de trabajadores y empresarios en aumentar la productividad. Sin dicho incremento nunca podrían haber cobrado más los trabajadores y haber trabajado menos horas.
Pero eso es algo que el antiliberalismo del grueso de los políticos de todos los partidos les impide reconocer. Por eso se llenan la boca de supuestas reivindicaciones sobre el bien que hacen a los trabajadores y las pymes. Un puro cuento, señora.
Este artículo fue publicado originalmente en La Razón (España) el 14 de julio de 2024.