¿Quién pone en peligro a la democracia?
Marcos Falcone se pregunta cual de los dos aspirantes a la Casa Rosada, en base a su trayectoria previa, representa un mayor peligro para la democracia.
Por Marcos Falcone
¿Cuál de los dos candidatos a la presidencia representa una amenaza mayor para la democracia argentina? ¿El que hace una campaña electoral casi sin recursos o el que viola la veda de anuncios de gobierno desde su cargo de ministro? ¿El que es resistido por la burocracia o el que inunda oficinas del Estado con su cara? ¿El que está a favor de la boleta única de papel o el que busca mantener la boleta sábana? ¿El que pide ayuda para mejorar la fiscalización del comicio o el que determina estratégicamente un feriado para que menos personas vayan a votar?
Vayamos más allá de la campaña y analicemos más generalmente el presente y el futuro políticos de los actuales candidatos. ¿Cuál representa un mayor riesgo en términos de democracia? ¿El que comparte un bloque parlamentario con una sola persona o el que gobierna de facto desde hace un año sin que nadie lo haya elegido? ¿El que tendría menos del 15% del Congreso si fuera electo o el que con facilidad podría conseguir mayorías en las dos cámaras? ¿El que carecería totalmente de gobernadores e intendentes afines o el que es parte del gobierno que hoy quiere enjuiciar a la Corte Suprema? ¿El que no tiene partido o el que pertenece a uno que fue fundado por un militar durante un gobierno de facto, apoyó golpes y se opuso a enjuiciar a dictadores? ¿El que agrupa en su contra a intelectuales y artistas que apoyan dictaduras de izquierda o el que los tiene de su lado?
Si el presente y el posible futuro de cada candidato no son suficientes, interpretemos sus pasados. ¿Quién es más peligroso para la democracia? ¿El que fue siempre opositor a Cristina Fernández de Kirchner, que fue incapaz de entregar el bastón de mando cuando dejó la presidencia, o el que fue su ministro y compartió boleta con ella hace solo cuatro años? ¿El que prácticamente no ha tenido contacto directo con el Estado o el que ha conseguido empleo en él hasta para su esposa? ¿El economista o el abogado que ha llevado a nuestra democracia a una inflación del 150% anual? ¿El que lleva dos años en la política o el que lleva treinta?
Y si acaso no alcanzara ninguna de las acciones de cada candidato a la hora de decidir, observemos sus convicciones. ¿Cuál es, entonces, el candidato más antidemocrático? ¿El que se declara contra la pauta publicitaria oficial por el daño que produce a la discusión pública o el que es amigo personal de empresarios mediáticos? ¿El que admira a países libres como Estados Unidos e Israel o el que ideó (y hoy lidera) una administración afín a Cuba,Venezuela y Rusia? ¿El que cree en el progreso individual o el que pide abiertamente un gobierno de corporaciones como la Unión Industrial? ¿El que defiende las mismas ideas en el tiempo o el que ha saltado de espacio en espacio sin inmutarse?
¿Cuál es, exactamente, el candidato más dañino para la democracia argentina en la elección de este 19 de noviembre? ¿El que todos acusan de representar un peligro? ¿O el que nadie tiene realmente en la mira?