Los argentinos ya no son todos peronistas

Daniel Raisbeck dice que así como lucen las cosas actualmente, el candidato peronista no pasaría a segunda vuelta.

Por Daniel Raisbeck

"Todos somos peronistas", dijo el hombre fuerte del corporativismo argentino Juan Domingo Perón en 1972, un año antes de asumir la presidencia por segunda vez. En 1976, la segunda esposa de Perón, Isabel, fue desalojada del poder por una junta militar que gobernó hasta 1983, cuando el Partido Peronista Justicialista perdió las elecciones presidenciales. Desde 2003, sin embargo, Argentina ha estado bajo gobiernos peronistas de izquierdas durante todos los años menos cuatro.

En las elecciones presidenciales de 2015, Mauricio Macri, un empresario de centro-derecha, derrotó por un estrecho margen a su oponente peronista con la promesa de reducir la inflación a un solo dígito y permitir el crecimiento de una economía estancada. Sin embargo, durante los cuatro años de mandato de Macri, la inflación se duplicó (del 27 al 54%), el Producto Interno Bruto del país se contrajo y el peso argentino se desplomó frente al dólar. Tras fracasar en su intento de recortar el gasto público, Macri recurrió al Fondo Monetario Internacional para obtener el mayor préstamo de la historia de la institución (57.000 millones de dólares). A finales de 2019, Macri perdió su intento de reelección frente al actual presidente, del Partido Justicialista, Alberto Fernández, un peronista aliado de la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner. Esta última ocupó el cargo entre 2007 y 2015, tras suceder a su difunto marido, Néstor Kirchner, ganador de las elecciones de 2003.

En teoría, las elecciones de este año deberían haber sido una revancha de la campaña de 2019. Sin embargo, ni Fernández ni Macri estarán en la papeleta. La primera, que ha presidido un impago de la deuda en 2020 y lo que ahora es una inflación de tres dígitos –la tasa oficial anual era del 114% en junio– decidió (sin duda sabiamente) no presentarse. Macri, que se habría enfrentado a serios contendientes en las primarias de su propio partido, también se apartó. Aun así, los expertos esperaban que sus respectivos sucesores se enfrentaran por la presidencia. Los votantes tenían otras cosas en la mente.

Los peronistas están agrupados en una coalición llamada "Frente de Todos". La principal oposición de centro-derecha, liderada hasta hace poco por Macri, se llama "Juntos por el Cambio". En contra de las previsiones de las encuestas, ninguno de los dos partidos obtuvo el mayor porcentaje de votos en las primarias presidenciales obligatorias del domingo. En cambio, el ganador absoluto –con el 30% de los votos– fue Javier Milei, un economista de libre mercado que fue elegido por primera vez diputado por un partido de nueva creación –La Libertad Avanza– en noviembre de 2021.

Milei saltó a la fama como invitado directo en programas políticos de televisión, donde arremetía contra Cristina Kirchner, la actual vicepresidenta, por su incompetencia económica y la flagrante corrupción de su gobierno (el pasado diciembre, un tribunal federal argentino declaró a Kirchner culpable de apropiarse de cerca de 1.000 millones de dólares procedentes de contratos falsos y proyectos de infraestructuras espurios). A Macri, el sucesor de Kirchner, no le fue mucho mejor, según Milei, quien señaló que el gobierno del ex presidente se limitaba a ofrecer "socialismo con buenos modales".

Antiguo vocalista de heavy metal, Milei ha demostrado ser un hábil showman, con un talento especial para ilustrar que, cuando se aplican, las teorías del liberalismo clásico benefician al individuo corriente. Desde el principio de su mandato en el Congreso, Milei anunció que no aceptaría el sueldo que le corresponde. En su lugar, lleva a cabo un sorteo mensual en el que cualquiera puede inscribirse para tener la oportunidad de ganar alrededor de nueve veces el salario mínimo mensual nacional. Mientras sus oponentes denuncian un peligroso plan de autopromoción para recabar datos personales de miles de participantes, Milei explica que está devolviendo a los contribuyentes lo que es suyo por derecho.

La idiosincrasia de Milei –ha dado las gracias a sus cuatro perros por ayudarle a ganar–, su estilo desaliñado y polémico, y sus mítines políticos, habitualmente abarrotados, que parecen conciertos de rock duro, podrían parecer excluyentes de cualquier coherencia ideológica. Pero no es así. La plataforma de Milei afirma que "el Estado argentino es la principal causa de la pobreza de los argentinos". Incluye una apertura comercial unilateral para una Argentina altamente proteccionista, la privatización de todas las empresas estatales, un programa universal de vales escolares, una reducción del 15% del gasto público como porcentaje del PIB, la eliminación de 17 de los 25 ministerios o departamentos del Estado y la eliminación de los servicios públicos estatales, los subsidios y los controles de precios.

El principal mentor de Milei es Alberto Benegas Lynch (h), un respetado economista liberal clásico. Considera a Milei heredero de Juan Bautista Alberdi, el creador de la Constitución de 1853, y le atribuye haber "trasladado las ideas liberales (clásicas) a la esfera política tras ocho décadas de ausencia". El padre de Benegas Lynch (h), Alberto Benegas padre, fundó en los años 50 un think tank, el Centro de Estudios para la Libertad, que invitó al economista austriaco Ludwig von Mises –entre otros académicos– a dar conferencias en Buenos Aires. Milei es, por tanto, el producto de un rico pedigrí intelectual.

Los críticos de Milei todavía lo denuncian como un demagogo con un arsenal de payasadas cuestionables, empezando por su característica profanidad, que habitualmente dirige a oponentes concretos y a la "casta política" en general. Ideológicamente, los izquierdistas tienden a atacar a Milei por su radical agenda "neoliberal". La intelectualidad también ha intentado asociar a Milei con figuras de la derecha nacionalista y "populista" como Donald Trump y Jair Bolsonaro. La prensa lo describe regularmente como "ultraderechista".

El problema con esa teoría es que, aunque a Milei no parecen importarle las asociaciones Trump-Bolsonaro e incluso las fomenta, ciertamente no es un nacionalista económico. De hecho, su característica propuesta política para domar la inflación en Argentina es dolarizar la economía, cerrar el banco central y deshacerse de la moneda nacional. Como mi colega Gabriela Calderón y yo argumentamos en un reciente informe del Instituto Cato, la dolarización es necesaria y debería haberse llevado a cabo hace tiempo en Argentina. En las primarias, el mayor bloque de votantes estuvo de acuerdo.

Las acusaciones de demagogia contra Milei son más ciertas en lo que respecta a ciertas propuestas políticas que parecen irrealizables. Por ejemplo, su plataforma pretende recortar drásticamente el gasto público sin despedir a ningún funcionario y eliminar los subsidios y los controles de precios sin que ello afecte a las facturas de los servicios públicos, artificialmente bajas. Como señala el economista Iván Carrino, resolver estos problemas sin dolor es altamente improbable.

Hace unos días, Milei seguía siendo un perdedor, luchando por la relevancia en una carrera de tres competidores según las encuestas. Ahora es el hombre a batir por sus dos principales oponentes: Patricia Bullrich, ex ministra de Seguridad de Macri, y Sergio Massa, candidato peronista y actual ministro de Economía. En caso de que gane la presidencia en octubre, es poco probable que Milei ponga en práctica toda su ambiciosa agenda. Sin embargo, si consigue dolarizar Argentina, Milei habrá privado a la clase política de toda capacidad para llevar a cabo la política monetaria, rompiendo así el largo ciclo de devaluación de la moneda, deuda monetizada, inflación de tres dígitos y disminución crónica del poder adquisitivo. Esto por sí solo sería un servicio monumental a sus compatriotas.

Tal como están las cosas, Massa quedaría eliminado en la primera vuelta de octubre, y Milei y Bullrich pasarían a una segunda vuelta en noviembre. En ese caso, una cosa será segura: los argentinos ya no son todos peronistas.

Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (Estados Unidos) el 14 de agosto de 2023.