La población mundial alcanza los 8 mil millones de personas: los recursos se han vuelto más abundantes
Marian L. Tupy señala que cada aumento de 1% en la población correspondió a un aumento de 5% en la abundancia personal de recursos.
Por Marian L. Tupy
Según las Naciones Unidas, la población mundial alcanzó los 8 mil millones de personas en la actualidad. No todo el mundo está emocionado por la noticia. Como señaló una fuente, “los humanos usamos tantos recursos ecológicos como si viviéramos en 1,75 planetas Tierra”.
En un libro publicado recientemente, Superabundance: The Story of Population Growth, Innovation, and Human Flourishing on an Infinitely Bountiful Planet, analizamos los precios de cientos de alimentos, metales, minerales, productos terminados y combustibles desde 1850. Encontramos que, contrariamente a las expectativas, los recursos se volvieron más abundantes, no más escasos.
En promedio, cada aumento del 1% en la población correspondía a una disminución del precio del 1% en relación con los salarios. Eso significa que cada aumento del 1% en la población también correspondía a un aumento del 5% en la abundancia personal de recursos y un aumento del 16% en la abundancia de recursos globales.
La abundancia personal de recursos creció a una tasa del 3,1% anual, duplicándose así cada 22,6 años aproximadamente. La abundancia mundial de recursos creció a una tasa del 4,4%, duplicándose cada 16 años más o menos.
¿Cómo es eso posible?
Cada nuevo ser humano llega al mundo no solo con el estómago vacío, sino también con un par de manos y, lo que es más importante, un cerebro capaz de pensar inteligentemente y crear nuevos conocimientos.
En el proceso de desarrollo económico, los seres humanos causamos daños ambientales, pero la nueva riqueza y el conocimiento que creamos también nos permiten ser mejores administradores del planeta. Es por eso que todas las tablas de clasificación ambiental están dominadas por países desarrollados.
Los apocalípticos preocupados por el crecimiento de la población tienen razón al señalar que el mundo está constituido por un número finito de átomos –ya sean de cobre o de zinc. Pero la finitud de los átomos (es decir, los recursos) es en gran medida irrelevante para el bienestar humano. Lo que importa es nuestra capacidad para crear nuevos conocimientos que combinen y recombinen esos átomos de maneras cada vez más valiosas.
Por ejemplo, un humilde granito de arena nos había dado primero frascos de vidrio, luego cristales y, más recientemente, cables de fibra óptica. Entonces, el nuevo conocimiento no está limitado por los límites físicos de nuestro planeta, sino por la cantidad de personas que son libres de pensar, hablar, asociarse, invertir y lucrar con sus ideas e invenciones.
Para más información, visite www.superabundance.com.
Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 5 de noviembre de 2022.