La historia triste, feliz y peligrosa de las luces navideñas
Chelsea Follett recuerda que hace mucho tiempo las luces navideñas eran velas, las cuales provocaban con mucha frecuencia incendios y fatalidades en hogares.
Por Chelsea Follett
Los arreglos espectaculares y resplandecientes son algo ubicuo en esta temporada navideña, desde los hogares iluminados de manera elaborada hasta los shows de luces que se pueden ver al pasar por la calle en auto. Pero las luces eléctricas son más que una forma encantadora de combatir la depresión de invierno; también han logrado que esta época del año sea considerablemente más segura que en el pasado.
Las primeras luces de navidad fueron velas. La práctica de colocar velas encendidas en los árboles de navidad data desde al menos 1660 en Alemania. Colocar velas en las ventanas puede que se haya originado con los primeros colonizadores americanos. Cualquiera que sea su origen, las velas ubicadas en las ventanas y en los árboles se convirtieron en una tradición muy difundida. Para 1856, el Presidente estadounidense Franklin Pierce llevó árboles con velas encendidas a la Casa Blanca.
Trágicamente, las velas muchas veces demostraron ser tan letales como lindas. Los incendios en épocas de navidad ocurrían tan frecuentemente que, para 1908, muchas empresas de seguridad se negaban a cubrir los incendios iniciados por árboles de navidad.
En 1911, la Asociación Nacional de Protección contra Incendios, la Junta de Nueva York de Aseguradores de Incendios, y el Departamento de Bomberos de Newark emitieron un comunicado conjunto que decía, en parte, “No permitan que los niños enciendan o vuelvan a encender velas mientras que los padres no están presentes. Ellos frecuentemente prenden en fuego su vestimenta. El árbol mismo se quemará cuando sus agujas se hayan secado”.
Las velas navideñas provocaban incendios y muertes
Los periódicos viejos revelan horrorosos incendios por velas navideñas, incluyendo un incendio que mató a 36 personas en Oklahoma en 1925 y un incendio que azotó un hospital en Chicago en 1885. En un incidente de 1905, un hombre de la Ciudad de Kansas vestido como Santa Claus se prendió en fuego, junto con su saco de juguetes (lo que podría ser considerado un milagro de navidad es que él sobrevivió).
Una serie de innovadores buscaron hacer que las velas festivas sean más seguras. En 1867, un individuo llamado Charles Kirchhof patentó un portador de velas pesado que buscaba mejorar la estabilidad de las velas en los árboles. En 1878, Frederick Artz inventó un portador de velas todavía superior que se enganchaba a las ramas de los árboles. Pero la mejora más importante de la seguridad provino de la transición desde las velas hacia la electricidad.
Tres días antes de la navidad de 1882, nacieron las luces festivas eléctricas. Solo dos años después de que Thomas Edison patentara el foco de luz, uno de sus empleados, Edward Hibberd Johnson, se dio cuenta del potencial festivo de dicha innovación. Él envolvió algunos pequeños focos en un cable alrededor de un árbol de navidad. El Detroit Post reportó la innovación:
“Allí…estaba un gran árbol de navidad presentando un aspecto de lo más pintoresco e inesperado. Estaba vivamente encendido con muchos globos de color que eran tan grandes como una nuez inglesa…El resultado era el parpadeo continuo de colores danzantes, rojo, blanco, azul, blanco, rojo, azul toda la noche. No necesito decirle que el árbol centelleante era una vista preciosa —uno difícilmente puede imaginarse algo más bello. El techo estaba cruzado de manera oblicua con dos cables sobre los cuales colgaban 28 luces pequeñas adicionales; y todas las luces y el mismo árbol fantástico con sus frutos estrellados se mantenían andando mediante la ligera corriente eléctrica que era transportada desde la oficina principal en un cable diáfano”.
“Los árboles eléctricos demostrarán ser mucho menos peligrosos que los árboles con velas de cera” señaló en ese entonces Johnson.
Las luces eléctricas eran “extravagantes”
Primero, solo los ricos podían costear dichas luces eléctricas; un editorial de 1884 del New York Times las denominó “extravagantes”. Menos del 10 por ciento de EE.UU. tenía electricidad cuando las luces navideñas se estrenaron. Pero el costo de la electricidad rápidamente se desplomó, y 60 por ciento del país tenía acceso a la electricidad para cuando las luces a prueba del clima llegaron al mercado en 1927.
Encender totalmente un árbol de navidad con focos eléctricos podía costar hasta $300 a principios de 1900s, el equivalente a alrededor de $8.500 hoy. Los primeros cordones “pre-cableados” de luces navideñas eléctricas, denominados “festoons”, fueron lanzados en 1903 y costaban $12 cada uno (casi $400 hoy). Muchas personas solo podían alquilar en lugar de comprar luces festivas eléctricas.
Para 1914, un cordón de luces costaba solo $1,75 (cerca de $50 hoy). La competencia empresarial condujo a que luces festivas eléctricas todavía más baratas y seguras inunden el mercado en las décadas de 1920 y 1930.
La electricidad también puede, por supuesto, provocar incendios. En 1943, el cantante y actor Bing Crosby, famoso por éxitos navideños como “White Christmas”, perdió su casa por un incendio causado por un cableado defectuoso en sus luces navideñas. Pero gracias a las continuas mejoras en la seguridad, la frecuencia de los incendios en casa ha venido disminuyendo desde hace décadas en EE.UU.
De manera que la próxima vez que vea luces navideñas, dese un momento para preciar cómo la electricidad ha transformado esta temporada y cómo ha salvado un sinnúmero de vidas.
Este artículo fue publicado originalmente en RealClearHistory (EE.UU.) el 29 de diciembre de 2021.