Es tiempo de revivir la Ilustración Islámica
Mustafa Akyol presenta su libro, que pretende revivir la Ilustración Musulmana, movimiento que desde el siglo 19 pretendía reconciliar la fe musulmana con la razón, haciéndola compatible con la modernidad de sociedades libres y tolerantes.
Por Mustafa Akyol
ISIS, Al Qaeda, Boko Haram…Decapitaciones, ataques terroristas, masacres en nombre del Islam…¿Acaso estos ataques desalentadores muestran que hay algo que está mal en el mundo musulmán hoy?
En Occidente, hay dos respuestas populares a esta pregunta, que son marcadamente opuestas: la primera es que estos terroristas revelan “el verdadero rostro del Islam”, que es inevitablemente una religión violenta e intolerante. La segunda respuesta es que es más bien lo contrario, estos terroristas “no están relacionados con el Islam”, que solo es una religión de paz, mientras que todos los problemas son creados por todas las dificultades socio-económicas o las intervenciones extranjeras.
Como un musulmán que ha luchado con estos asuntos de la libertad, los derechos humanos y la tolerancia en el mundo contemporáneo del Islam, creo que ambas respuestas están equivocadas.
La primera respuesta está equivocada —y es terriblemente injusta— porque los terroristas que actúan en nombre del Islam son extremadamente marginales entre los 1.600 millones de musulmanes que hay en el mundo, muchos de los cuales son personas pacíficas que llevan vidas normales. De manera que esos terroristas son realmente “extremistas”.
Sin embargo, la segunda respuesta también está equivocada, porque los terroristas en cuestión si tienen algo que ver con el Islam: están refiriéndose a ciertos veredictos de la jurisprudencia musulmana —la interpretación de la Sharia— solo que llevándolos a nuevas alturas.
Mire cómo ISIS justifica masacrar a los: al declararlos “apóstatas”. En cambio, las autoridades musulmanas de la corriente dominante condenan a ISIS, tradicionalmente diciendo, “No, usted no puede declarar a sus compañeros musulmanes apóstatas”. Pero muchas de estas autoridades no dicen que ningún apóstata alguna vez debe ser fijado como objetivo —porque ellos todavía creen en la autoridad de una narrativa dudosa del Profesa Mahoma: “Quien sea que abandone esta religión, mátelo”.
O considere cómo Al Qaeda justifica matar a “blasfemos” —personas como los caricaturistas de Charlie Hebdo. Ellos se basan en los juristas musulmanes medievales que definieron sabb al- rasul, o “insultar al profeta”, como un crimen capital. En cambio, las autoridades musulmanas de la corriente dominante se oponen a Al Qaeda, diciendo tradicionalmente, “No, usted no puede castigar la blasfemia de una manera justiciera, especialmente en un país no musulmán”. Eso ayuda, pero muchas de estas autoridades de la corriente dominante todavía ven a la blasfemia como un crimen capital. Por lo tanto ellos no se oponen a las leyes severas contra la blasfemia en Paquistán, Arabia Saudita, Irán y muchos otros países con mayorías musulmanas.
Aquí está el problema subyacente que los musulmanes de los tiempos modernos deben enfrentar sinceramente: el Islam, como religión, encontró el poder político justo en su momento de nacimiento. Por lo tanto, muchos de los musulmanes iniciales no vieron nada malo con el uso del poder coercitivo para avanzar su fe —de igual manera que sus contemporáneos, tales como los Bizantinos o los Sasánidas, quienes también los estaban haciendo. Este poder coercitivo incluía conquistas militares; un orden político basado en la supremacía de los musulmanes por sobre los no-musulmanes; leyes que obligaban a cumplir con la religiosidad; y la supresión violenta de la blasfemia, la apostasía, y la herejía.
Ninguna de estas cosas era sorprendente en el mundo pre-moderno, cuando el Islam de hecho muchas veces parecía ser una religión más tolerante que la cristiandad, cuyo matrimonio con el poder se vio reflejado en los horrores de las Cruzadas o las torturas de la Inquisición. No debería sorprender que, en el mundo pre-moderno, muchos judíos huyeron de la Cristiandad hacia el Imperio Otomano Musulmán para encontrar seguridad y libertad.
Aún así el mundo ha cambiado dramáticamente durante los últimos siglos, con el auge de las democracias liberales y los derechos humanos universales. La Cristiandad —y el judaísmo— se adaptaron a estos valores modernos, revisando algunas de sus doctrinas intolerantes. Pero la jurisprudencia islámica, y la mentalidad que yace detrás de ella, no ha cambiado mucho.
Por lo tanto, el Islam de la corriente dominante necesita una transformación muy discutida: una reforma importante. La analogía adecuada en la historia Occidental no es la Reformación Protestante, sin embargo, que ha sido referida muchas veces, solo que de manera inadecuada.
La analogía adecuada es la Ilustración, en particular el tipo de Ilustración promovida por John Locke, quien ofreció una nueva interpretación de la Cristiandad —no un rechazo de ella— para rescatarle de su propio matrimonio de siglos con el poder coercitivo.
De hecho, esto ha sido entendido desde el siglo 19 —en el Imperio Otomano tardío, el mundo árabe e India— por los auto-proclamados “musulmanes liberales”. Sus esfuerzos condujeron a constituciones liberales, reformas feministas, y re-interpretaciones religiosas. Recientemente, el historiador inglés Christopher de Bellaigue ha resumido estos importantes esfuerzos como la “Ilustración Musulmana”.
Aún así este mismo esfuerzo provocó “la Contra-Ilustración Musulmana”, liderada por un amplio rango de Salafis, musulmanes y conservadores rígidos (los terroristas mencionados anteriormente representan su ala más extrema).
Mi nuevo libro, Reopening Muslim Minos: A Return to Reason, Freedom, and Tolerance, tiene la intención de intervenir en esta gran crisis del Islam. Este busca revivir y promover la Ilustración Musulmana, al presentar un argumento integral a favor de ella —y, tal vez más importante todavía, desmantelar los obstáculos teológicos que la obstruyen.
El principal reto es sencillo, pero también uno importante: ¿Puede el Islam renunciar al poder coercitivo? ¿Puede ser una religión que propone sus afirmaciones de verdad, pero que no las impone?
Muchos musulmanes, quienes viven felices en sociedades libres o aspiran a hacerlo, desde ya contestan que “si”.
Aún así hay otros quienes enfáticamente dicen “no”.
Su fanatismo amenaza el futuro de la libertad. También amenaza el futuro de las sociedades musulmanas, y, de hecho, el futuro de la fe musulmana —mi fe— también.
Por lo tanto, escribí este libro para mostrar que están equivocados y por qué hay un mejor camino para comprender al Islam.
Un camino en el que la fe está reconciliada con la razón, es expresada en libertad y coronada con la tolerancia.
Este artículo fue publicado originalmente en Cato At Liberty (EE.UU.) el 5 de abril de 2021.