El crecimiento económico es más importante de lo que usted cree
David Behrens destaca la importancia del crecimiento económico para mejorar la salud del planeta y las vidas de las personas, particularmente aquellas pertenecientes a los grupos de ingresos más bajo.
Por David Behrens
¿Qué es el crecimiento económico y por qué debería importarle a las personas comunes y corrientes? Esas preguntas son difíciles de contestar en un mundo histérico donde las cuestiones que alguna vez fueron académicas y secas ahora son politizadas en todo momento. Recientemente, los comentaristas de los lados se han empeñado en menospreciar el crecimiento como el ídolo dorado de los capitalistas de mente obtusa. De igual manera, muchas personas ven la búsqueda del crecimiento como una alternativa, no un complemento, a la búsqueda de satisfacer las necesidades sociales como la salud pública y la sustentabilidad.
Estas narrativas son comprensibles, considerando las maneras mal informadas y cerradas en la que muchas figuras públicas han intentado promover la importancia del crecimiento y de la actividad económica, particularmente durante la actual pandemia. Pero las narrativas por sí mismas no podrían ser más confusas. El crecimiento económico afecta las vidas de las personas ordinarias de muchas maneras cruciales, no solo en Occidente, sino todavía más en un sinnúmero de naciones en desarrollo. De hecho, el crecimiento es generalmente la fuente más importante de mejoras en los estándares de vida a nivel mundial.
Si visualizamos la economía como un pastel, entonces el crecimiento puede ser visualizado como que el pastel está creciendo. Muchos economistas miden el crecimiento utilizando una métrica llamada Producto Interno Bruto (PIB), el cual define los “ingredientes” del pastel como consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas. En países en desarrollo, el crecimiento está en gran medida liderado por la inversión, mientras que en los países más ricos este suele depender de la innovación para continuar creciendo.
Estas definiciones en desarrollo, mientras que son altamente simplificadas, son mejores que nada. Estas son importantes porque pueden facilitar comprender cómo el PIB está correlacionado con varios medidas claves acerca de la calidad de vida.
En África Sub-Sahariana, por ejemplo, el PIB real promedio per cápita creció en 42% entre 1990 y 2018. Ese crecimiento coincidió con importantes reducciones en la pobreza extrema, la mortalidad infantil y la malnutrición.
El crecimiento también incrementa el acceso a recursos que hacen que las personas estén más seguras y sanas. Un estudio de 2019 muestra que, mientras que las tasas de mortalidad relacionadas con los desastres cayó para todos los grupos de ingresos a nivel mundial entre 1980 y 2016, los países en desarrollo que se encontraban en las etapas iniciales del crecimiento experimentaron las mejoras más marcadas. Esto es porque esos países realizaron los avances relativos más significativos en infraestructura y medidas de seguridad —avances facilitados por el crecimiento.
El crecimiento es una bendición salvadora para las personas más pobres del mundo, pero también tiene un impacto importante para las vidas diarias de los estadounidenses y del resto del mundo desarrollado, y ese impacto es especialmente importante en la era del coronavirus. Por ejemplo, el crecimiento continuo ha derivado en avances que salvan vidas en la tecnología e investigación médica, las cuales le han permitido a la humanidad combatir el COVID-19 más rápidamente y efectivamente que lo que alguna vez podríamos haberlo hecho en el pasado. Las vacunas para ciertas enfermedades tardaron décadas en ser desarrolladas, tan tarde como mediados del siglo 20, pero es muy probable que una vacuna para el COVID-19 esté ampliamente disponible tan solo un año después del brote inicial del virus.
Para muchos críticos supuestamente conscientes del medio ambiente, pareciera intuitivo que el crecimiento no es sustentable. Sin embargo, las críticas basadas en la sustentabilidad del crecimiento suelen ignorar la realidad de que el crecimiento conduce a innovaciones verdes que ayudan al planeta. Las tecnologías que aumentan la productividad nos permiten producir más mientras que conservamos recursos y protegemos el medio ambiente. Además, los países más ricos suelen estar mejor preparados para desarrollar y adoptar tecnologías limpias.
El científico Andrew McAfee de MIT ha documentado muchos de los beneficios ambientales concretos del crecimiento en su reciente libro, More From Less. McAfee señala que los incrementos en la población de EE.UU. y de la actividad productiva en décadas recientes han coincidido con disminuciones significativas de la contaminación del aire y del agua, junto con reducciones netas en los usos de agua, fertilizantes, minerales y otros recursos —todo porque el crecimiento económico y la coordinación de mercado condujo a mejoras en las manufacturas y la tecnología. Para facilitar este proceso, que McAfee llama “desmaterialización”, el crecimiento debería ser visto como una clave para la sustentabilidad, no como una barrera para esta.
En un sentido más amplio, el crecimiento ha hecho nuestras vidas más convenientes, dinámicas y entretenidas mediante desarrollos en las tecnologías para el consumidor y otras innovaciones. Imagínese estar en cuarentena cinco meses (y más) sin Internet, computadoras personales o teléfonos inteligentes. Muchas personas no tendrían cómo desempeñar sus trabajos. Incluso para aquellos que podrían, la vida sería mucho más difícil, por no decir aburrida.
De hecho, si una cosa se puede decir para resumir el impacto del crecimiento alrededor del mundo, sería que el crecimiento hace que la vida de todos sea más fácil. Por ejemplo, la cantidad de trabajo requerida para que los trabajadores promedio compren un sinnúmero de productos y servicios básicos se encuentra en un nivel históricamente bajo y está en declive, en gran medida porque las cadenas de suministro han crecido y se han vuelto más eficientes. El resultado es que las personas ordinarias, especialmente aquellas en los grupos de ingresos más bajos con una dependencia relativamente mayor de productos básicos, están mejor.
La historia del crecimiento económico es de muchas maneras la historia de cómo la cooperación y el intercambio pueden derrotar la pobreza y la escasez. Mientras más entendamos eso, más probable será que respaldemos las políticas que permiten que los recursos fluyan hacia las áreas que más los requieren. En un sentido amplio, ninguna idea política ha sido más efectiva en este aspecto que el libre comercio.
Conociendo la importancia de la innovación para el bienestar humano debería también alentarnos a darle la bienvenida a las nuevas tecnologías en lugar de temerlas. Por lo tanto, debemos estar precavidos de las regulaciones excesivas y de las políticas fiscales que previene que las ideas florezcan.
Más importante todavía, no deberíamos escuchar a aquellos que sostienen que el crecimiento económico es un objetivo sinsentido y abstracto que solo beneficia a los ricos y dejar a las personas ordinarias rezagadas. El crecimiento es un conductor vital del progreso en la sociedad moderna y debería ser tomado en serio por el bien de la humanidad y del planeta.
Este artículo fue publicado originalmente en Cap X (EE.UU.) el 19 de agosto de 2020.