El balance de riesgos de la inflación

Manuel Sánchez González considera que el enfoque del Banco Central de México en una variable que no es su objetivo primario, la actividad económica, en desmedro de otra que si lo es, la inflación, podría generar la señal confusa acerca de su compromiso con la estabilidad de precios.

Por Manuel Sánchez González

La semana pasada, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió reducir el objetivo de su tasa de interés de referencia en cincuenta puntos base, para situarlo en 4,50 por ciento.

Como en las diez reuniones de política monetaria anteriores, en el comunicado de esta determinación, el Banxico señaló que el 'balance de riesgos' para la inflación resultó incierto.

Las instituciones y los profesionales de diversas disciplinas, que realizan pronósticos de variables de su competencia, suelen complementar sus ejercicios prospectivos identificando 'riesgos', definidos como posibles discrepancias de la realidad respecto a los valores previstos.

De esta manera, se dice que existen riesgos 'al alza' si se conjetura que ciertos factores podrían llevar a la variable en cuestión a un valor superior al estimado, y 'a la baja', en el caso contrario.

El balance de riesgos combina ambas eventualidades y, por ello, revela el sentido del error que se supone más probable para las proyecciones. En la medida en que puede ayudar a tomar ciertas decisiones, tal consideración reviste utilidad.

A partir de 2000, cuando comenzó la práctica de publicar boletines para explicar las decisiones de política monetaria, el Banco de México ha aludido, con frecuencia creciente, al balance de riesgos de la inflación.

El punto de referencia futura de este balance ha variado a lo largo del tiempo. Sin embargo, a grosso modo, pueden distinguirse grandes periodos en que su interpretación se ha mantenido relativamente estable.

Específicamente, como resultado de la adopción formal de la estrategia de objetivos de inflación, durante los primeros años del presente siglo, la Junta de Gobierno se orientó a impulsar el declive en el crecimiento de los precios. Así, hasta aproximadamente 2008, el balance de riesgos tendió a asociarse, de forma directa, a la meta anual, la cual fue reduciéndose hasta fijarse en 3,0 por ciento a partir de 2003.

En gran medida como resultado de la inestabilidad derivada de la gran crisis financiera global, durante 2009 y 2010, el Banxico otorgó un mayor énfasis a sus previsiones de inflación de corto plazo, con lo que las esporádicas evaluaciones del balance de riesgos se conectaron, de forma directa, aunque implícita, a tales proyecciones, si bien invariablemente se mencionó el compromiso con la convergencia al objetivo.

El inicio de la publicación de minutas de las reuniones de política monetaria en 2011 trajo aparejado, entre otros efectos, la referencia sistemática al balance de riesgos de la inflación. En un principio éste siguió asociado tácitamente al dinamismo esperado de los precios y, a partir de 2018, la conexión ha tendido a ser expresa y se ha interpretado en función de los pronósticos publicados por este instituto central.

En cualquier caso, como regularidad observada hasta mediados de 2019, las alusiones de los comunicados al balance de riesgos de la inflación siempre ocurrieron en una de dos formas: o se mencionaba que la Junta de Gobierno vigilaba ese balance, lo cual suponía que contaba con una opinión al respecto, o bien, con mayor frecuencia, se señalaba si éste había mejorado o empeorado respecto a la reunión anterior y, a veces, su sentido.

Estas posturas, especialmente las que evaluaban el balance de riesgos de la inflación, servían de base para justificar las decisiones de política monetaria.

En contraste, desde la sesión de junio de 2019, este balance se ha catalogado persistentemente como incierto, lo que resulta peculiar, al menos, por dos razones.

En primer lugar, a pesar de aceptar no contar con bases para evaluar la inminencia relativa de los riesgos en cualquiera de las direcciones, en las últimas diez reuniones, el Banco de México ha recortado sucesivamente su tasa de interés de referencia, en un total de 375 puntos base.

La ausencia de opinión sobre los riesgos de inflación parece debilitar el sustento del acelerado relajamiento monetario. Ello se hace más evidente considerando el aumento de la inflación general y subyacente registrado durante los tres meses recientes.

En segundo lugar, en discordancia con la falta de opinión sobre el balance de riesgos de la inflación, en cada uno de los comunicados se incluyó una postura explicita, “de sesgo a la baja”, sobre el correspondiente al crecimiento económico.

La asimetría del Banco Central por evaluar el balance de riesgos de una variable que no es su objetivo prioritario, es decir, la actividad económica, y abstenerse de hacerlo respecto a la que lo es, la inflación, genera el peligro de enviar una señal confusa respecto a su compromiso con la estabilidad de los precios.

Este artículo fue publicado originalmente en El Financiero (México) el 19 de agosto de 2020.