Héroes del progreso, parte 42: Vasili Arkhipov

Alexander C. R. Hammond destaca a Vasili Arkhipov, un marino soviético que se negó a permitir un ataque nuclear contra un portaaviones de EE.UU. durante la Crisis de los misiles en Cuba en 1962.

Por Alexander C. R. Hammond

Hoy presentamos la parte No. 42 de una serie de artículos publicados en HumanProgress.org titulada “Héroes del Progreso”. Esta columna provee una breve introducción a los héroes que han realizado una contribución extraordinaria al bienestar de la humanidad. Puede encontrar la parte No. 41 de la serie aquí.

Esta semana, nuestro héroe es Vasili Arkhipov —un oficial naval soviético naval que se negó a permitir un ataque nuclear soviético a un portaaviones de EE.UU. durante la Crisis de los misiles en Cuba en 1962. Las acciones de Arkhipov probablemente previnieron una guerra nuclear abierta, cuyas consecuencias hubiesen incluido la muerte de millones, sino mil millones, de personas inocentes, un colapso de muchas naciones-estado y sus economías, y una cantidad enorme de daño ambiental. De manera apropiada, el Archivo Nacional de Seguridad de EE.UU. ha denominado a Arkhipov como un hombre que “salvó al mundo”.

Vasili Arkhipov nació el 30 de enero de 1926 en el seno de una familia de campesinos en Staraya Kupavna —un pequeño pueblo en las afueras de Moscú. Luego de una educación tradicional en una escuela estatal, Arkhipov se inscribió en la Escuela Naval Pacífica de Estudios Superiores —una facilidad que entrenaba a los marinos soviéticos en 1942. Arkhipov experimentó por primera vez la acción militar durante la guerra entre China y Japón en agosto de 1945, cuando sirvió a bordo de un dragaminas. En 1947, Arkhipov se graduó de la escuela naval y luego sirvió en embarcaciones submarinas en el Mar Negro y en el Báltico.

En 1961, Arkhipov fue designado funcionario ejecutivo del nuevo submarino nuclear lanzamisiles balístico (K-19). Durante su viaje inaugural, el sistema de enfriamiento nuclear del submarino desarrolló una fuga que amenazó con causar que se derritiera un reactor nuclear. Frente a la potencial destrucción, Arkhipov respaldó al capitán y ordenó que el equipo de ingeniería desarrolle una solución técnica para evitar un desastre nuclear. El equipo se vio obligado a construir un sistema de enfriamiento de emergencia al vuelo. La solución requería que muchos de los hombres trabajaran con niveles altos de radiación durante periodos extensos de tiempo, y aunque los ingenieros lograron salvar la embarcación y prevenir un desastre, todo el equipo, incluyendo Arkhipov fueron irradiados. Debido a la exposición a altos niveles de radiación, todos los miembros del equipo de ingeniería murieron dentro de un mes. Aún ese momento trascendental palidece en comparación con lo que Arkhipov experimentó el siguiente año.

El 1 de octubre de 1962, Arkhipov fue nombrado comodoro de una flotilla de cuatro submarinos a los cuales se les había ordenado viajar desde Rusia hacia Cuba. Arkhipov también fue designado sub-comandante del submarino de ataque B-59 en el que él estaba viajando. El B-59 tenía 22 torpedos, uno de los cuales era nuclear y tenía casi el mismo poder destructivo que la bomba nuclear que EE.UU. dejó caer en Hiroshima en 1945. Sin que lo sepa la tripulación de los cuatro submarinos, EE.UU. implementó un bloqueo naval a Cuba el 4 de octubre y le dijo a los soviéticos que las fuerzas de EE.UU. libraría cargas mortales (disparos explosivos de advertencia) sobre cualquier submarino soviético en las aguas cubanas para obligar a las embarcaciones a salir a la superficie. Debido a una falta de comunicación vía radio, Moscú fue incapaz de transmitir esa información a la tripulación de Arkhipov.

El 27 de octubre, un grupo de 11 destructores de EE.UU. y un portaaviones estadounidense, el USS Randolph, ubicaron al submarino de Arkhipov por la costa cubana y empezaron a atacar al submarino con cargas explosivas de alerta. El submarino de Arkhipov estaba demasiado sumergido en el agua para recibir cualquier comunicación de radio, y con cada carga explosiva provocando que el submarino tiemble de manera incontrolable, aquellos a bordo no sabían que ya se había iniciado una guerra. A bordo del submarino, el sistema de aire acondicionado se había dañado y las temperaturas en algunas secciones de la embarcación habían alcanzado los 122 grados Fahrenheit (50 grados Celsius). La regeneración de la oferta de aire funcionaba mal, y los crecientes niveles de dióxido de carbono provocaron que muchos de los agotados en la tripulación, quienes ya habían estado viajando en el submarino durante casi cuatro semanas, se desmayaran de un exceso de calor. 

Durante esa situación difícil, el capitán del submarino, Valentin Savitsky, creyó que la marina estadounidense estaba disparando bombas a su embarcación y decidió que la guerra entre los dos países ya se había iniciado. Savitsky ordenó alistar el torpedo con punta nuclear y que este sea apuntado hacia el USS Randolph. El funcionario político a bordo, Ivan Maslennikov, estuvo de acuerdo con la decisión del capitán. Usualmente, los submarinos rusos armados con armas nucleares solo requerían el permiso del capitán y del funcionario político para poder lanzar su torpedo nuclear. Sin embargo, debido a la posición de Arkhipov como comodoro, el capitán también requería obtener la aprobación de Arkhipov.

Arkhipov se negó a aprobar el lanzamiento de un torpedo nuclear y una discusión intensa se desató entre los tres oficiales. Los reportes de inteligencia soviética posteriores citan al capitán diciendo, “¡Los vamos a reventar ahora! Moriremos, pero los hundiremos a todos. No deshonraremos a nuestra marina”. Sin embargo, Arkhipov se negó a cambiar de opinión y argumentó, que como no había llegado orden alguna desde Moscú, tales medidas extremas no serían aconsejables. En cambio, él aconsejó que el submarino fuera a la superficie y contacte a la sede central de la marina. Arkhipov eventualmente fue exitoso en convencer al capitán y, conforme el submarino salió a la superficie, se topó con un destructor de EE.UU. que le ordenó inmediatamente volver a la Unión Soviética.

Como las fuerzas estadounidenses no abordaron el submarino ni realizaron inspección del mismo, ellos no estaban conscientes de que el submarino estaba armado con un torpedo nuclear. La marina estadounidense, y de hecho el público en general, solo se enteró acerca de las capacidades nucleares del B-59 y la historia completa acerca de las acciones de Arkhipov en 2002, cuando el otrora beligerante estuvo en Cuba para el aniversario No. 40 de la crisis. Mientras discutían las Crisis de los misiles en Cuba, Arthur Schlesinger, un historiador estadounidense y ex consejero de John F. Kennedy, dijo que “Este no solo fue el momento más peligroso de la Guerra Fría. Fue el momento más peligroso en la historia de la humanidad”.

Luego de su retorno a Rusia, la tripulación del submarino fue recibida con críticas por parte de sus superiores, conforme algunos oficiales vieron el acto de salir a la superficie como uno de rendirse. Un admiral le dijo a Arkhipov “hubiera sido mejor si te hubieses hundido con tu submarino”. Después de los eventos de 1962, Arkhipov continuó su servicio en la marina. Fue promovido a almirante posterior en 1975 y llegó a ser director de la Academia Naval Kirov. En 1982, fue promovido a vice-almirante y se jubiló pocos años después. Arkhipov se asentó en un pequeño pueblo cerca de Moscú y murió el 19 de agosto de 1998 de un cáncer al riñón que puede haber sido causado por la radiación a la que estuvo expuesto mientras estaba a bordo del K-19 en 1961.

Si Arkhipov no hubiese estado en justo ese submarino B-59 ese octubre de 1962 o si él hubiese cedido ante la presión de otros oficiales, el torpedo nuclear del submarino hubiese desaparecido al USS Randolph. Eso, señala la archivista Svetlana Svranskaya, hubiese desatado “una cadena de desarrollos inadvertidos, que hubiesen conducido a consecuencias catastróficas”.

Según los planes fijados por los soviéticos y EE.UU., los probables primeros objetivos en una guerra nuclear hubieran sido Moscú, Londres, bases aéreas alrededor del Reino Unido y las concentraciones de tropas en Alemania. La próxima ola de bombas hubiesen eliminado los “objetivos económicos” (esto es, las poblaciones civiles) alrededor del mundo. 

Arkhipov recibió poco reconocimiento durante su vida, pero para su esposa Olga, Vasili siempre fue un héroe. En un documental de PBS de 2012 titulado The Man Who Saved the World, Olga Arkhipov dijo, “El hombre que previno una guerra nuclear fue un marino ruso. Su nombre era Vasili Arkhipov. Yo me enorgullecí y estoy orgullosa de mi esposo, siempre”. Gracias a Arkhipov, la guerra nuclear se evitó y muchas vidas fueron salvadas. Por esta razón, Vasili Arkhipov es nuestro Héroe del Progreso No. 42. 

Este artículo fue publicado originalmente en HumanProgress.org (EE.UU.) el 15 de abril de 2020.