De la recesión al crecimiento, dos visiones del mundo

Víctor Pavón contrasta las dos visiones que se enfrentan frente a la pandemia del coronavirus y la recesión económica mundial: la visión que considera que la vía hacia la recuperación es dar mayor libertad económica a los individuos y aquella que considera que más bien habría que restringirla.

Por Víctor Pavón

“Un gobierno suficientemente grande para darte todo lo que quieres, es también suficientemente fuerte para quitarte todo lo que tienes”. 
Thomas Jefferson

Las consecuencias de la pandemia del coronavirus que trae consigo una recesión económica sin precedentes a nivel mundial, suscita fascinantes frentes de controversias en el campo económico como político. Se enfrentan, una vez más, la libertad bajo el imperio de la ley y la autoridad de los gobiernos mediante el intervencionismo estatal.

La corriente de pensamiento dominante en esta época no pretende retroceder e insiste por todos los medios a su alcance que las soluciones a la problemática económica actual se encuentra en hacer prevalecer los estímulos fiscales y monetarios mediante una activa y decidida participación de los gobiernos. Esta línea conceptual parecería no tener adversarios porque desde la academia, los medios, la política, los gremios y  los centros de decisión se predican al unísono aquella fórmula intervencionista estatal.

Sin embargo, no necesariamente la opinión de la mayoría  se constituye en una verdad. Aquí es donde se nota de la abismal diferencia entre la opinión publicada y la opinión pública. Las mayorías tienen intereses que las unen y la misma democracia muestra activa relación con el populismo y la demagogia. De manera que no todo lo que brilla y se dice de manera continua es lo que está bien. No todos estamos dispuestos a aceptar el pensamiento dominante mainstream como una deidad a la que no hay que criticar ni oponérsele.  

La historia, en tal sentido, registra con precisión que las ideas económicas de consolidación de la libertad han sido la fuente de inspiración para los cambios en la sociedad, siendo la política un área fundamental. Así, por ejemplo, tenemos la preciosa Carta Magna inglesa de 1215 en la que los barones obligaron al Rey Juan a firmar este gran documento en el campo de Runnymede. La sustancia de la Carta Magna consistió en derechos de propiedad y que la misma se extiende a la vida comercial.

Las disputas fueron resueltas desde este documento y se  iniciaron en materia económica. Por ejemplo, cuando el caso del “Pleito de los monopolios” en 1643, un tribunal inglés sentenció que la concesión del privilegio exclusivo para la producción de un producto estaba “contra el derecho común y la libertad del ciudadano”, lo que se tradujo en que la libertad y la propiedad debían en todo momento ser garantizados aun en contra de los deseos de la realeza.  

Hoy asistimos a un choque de visiones en el que, por un lado, están los que consideramos que la libertad económica propiciada desde la oferta mediante rebajas de impuestos, menos regulaciones, flexibilización laboral, desmonopolización, libre comercio, competencia e imperio de la ley son los fundamentos para la tan ansiada reactivación de la economía.

Desde la economía de la oferta se muestra desconfianza hacia el poder, la coerción, los trámites y la burocracia que terminan por ser creados y mantenidos por gobiernos cada vez más grandes e intervencionistas que apelan a políticas que llevan el signo de los buenos modales, pero no por ello dejan de ser peligrosos.

Por el otro lado, y siguiendo la cita de Jefferson al comienzo de esta nota, vienen marchando a paso rápido los predicadores consuetudinarios del estatismo intervencionista que proponen más endeudamientos, impuestos, regulaciones y burocracias, todos los cuales se llevan a la práctica mediante la activa participación del poder político acompañado por tecnócratas adeptos a los números y a las estadísticas antes que a la comprensión correcta de la acción humana en la economía.

Estos sectores son los que se encargan de dar el correspondiente “permiso” previo de la autoridad para así disponer y trancar la creatividad e innovación de los individuos y las empresas. El poder político y el de los burócratas son los que no están muy de acuerdo con dar “demasiada” libertad económica a los agentes privados porque les encanta seguir teniendo la sartén por el mango desde un Estado hipertrófico cuyo control dependerá precisamente de lo que ellos mismos dispongan. Al final, dicen, todo es con cargo a los contribuyentes.

Como se notará, son dos visiones del mundo. Un mundo que cambia para ir hacia uno de esos lados; el de más libertad responsable por parte de los individuos mediante una pujante y vigorosa economía de mercado avalada por el imperio de la ley, o aquel en el que prevalece la actual tendencia del poder coercitivo de los gobiernos mediante políticas públicas donde se cree que el sector privado no es capaz por sí solo de generar ahorro, inversión y empleo sin el debido control por parte del Estado.

La economía tiene rol preponderante en estas visiones del mundo como lo muestra el citado “Pleito de los monopolios” en 1643. La recuperación luego de la recesión, el crecimiento del producto, el empleo, la producción y la productividad son los objetivos a lograrse y sus señales están en la geopolítica entre EE.UU. y China en el epicentro mundial, y de la que ningún país y menos el nuestro, Paraguay, está exento. Van en aumento las tensiones de carácter comercial provenientes de estos países a las que agregaría el rol de Rusia, debido a a que tratarán de elevar el tono por el poderío económico e influencia internacional sobre las demás naciones del mundo.

El caso de EE.UU. es significativo para lo que se viene. Y si bien este país nació y se desarrolló bajo la consigna de la libertad y del et publiribus unum (la unidad en la diversidad) es de manifestar que también fue lamentablemente asediado por el colectivismo estatista como cuando y luego de un gran debate constitucional y económico recién en 1913 y luego de varios intentos se impuso el inmoral y anti económico impuesto a la renta personal. Todavía más, este detestable impuesto fue rechazado en varias ocasiones por ser contrario a la filosofía de los Padres Fundadores, motivo por el cual para su aprobación se debió hacer una reforma constitucional mediante la Decimosexta Enmienda.

Lo que se viene pos pandemia del coronavirus es inestabilidad e inseguridad provocadas por economías que están cayendo como nunca antes en la historia. Para el Paraguay, país donde nunca se dejó prender el ideal liberal y republicano, esta encrucijada debe convertirse en una oportunidad para iniciar una era de prosperidad en libertad, propiedad e imperio de la ley.