¿Es Irán el próximo objetivo en la lista de Washington?

Por Charles V. Peña

Los principales medios de comunicación se encuentran dominados por el debate si Estados Unidos debe tomar una acción militar contra Irak. Los escépticos son más vociferantes, mientras que la administración parece haberse atrincherado y llegado a la resolución de llevar a cabo su objetivo de cambio de régimen. Sin embargo, perdida en la retórica de ambos lados se encuentra una pregunta importante: ¿Qué sigue después de Irak?

El presidente Bush ha declarado a Corea del Norte, Irán y Irak como regímenes que "constituyen el eje del mal, armándose y amenazando la paz mundial." Si la administración está tan convencida de la amenaza que representa Irak, entonces el resto del eje del mal no puede ser dejado en paz.

Si el derrocar a Saddam Hussein es tan rápido y fácil como lo asumen los defensores de la guerra contra Irak, ¿entonces por qué no continuar con el resto del eje del mal? (sin mencionar a la otra docena de países que el Pentágono dice que poseen programas de armas de destrucción masiva y que representan una amenaza a Estados Unidos). Claramente Irán constituye un candidato lógico.

Desde una perspectiva objetiva, Irán pareciera ser más peligroso que Irak. El ejército iraní es más grande y probablemente se encuentra en mucho mejor condición ya que las fuerzas de Saddam se han deteriorado producto de la Guerra del Golfo y las sanciones y embargos. De hecho, los gastos militares de Irán son 6 veces los de Irak. Irán también posee misiles Scud, además de misiles Shahab-3 de mayor alcance que podrían atacar objetivos en el Medio Oriente y el sur de Asia, así como el Golfo Pérsico. Al igual que Irak, Irán posee armas químicas y biológicas y podría estar más cerca que su vecino en desarrollar un arma nuclear. Finalmente, es más fácil probar que Irán apoya al terrorismo que en el caso iraquí.

Tampoco olvidemos que fueron los iraníes los que tomaron como rehenes a 52 estadounidenses luego de usurpar la embajada de Estados Unidos en Teherán en noviembre de 1979. No fue hasta después de 444 días, un intento fallido de rescate y la liberación de casi $8.000 millones en activos iraníes congelados que los rehenes fueron puestos en libertad. Si hay gente en Estados Unidos que siente que hay que saldar viejas cuentas con Irak, lo mismo se puede decir de Irán.

Asumiendo que los turcos van a apoyar una acción militar contra Irak (es impresionante lo que $5.000 millones pueden comprar), Estados Unidos tendrá entonces a Irán más o menos rodeado desde Turquía, Irak, Afganistán y Pakistán. Con las tropas norteamericanas en el vecindario y con aliados aparentemente dispuestos, parece que sería mucho más fácil ir a Teherán que emprenderla contra Pyongyang.

Podría ser muy tarde para detener a la administración Bush en su decisión de tomar acciones militares contra Irak para derrocar a Hussein. Pero no es demasiado tarde para cuestionar la sabiduría general de ataques preventivos y cambios de régimen más allá de Irak. Una guerra sin provocaciones contra este país sentaría un precedente peligroso y alimenta el apetito de los halcones de guerra para lanzar una cruzada más amplia contra Irán.

Recientemente la administración Bush ha acusado a Irán de dar refugio a altos líderes de al-Qaeda. Ésta es simplemente la culminación de una creciente retórica hostil diseñada a dar soporte al caso de la administración para tomar acciones contra Irán después de Irak.

Sería una locura que Estados Unidos le declare la guerra a otra nación musulmana luego de Afganistán e Irak. Dicha acción sería interpretada por el resto del mundo musulmán como una guerra contra el Islam. Estados Unidos debe evitar el convertir su guerra contra grupos terroristas como al-Qaeda en una guerra santa más amplia contra el Islam y más de mil millones de musulmanes alrededor del mundo. Sin embargo éste pareciera ser el curso de la administración Bush al poner a Irak e Irán en su mira.

Es importante considerar otra potencial consecuencia no prevista adoptar una línea dura contra Irán, habiéndose vista envuelta en una creciente retórica acalorada con ese país. El gobierno iraní pueda no estar apoyando a al-Qaeda actualmente, pero podría encontrarle alguna utilidad bajo ciertas circunstancias. Si Irán es el próximo objetivo después de Irak, entonces-al igual que Hussein no tendría nada que perder al usar armas químicas y biológicas si Irak es atacado-quizá el gobierno iraní no tendría nada que perder al usar los operativos de al-Qaeda para llevar a cabo actos terroristas contra Estados Unidos como respuesta a la acción militar norteamericana.

Siempre existen riegos y consecuencias de las acciones estadounidenses. Estados Unidos debe pensarlo dos veces antes de perseguir una política de acción militar preventiva que podría conllevar a más terrorismo y a la creación de más enemigos. Esto es especialmente pertinente cuando la labor de acabar con al-Qaeda-el grupo responsable de matar a miles de inocentes el 11 de septiembre-permanece largamente inconclusa.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.