Ambientalistas de redes sociales
Juan Manuel Nieves R. dice que es fácil utilizar algún tema de moda para atacar al gobierno actual, pero el debate ambiental merece tener mayor seriedad.
Ha caído en algunos sectores muy mal la medida que se piensa implementar sobre la regulación de la caza de tiburones; dicho animal es especialmente apetecido en la gastronomía oriental y actualmente en el mundo se cazan y se exportan toneladas de él.
La caza y pesca de animales es un problema que se considera recientemente. Malthus en la mitad del siglo XIX señaló que el hombre por su afán de riqueza, depredaría todo a su paso y de no controlar, la población y su egoísmo podría desaparecer con el tiempo. Exagerado o no, su planteamiento ayudó a concientizar el cuidado del mundo donde vivimos y hasta ahora se empieza a tratar de preservar especies, que con seguridad habrían desaparecido.
El ser humano durante siglos pensó que poseía recursos ilimitados y por ello explotaba y cazaba indiscriminadamente; los daños y la extinción de miles de especies lo llevaron a estrellarse con una realidad: poseemos recursos finitos y de no hacer algo podríamos acabar con todos ellos, incluso dañar nuestro propio mundo.
Con los recursos naturales tenemos un problema llamado la tragedia de los comunes. Garret Hardin lo describió en 1968 y consiste en que un recurso público, al ser de todos y llevar solo una pequeña carga del costo, tiende a ser sobre explotado hasta desaparecer; el incentivo es que de no hacerlo yo otra persona lo aprovechará.
La solución viene en dos líneas: una es la regulación estatal en la cual el Gobierno fija unos límites y controla la explotación; ella tiene el problema de que no hay incentivos para ser más eficiente, pues el límite viene impuesto. Otra es la privatización: el recurso es dado a particulares, a quienes interesa obtener ganancias y seguir explotándolo y por esta razón tenderán a preservarlo y maximizarlo ya que cargan con toda la responsabilidad. Por lo tanto, asumen el costo o la ganancia de sus decisiones.
La resolución de la caza de tiburones viene de años atrás. En Colombia está prohibido el “aleteo” que es cortarle la aleta al tiburón y abandonarlo en el mar. La regulación pretende poner topes a la casa artesanal y como lo señala el Dr. Andrés Navia, la demanda del producto hace que el mercado negro se mueva y la pesca del tiburón siga a pesar de cualquier control estatal.
Es fácil rasgarse las vestiduras ante la moda y utilizar otro tema para atacar al actual Gobierno. Lo cierto es que ni los tiburones son el principal tema ambiental, ni su regulación es la peor. La mayoría, fruto de una indignación colectiva, la utiliza como un motivo para nuevas protestas. Por ejemplo, es más grave la pesca de langostas, caracol pala o la mortandad de peces en un atentado a un oleoducto. Tantos improvisados ambientalistas solo protestan por un puñado de titulares.
La conciencia del cuidado de nuestro mundo crecerá, pero el debate merece tener mayor seriedad. Por lo pronto el Gobierno debe mejorar su comunicación y atender los grandes problemas. De lo contrario seguirá en polémicas que solo lo debilitarán.
Este artículo fue publicado originalmente en La República (Colombia) el 7 de noviembre de 2019.