Adaptándose al nuevo modelo de consumo y producción
Jesús Renzullo indica que la Cuarta Revolución se caracteriza por una mayor demanda de productos ecológicos y un nuevo modelo de producción y de consumo.
Por Jesús Renzullo
Las revoluciones industriales han traído gran prosperidad a la humanidad. Han mejorado nuestra esperanza de vida, nuestras oportunidades de desarrollo; han aumentado el número de calorías que consumimos, el salario real de los puestos de trabajo que tenemos.
Pero estos beneficios venían con un precio. La producción en masa, característica de las primeras revoluciones industriales, gasta rápidamente los recursos del planeta. Los combustibles que hicieron posible el desarrollo resultaron ser nocivos para la capa de ozono, además de recalentar la atmósfera. Los clorofluorocarbonos (CFC) que se encuentran especialmente en los aerosoles y el dióxido de carbono han deteriorado nuestra capa de ozono en alrededor de un 20% y hasta en un 65% en zonas frías como los polos, donde las altas temperaturas catalizan el proceso de deterioro.
Poco a poco, todos estos contratiempos se hicieron evidentes y gobiernos, ONGs y empresas empezaron a luchar para evitar que la prosperidad del presente significara una carga para el futuro. Sin embargo, para solucionar esto, los gobiernos solo se apoyan en su capacidad de regular, tratando de limitar los efectos nocivos de producir, pero reduciendo la producción al hacerlo.
Los privados, por otro lado, decidieron poner manos a la obra para cada vez utilizar de manera más eficiente los recursos que tenían a la vez que producían nuevos materiales, más amigables con el medio ambiente. Los consumidores, a su vez, se hicieron más conscientes de los problemas ambientales y sobretodo las economías desarrolladas mudaron su modelo de consumo por productos eco-friendly. En Alemania, el total de ventas con marca ecológica ha pasado del 2% en 2012 a 8,6% en 2016[1]. De acuerdo con un estudio de Young (2018) hecho en Reino Unido y EE.UU., el 61% de los millennials están dispuestos a pagar más por productos ecológicos y al menos el 46% del resto de generaciones está dispuesta a lo mismo[2].
La cuarta revolución industrial, según lo establece Schwab (2014), se caracteriza también por un nuevo modelo de producción y de consumo, que no solo es mucho más eficiente, sino también mucho más consciente con el medio ambiente. Este nuevo modelo, a ojos del autor, tiene 3 componentes: 1. Un cambio en las expectativas del consumidor y las prioridades de producción; 2. Un mejoramientos de los productos a través de la data; y 3. Nuevos materiales que permiten mayor eficiencia a la hora de producir.
La primera característica del nuevo modelo de consumo y producción es el cambio en las expectativas del consumidor y las prioridades de producción. Los clientes, ya sean empresas o individuos, están cada vez más interesados por la compra de “acceso al producto” no del producto en sí mismo. La digitalización de la producción ha llevado a una mayor eficiencia de los recursos y a un menor precio. Ya no compramos discos de música, sino que pagamos Spotify para tener acceso a ella desde el teléfono o la computadora. Las empresas ya no compran centros de almacenaje de data, sino que optan por un servicio de almacenamiento en la nube.
Debido a la creciente información sobre las empresas que ahora es de libre acceso, los consumidores pueden elegir comprar productos o servicios de compañías que cumplan con los gustos de estos. Temas como el precio, la calidad del producto comparado con el resto del mercado, las políticas ambientales de la compañía o su política laboral ahora están al alcance de los consumidores con unos cuantos clics. Cada día tenemos consumidores más informados y por lo tanto más exigentes.
Luego, el gusto cada vez más particular de los consumidores ha llevado a un modelo de producción que desperdicia menos y pone la calidad y la satisfacción del cliente por encima de los números de producción diarios: el modelo on-demand. Este modelo se caracteriza por un sistema de producción focalizado y personalizado. Los productos no son hechos de manera estándar en masa sino que cada día existen más compañías que entregan productos personalizados según lo solicite cada cliente particular. Los avances hecho a nivel de impresión 3D, producción inteligente e Internet de las cosas ha permitido a las empresas mutar rápidamente y suplir una demanda cada vez más particular, creando mucho más valor agregado y reduciendo el número de desperdicios.
La segunda característica del nuevo modelo de producción y consumo es el uso de la data para mejorar los productos. De acuerdo con Schwab, las compañías están incursionando cada día más en un nuevo modelo de producción, donde se busca aumentar la longevidad de los productos a través de la data y la actualización. Antiguamente, el lanzamiento de un nuevo modelo de algún producto significaba obligatoriamente el comienzo de la obsolescencia de sus antecesores. Hoy en día, los sistemas de actualización inteligente buscan eliminar ese sistema. Los autos de Tesla tienen actualizaciones de software constantes, lo cual aumenta su eficiencia y evita su devaluación. Las compañías han hecho común el uso de sensores inteligentes en sus maquinarias para monitorear su desempeño y resolver de manera preventiva cualquier problema que ponga en peligro su funcionamiento. Este monitoreo no solo permite diagnósticos preventivos, sino que también permite estimar el tiempo de vida y el desempeño de la máquina o el producto.
Finalmente, la última característica es la producción de nuevos materiales que reducen el desperdicio y mejoran la eficiencia. Las compañías empiezan a modificar la forma en la cual definen “productividad”. Antiguamente, las empresas productivas eran aquellas capaces de crear muchos productos en poco tiempo (output/tiempo). El desperdicio de recursos consecuencia de los antiguos sistemas de producción no era una preocupación hasta que se empezaron a ver las consecuencias de dicho desperdicio y la emisión de materiales contaminantes a la biósfera.
Actualmente, la productividad se define como la capacidad que tiene una empresa de producir lo mayor posible al menor gasto de recursos (output/input). La producción de nuevos materiales y el uso eficiente de los ya existentes son características de este nuevo modelo de producción y un nuevo significado de la palabra “productividad”.
Según lo muestra un estudio del Prof. Patrick Grant (2013)[3], las compañías están en constante desarrollo de nuevos materiales más ligeros, resistentes, eficientes y degradables. Las aleaciones de aluminio de la industria automotriz; los nuevos tejidos inteligentes auto-reparables, hidrofóbicos, resistentes al fuego, antisépticos; el nacimiento de cauchos reparables por impresoras 3D como el prototipo de Michelin o el modelo de caucho productor de oxígeno de Goodyear para reducir la contaminación; la producción cada vez mayor de materiales biodegradables que reemplacen el plástico, el concreto, los metales pesados; entre otros ejemplos, nos muestran que el interés de los privados por aumentar su productividad y reducir su huella de contaminación es real.
Al mismo tiempo, la producción de nuevos materiales no reduce el deseo privado de usar los recursos ya conocidos de una manera más eficiente. De acuerdo con un estudio de Bloem y otros (2014), el aumento de la eficiencia en el mantenimiento de las máquinas para evitar su deterioro y en el manejo de recursos como el agua o la luz pueden resultar en miles de millones de dólares ahorrados, además de un aumento de ganancias que se pueden contar en billones[4]. Las nuevas tecnologías y el modelo de comunicación Máquina a Máquina (M2M) detectan cuando se está desperdiciando un recurso y toman las medidas pertinentes para evitarlo. Un ejemplo es el Water & Sanitation District de Colorado, cuyas bombas y tuberías tienen sistemas instalados y conectados vía software. Las bombas reciben la información de las tuberías sobre el consumo de agua para regular la presión y evitar el desperdicio.
Los privados siempre han buscado satisfacer las necesidades de los consumidores, ya que es la única forma por la que, en un mercado libre, podrían obtener ganancias. Ahora que la preocupación por el planeta crece y los materiales que antiguamente se utilizaban parecen ser más escasos, los privados han decidido migrar a este nuevo modelo de producción, más eficiente, focalizado y ahorrativo. La solución privada ante la problemática actual es simple: es hora de producir más con menos, no de consumir menos para tener más.
Referencias:
[1] Para saber más, leer: https://www.umweltbundesamt.de/en/indicator-environmentally-friendly-consumption#textpart-1
[2] El articulo completo de Young está aquí: https://blog.globalwebindex.com/chart-of-the-week/green-consumerism/
[3] Para saber más, leer el estudio del Prof. Grant (2013) “New and advanced materials.”
[4] Para conocer más sobre el tema, leer el reporte 3 de SOGETI escrito por Bloem y otros (2014) “The Fourth Industrial Revolution: Things to tighten the link between IT and OT.”