La oposición venezolana cruza el Rubicón

Juan Carlos Hidalgo comenta la situación política venezolana y el juramento del nuevo presidente Juan Guaidó.

Por Juan Carlos Hidalgo

Juan Guaidó, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, se juramentó ayer como el presidente interino de la nación. La controversial medida se esperaba desde que la legislatura controlada por la oposición invocara los artículos 233, 333 y 350 de la Constitución declarando a Nicolás Maduro un “usurpador”. El presidente Trump rápidamente anunció que Washington reconoce a Guaidó como el presidente legítimo de Venezuela. Anuncios similares se dieron por parte de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia y otros países de Latinoamérica, así como de Luis Almagro, el secretario general de la Organización de Estados Americanos. Este podría ser el principio del fin de la dictadura de Maduro.

Hasta hace poco, las cosas parecían sin esperanza para el pueblo venezolano, que sufre una crisis económica histórica y una crisis humanitaria impactante. La oposición fue mutilada y profundamente dividida, con muchos de sus líderes tras las rejas, en el exilio, o simplemente desacreditados después de años de infructuosas maniobras políticas. Pero las cosas empezaron a cambiar este año después de que Guaidó, de 35 años, fuera elegido presidente de la Asamblea Nacional. Su liderazgo fresco y enérgico ha reavivado el apoyo de los venezolanos, de los cuales el 80% quiere que Maduro se vaya, según las encuestas.

Además, el 10 de enero, Maduro juró por un nuevo período de seis años después de una elección ampliamente considerada como fraudulenta en mayo pasado. Varios gobiernos occidentales, incluidos los Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, Canadá y la mayoría de los países latinoamericanos, se negaron a reconocer a Maduro y declararon que la Asamblea Nacional era la única institución política legítima en Venezuela.

Las cosas están empezando a caer en su lugar. Las sanciones occidentales le están haciendo la vida insoportable a las figuras claves del régimen que no pueden disfrutar su botín fuera de Venezuela. Si bien no es realista esperar que las sanciones internacionales hagan el trabajo por sí solas, es probable que ayuden a romper el chavismo en los márgenes.

La jugada final, por supuesto, es el apoyo de las fuerzas armadas. La cúpula militar está profundamente involucrada en la corrupción, contrabando y tráfico de drogas. Eso, además de la infiltración de los servicios secretos cubanos entre las tropas, ha hecho que hasta el momento sea muy difícil para los militares enfrentar a Maduro. Sin embargo, la Asamblea Nacional aprobó recientemente una legislación para otorgar inmunidad a aquellos oficiales que faciliten una transición democrática. Los gobiernos occidentales deberían apoyar estos esfuerzos.

El 23 de enero es una fecha emblemática en Venezuela. En 1958 la gente salió a las calles pidiendo por el fin de la dictadura de Marco Pérez Jiménez. Poco después se encontraba en un avión a República Dominicana. Estos eventos están perdidos en las mentes de cientos de miles de venezolanos que están de vuelta en las calles demandando el final de la dictadura actual y la restauración de la democracia. La comunidad internacional debe mantener la presión sobre Maduro y sus aliados criminales, enviar un mensaje inequívoco a los militares y apoyar al nuevo presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó.