La misión Irak ahora está en manos de los iraquíes
Christopher Preble cree que "Una creciente corriente de opinión...está trabajando de manera diligente en contra de ese importante objetivo que es el retiro de tropas de EE.UU. y la auto-suficiencia militar iraquí".
En su primer discurso en horario estelar, el presidente Obama sabiamente evitó muchos de los defectos de su antecesor. No declaró la victoria con una frase como “misión cumplida” ni tampoco dijo que se ha creado una democracia integral en Irak. En cambio, expresó sus deseos de que la violencia disminuya, de que los políticos iraquíes logren reconciliar sus diferencias y de que Irak pueda algún día defenderse por sí solo.
Todos los estadounidenses, incluso los mayores detractores del presidente, comparten los mismos deseos. Pero gran parte de los estadounidenses saben que no podemos desear estas cosas más que los iraquíes y nuestros soldados comprenden eso mejor que nadie. El Comandante Joseph Da Silva, quien ha realizado tres misiones en Irak, dijo que “Tuvimos éxito militar, pero los iraquíes decidirán si es un éxito de largo plazo o no”.
El Comandante Da Silva y todos nuestros soldados se han desempeñado de una manera admirable. El presidente honró sus sacrificios en su discurso. A pesar de que se les dijo que serían recibidos como libertadores y de que estarían en casa para la navidad del 2003, ellos han perseverado durante siete navidades. Pero también aprendieron acerca de los límites de su poder. El éxito a corto plazo en Irak será determinado por la reducción en la violencia. El éxito final será alcanzado cuando un gobierno iraquí independiente obtenga el respeto de los iraquíes. Podemos declarar misión cumplida cuando los iraquíes sean responsables de su propia defensa.
Una creciente corriente de opinión, sin embargo, está trabajando de manera diligente en contra de ese importante objetivo que es el retiro de tropas de EE.UU. y la auto-suficiencia militar iraquí. Algunas personas están aconsejando al presidente dejar una presencia militar permanente en Irak, argumentando principalmente que EE.UU. es el protector legítimo de la soberanía iraquí y que simplemente no se le puede confiar a los su propia seguridad. El ex sub-secretario de Defensa Paul Wolfowitz dice que los estadounidenses deben “permanecer abiertos a la posibilidad de un compromiso de seguridad de largo plazo con una presencia militar mutuamente acordada”, más o menos como nuestra presencia de cinco décadas en la península coreana.
Sin embargo, la presencia de soldados estadounidenses en Irak ha sido algo debatible desde el inicio. En el 2003, Max Boot del Council on Foreign Relations aconsejó que los estadounidenses deberían “acostumbrarse a que sus soldados sean enviados [a Irak] por años, posiblemente por las próximas décadas”. Tom Donnelly del American Enterprise Institute estuvo de acuerdo, prediciendo que “la protección de la embriónica democracia iraquí” será “un deber que probablemente se extenderá por décadas” y requerirá “una cuasi-permanente presencia militar estadounidense en Irak” para proteger nuestros intereses ahí.
Pero el aparente respaldo por parte de Wolfowitz a una misión de construcción nacional con un objetivo vagamente definido es un cambio de actitud curioso, ya que viene de una de las luminarias de la administración Bush. Fue Wolfowitz, después de todo, quien concedió que la presencia de soldados estadounidenses en Arabia Saudita y que la presión militar sobre Saddam Hussein había sido “la principal herramienta de reclutamiento de Osama bin Laden”. Si aplicamos este razonamiento al periodo post-Hussein, Wolfowitz dio a entender que el derrocamiento de Hussein permitiría el retiro de las tropas estadounidenses de la región. “No puedo imaginarme que alguien aquí quiera…estar ahí por otros 12 años para continuar contribuyendo a que los terroristas recluten terroristas”.
Mientras que George W. Bush es responsable por la pérdida de sangre y dinero en Irak, él por lo menos reconoció que los intereses estratégicos de EE.UU. no se verían beneficiados con una presencia militar a largo plazo ahí. Funcionarios de alto rango en la administración Bush no tenían intenciones de conducir un esfuerzo de construcción nacional en Irak. Ellos no querían gastar cientos de miles de millones de dólares en una ocupación que duraría ocho años. Ellos se equivocaron al creer que una democracia funcional resultaría de un esfuerzo mínimo por parte de EE.UU.
Cuando fue legislador estatal en Illinois, Barack Obama vio los defectos en esta manera de pensar. Él predijo correctamente que los costos de la guerra superarían con creces los beneficios. Ahora como presidente, ha ignorado las recomendaciones de dejar a las tropas estadounidenses en Irak. Debería prestar atención a lo que nuestros soldados han aprendido durante múltiples misiones ahí y evitar repetir los mismos errores en Afganistán. “Si Irak nos tiene que enseñar algo, es que una nueva idea no puede ser inculcada a golpes en una sociedad”, escribió el Comandante Walt Cooper en un correo electrónico del 2006.
“La lección que me temo que aprenderemos de Irak es que hemos descubierto una manera de imponer el orden o la gobernabilidad en otras sociedades”, explicó Cooper a Greg Jaffe del Washington Post, “Parece ser distinto, pero es el mismo tipo de arrogancia que nos involucró en este desastre que he presenciado desde el 2006”.
A pesar del paso importante que se ha dado ahora, los costos de la guerra en Irak continuarán acumulándose hasta que se retiren todos los soldados estadounidenses que están en dicho país. El presidente Obama debería ignorar a aquellos que han demostrado estar equivocados y traer a nuestros soldados a casa como se había programado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Daily Caller (EE.UU.) el 1 de septiembre de 2010.