El verdadero eje del mal

Por Charles V. Peña

En su discurso del Estado de la Unión en el 2002, el presidente estadounidense George W. Bush nombró a Irak, Irán y Corea del Norte como parte de un eje del mal "armándose para amenazar la paz mundial." La acusación hecha contra esos países se basaba en su desarrollo de armas de destrucción masiva y sobre si "ellos pudiesen facilitarle dichas armas a terroristas." Desde el principio, Corea del Norte "estaba de más" ya que tenía poco en común con los otros dos miembros del eje. Ahora que la guerra en Irak ha terminado, queda claro quién es en realidad el verdadero eje del mal: Irak, Irán y Siria.

La reciente retórica sobre Siria es un déjà vu. Es casi como una repetición instantánea de lo que fue dicho sobre Irak. Siria tiene armas de destrucción masiva; Siria apoya y da refugio a terroristas. Súmele a estas acusaciones el hecho de que Siria le facilitó al ejercito iraquí visores nocturnos, que le permitió a guerreros islámicos cruzar la frontera para combatir a las fuerzas estadounidenses, y que aprobó que líderes iraquíes (quizás el mismo Saddam Hussein) escaparan a través de su frontera.

Algunas de las acusaciones hechas por la administración Bush incluyen las siguientes: El secretario adjunto de Defensa, Paul Wolfowitz, dijo que Siria "se está portando mal" y que "debe haber un cambio en Siria." El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, afirmó que "los sirios necesitan saber que... serán hechos responsables." El secretario de Estado, Colin Powell exclamó que Siria "debería revisar sus acciones y su comportamiento" y que la administración "examinará las posibles medidas diplomáticas, económicas o de otra naturaleza." El secretario de prensa de la Casa Blanca, Ari Fleischer, dijo que, "Siria necesita cooperar" y que "los estados paria necesitan limpiar sus historiales." Y el presidente Bush afirmó que él cree que "hay armas químicas en Siria" y que él "habla en serio en cuanto a detener la proliferación de armas de destrucción masiva." Queda claro hacia dónde va todo esto. Parece que los tambores de guerra están sonando de nuevo; tal vez no para una invasión inmediata de Siria, pero para un ataque futuro.

Powell y el secretario de Exteriores británico, Jack Straw, han asegurado que no existen planes para acciones militares contra Siria actualmente. Pero lo mismo fue dicho sobre Irak hace un año. Y el Pentágono sin duda alguna cuenta con planes de contingencia que podrían ser utilizados para Siria.

Mucha gente estuvo dispuesta a apoyar una acción militar estadounidense contra Irak porque creían que la política se trataba únicamente de este país. Pero Irak nunca fue sobre deshacerse de Saddam. Justamente antes de ir a la guerra, el presidente Bush develó de que trataba la política de Estados Unidos. En Febrero, él señaló que Irak era el primer paso "en la diseminación de valores democráticos" y el comienzo de "un nuevo escenario de paz en el Medio Oriente." En el fondo, la guerra en Irak es la implementación de una nueva estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos "basada en un claro internacionalismo estadounidense" diseñado para "hacer del mundo no solo un lugar más seguro sino uno mejor."

Así que no debería sorprender que la tarea esté incompleta y que Siria sea posiblemente el próximo objetivo. El razonamiento sigue un camino paralelo al de Irak. Ya que la primera Guerra del Golfo dejó en el poder a Hussein, había asuntos sin terminar que requerían la actual acción militar de Estados Unidos. Sería imprudente permitir que algo similar ocurra de nuevo. Si Siria le está dando refugio a líderes iraquíes, construyendo armas de destrucción masiva (los israelíes han acusado a Irak de transferir misiles y armas a Siria), y apoyando a grupos terroristas (aún cuando dichos grupos—Hamas, Hezbollah y Jihad Islámico—no atacan actualmente a Estados Unidos), entonces la seguridad nacional estadounidense demandaría que Washington continúe con Damasco.

La verdad es que—al igual que con Irak—las armas de destrucción masiva de Siria y el apoyo de este país al terrorismo no representan una amenaza directa a Estados Unidos. En lugar de tratar de empujar a Siria en la sumisión e incrementar la presencia militar estadounidense en la región, la administración Bush necesita desarrollar una estrategia de salida y remover las tropas norteamericanas en Kuwait, Arabia Saudita e Irak. Eso haría más por reducir la amenaza terrorista contra Estados Unidos que un cambio de régimen en Damasco.

Traducido por Juan Carlos Hidalgo para Cato Institute.