Darwin al revés
Alberto Benegas Lynch (h) considera la extrapolación del del darwinismo al campo de lo social "ilegítima y del todo inapropiada".
Lamentablemente es muy frecuente leer en trabajos de diversa naturaleza que se advierte de los supuestos peligros de “darwinismo social” en el contexto de los procesos de mercado abierto. Esto adolece de dos errores centrales.
En primer lugar, debe precisarse que Darwin adoptó su tesis de la evolución biológica de los aportes que en el siglo anterior había formulado Mandeville respecto a la noción de evolución cultural.
En segundo lugar, la concepción darwiniana se conecta con la selección de especies en cuyo proceso los más aptos descalifican a los menos competentes, sin embargo, en el ámbito de lo cultural, por un lado, se seleccionan normas y, por otro, los más fuertes trasmiten su fortaleza a los más débiles como una consecuencia no buscada debido a las tasas de capitalización que se traducen en incrementos en los salarios en términos reales. Por tanto, la extrapolación de darwinismo al campo de lo social es ilegítima y del todo inapropiada.
En la actualidad debido a lo que viene sucediendo en el ámbito de la política internacional para hacer frente a la crisis desatada debido a las absurdas intromisiones gubernamentales en el terreno monetario, bancario, regulatorio y fiscal, resulta que los aparatos estatales se han volcado a más de lo mismo a lo que se agrega la monetización creciente de la deuda principalmente a través de la compra por parte de las bancas centrales de títulos del tesoro y de hipotecas con garantías deficientes y los llamados “salvatajes” compulsivos en gran escala, naturalmente con recursos de los contribuyentes, todo lo cual está fabricando las condiciones de otra burbuja colosal que tendrá consecuencias más devastadoras que la anterior producida en su momento por las reiteradas insensateces de G.W. Bush (entre muchos otros, Jeffrey Friedman anticipa esta nueva hecatombe en su ensayo titulado “Una crisis de la política, no de la economía”).
Como bien se ha apuntado en diversos medios, estos “salvatajes” conducen a un darwinismo al revés: es decir, la selección en este caso opera a favor de los menos aptos y en detrimento de los más eficientes a quienes se les arranca recursos para entregarlos graciosamente a grupos empresarios irresponsables y fracasados pero con gran poder de lobby.
También surgen analistas que están pronosticando que frente a la inflación que indefectiblemente ocurrirá en el otrora baluarte del mundo libre, se implementarán controles de precios tal como lo hacen las repúblicas bananeras y tal como lo habían decretado Roosevelt y Carter con los resultados nefastos por todos conocidos.
En EE.UU., el gasto público, el déficit fiscal y el endeudamiento han llegado a niveles inauditos que ninguna economía puede resistir por más productividad que arrastre, a lo que ahora se pretende enancar un tremendo paso decisivo en el camino ya iniciado hacia la socialización de la medicina. Los asesores de Obama no pueden ser más radicalizados, por ejemplo, Cass R. Sunstein admirador de la política estatista de F. D. Roosevelt (responsable de la Oficina de Información y Regulación de la Casa Blanca) y Mark Floyd, admirador de la política con las radios y emisoras televisivas seguidas por Hugo Chávez en Venezuela (responsable máximo de la Comisión Federal de Comunicaciónes del gobierno central). Como he señalado antes esto ocurre en el contexto de declaraciones de Obama (citadas, por ejemplo, por el Juez Andrew Napolitano) en cuanto a que debe modificarse el criterio constitucional vigente en lo que se refiere a las libertades negativas de protección de derechos para transformarlo en una política activa de intervención gubernamental para redistribuir ingresos.
Darwin al revés constituye una política que severamente mina toda la estructura productiva de una nación y abre posibilidades a la multiplicación de regimenes autoritarios, entronizados con o sin votos. Si la generalizada política suicida en curso no se revierte, el futuro del mundo libre será en verdad muy sombrío. Afortunadamente hay muchos profesionales y muchas instituciones que a diario producen publicaciones que explican las graves deficiencias de las medidas adoptadas y sugieren muy fundamentadamente las que debieran ejecutarse.
Por último, el darwinismo al revés puede también mirarse desde otro costado que no sea el “salvataje” por el que se esquilma a los trabajadores productivos a favor de empresarios tramposos, irresponsables e ineptos. Se trata de la manía del igualitarismo que puede ilustrarse con el conocido mito del lecho de Procusto. Según la leyenda de la antigua Grecia, a orillas del Cefiso vivía un forajido llamado Procusto que asaltaba a los caminantes y los tendía en su cama: si el cuerpo de la víctima era más largo que su lecho, Procusto le cortaba los pies y si era más corto los estiraba por un procedimiento horroroso. Los Procustos contemporáneos destrozan los más preciado de la naturaleza humana cual es la diversidad, que precisamente hace posible la división del trabajo y la consiguiente cooperación social.